TALCHINOLES EN EL SALVADOR
UN DICIEMBRE MUY DIFERENTE AL DE OTROS TIEMPOS
Diciembre es el mes más enigmático del año
en El Salvador. Todos por lo general, lo asociamos con las fiestas de navidad y
año nuevo. Y eso puede significar, alegría o tal vez tristeza. Depende de los
estados de ánimo, según las distintas personalidades; pero también de los
acontecimientos vividos a nivel familiar en el pasado cercano y durante el año
en curso, pero también de otros tiempos.
Para las personas adultas, esta época del
año también se asocia con la época de escuela o de colegio; con los años de la
juventud y con los momentos felices de cuando nos íbamos de farra a las fiestas
de despedida de labores que eran tan comunes en las empresas u oficinas de
gobierno; o de las lunadas en el pueblo, amenizadas por el conjunto musical de
la localidad o por la pulún pulún del cantón.
Los diciembres del pasado eran tiempo de
alegría y optimismo. En los diferentes estratos sociales, significaba algo
diferente al resto de los meses. Para los niños y jóvenes escolares y sus
maestros, significaba tiempo de vacaciones y de descanso. Para muchas familias,
la posibilidad de reencuentro, especialmente por el retorno de padres, hijos o
hermanos desde la ciudad al campo o del extranjero. Para los trabajadores,
algunos días de asueto y unos centavos más con el aguinaldo y otras
prestaciones. Y para las personas de más recursos, tiempo para realizar algunos
viajes internos o al extranjero y contabilizar ganancias al cierre del año.
Cuántas promesas fueron dejadas y
cumplidas en diciembre, como una boda, un emprendimiento comercial, la compra
de la casa o del vehículo. Hasta el clima era mucho más agradable que en el
resto del año, por los suaves vientos y la baja de temperatura ambiente.
Sin embargo, este diciembre, parece que
será algo excepcional por efectos de la pandemia del Coronavirus que ha venido
a transformar la normalidad y ha dejado además de luto y dolor por los seres
queridos víctimas de la enfermedad, desempleo y más pobreza en la sociedad a nivel
nacional e internacional.
Según se ve, las reuniones familiares se
verán limitadas a los que viven en casa o que han estado más cerca y que nos
consta que ya padecieron o se han librado de la enfermedad. En todo caso, de asistir a centros de diversión
o de esparcimiento, lo haremos con el cumplimiento de las recomendaciones y
protocolos de distanciamiento social y de cuidados personales.
Y como si fuera poco, el ambiente de hoy
se siente muy enrarecido, no sólo en lo socio-económico, sino hasta en lo
político. Los dirigentes de los partidos y del gobierno se han encargado de
crear un ambiente de tensión y de odio entre los ciudadanos, todo por aparecer como los salvadores de la
patria y acusar a los que consideran contrarios, como los corruptos y los
responsables de la situación caótica existente. En el fondo, por interés de
mantener o lograr más poder.
El proceso electoral, que arrancó con la
inscripción de candidatos a diputados y Concejos Municipales, ha entrado en una
serie de acusaciones, protestas y hasta detenciones de dirigentes partidarios
en una lucha frontal que no presagia nada bueno.
Ese ambiente de tensión partidaria, no se
observa únicamente en los ambientes laborales, también se da en el seno de las
mismas familias, donde unos miembros parecen simpatizar con uno de los dos
bandos, el de los “buenos e innovadores
del status quo” o el de los otros, considerados como “los de siempre” manchados
de corrupción y malas prácticas de gobierno.
Ese ambiente de tensión, se verá pronto
más acentuado cuando se autorice la campaña electoral de Diputados y Concejos
Municipales, que culminará con las elecciones a realizarse en febrero de 2021;
pero de seguro, continuará en el futuro cercano, pues las ansias de poder y de
poder absolutista están a la vista.
La historia salvadoreña, ha vivido esas
contradicciones partidarias desde el inicio de la República con la lucha entre
liberales y conservadores, con el aparecimiento de caudillos como: Francisco
Morazán, Francisco Dueñas, Gerardo Barrios, Enrique Araujo, Los Menéndez y
Quiñonez, Maximiliano Hernández Martínez, los gobiernos militares de los
cincuenta, sesenta y setenta y los gobiernos de ARENA y del FMLN.
Qué lástima que no aprendemos de la
historia de la patria o peor, que no la queramos capitalizar para evitar los
errores del pasado, que lo que traen a la larga, son más pobreza, más
desigualdad, más inseguridad y menos paz.
¿De qué servirá escuchar las canciones
navideñas que nos hablan de paz y amor, sin en la práctica o más bien en la vida en sociedad, vivimos
como chuchos y gatos?.
El sentir del pueblo sensato, que no
parece ser numeroso, es que la polarización debiera desaparecer a las puertas
de cumplir la República los 200 años de vida independiente, el próximo 2021.
Depende de cada uno de nosotros, como
dijera el Arzobispo de San Salvador, que en la presente competencia electoral
nos comportemos como personas civilizadas.
De todas maneras, que sea bienvenido
diciembre y que el año que está a las puertas, sea de tranquilidad y paz al
menos a nivel familiar.
NO SE DIBE
SEGUIR EL EJEMPLO DE LOS PERICOS CON LOS TALCHINOLES
Aunque en la naturaleza existe la ley de
la sobrevivencia y del más fuerte, hay comportamientos animales que llaman la
atención y que parecen un tanto ingratos.
Ese es el caso de los nidos en que los
pericos depositan a sus crías y que en salvadoreño, llamamos talchinoles.
Los talchinoles son panales de tierra
construidos en los árboles por comejenes o termitas, que a veces pueden
alcanzar un tamaño considerable.
Una vez terminada esa obra maestra, que
habrá significado tanto trabajo de tales insectos, llegan los pericos que
seguramente se comen a dichos habitantes y los ocupan para depositar sus huevos
y disponerlos después como refugio para sus crías.
Les he colocado fotos que tomé hace algún
tiempo y otras que acabo de tomar. En ellas, se puede ver en las elevadas ramas
de los árboles, esos nidos tan consistentes, hechos de tierra y que secados al
sol son casas inexpugnables frente a otros depredadores.
Pero como de todo podemos sacar lecciones,
estaba meditando, que lo que acontece con las termitas o comejenes, sucede a
menudo con los humanos en El Salvador y otras partes del mundo.
Así, existe gente desconsiderada y
maléfica que se aprovecha del sudor ajeno y les “cae” como decimos en
salvadoreño, o se aprovecha tranquilamente de los bienes de los demás.
Eso lo he podido constatar en los últimos
tiempos, al saber de personas perversas que utilizaron a su amigo o compañero
para que le sirviera como fiador al suscribir préstamos; y una vez que
derrocharon o utilizaron el dinero a su antojo, se van del país dejando al
pobre fiador con la responsabilidad de seguir pagando la deuda acumulada de la
que ellos son responsables. En otras
palabras, son verdaderos ladrones que merecen ser castigados y para los que la
justicia y las leyes salvadoreñas parecen no servir.
Y es que los bancos, asociaciones de
ahorro y crédito, cooperativas, etc, al atrasarse en los pagos el deudor,
emplazan y aplican casi automáticamente los cobros al o los fiadores, a veces
sin agotar todas las instancias para perseguir al responsable deudor.
Como la lista de casos es interminable,
creo que los hacedores de leyes, debieran considerar otras medidas contra esos
cínicos que roban descaradamente y que se quedan tan tranquilos, sin que la
justicia los persiga de por vida, estén donde estén.
Una de las medidas a tomar, sería que en casos
como esos, debieran existir acuerdos entre los diferentes países y utilizar mecanismos
similares a la “alerta roja” para que la
policía internacional persiga y capture a dichos ladrones. Esa ley debiera
tener aplicación una vez que un juez lo dictamine y sea comunicado a través de
las Cancillerías respectivas o de los Consulados.
Debe decirse que ya la INTERPOL considera entre los crímenes de persecución a
fugitivos, el Fraude; que es justamente lo que acontece con un irresponsable
que no ha querido honrar sus deudas en el país de origen.
No es justo que quienes realizaron una
obra solidaria ayudando a solventar una necesidad en un momento determinado
como fiadores, sean víctimas de tanto aprovechado que se lucra del trabajo
ajeno.
Si se preguntara a las agencias o
entidades prestatarias, la cantidad de deudores que desaparecen y dejan a sus
fiadores “chiniando” sus malos manejos, se constataría que se cuentan por miles; y si se sumaran las
cantidades adeudadas, alcanzarían millones de dólares. Por lo tanto, algo como
lo propuesto debe hacerse en aras de la justicia.
Les dejo esta propuesta a los actuales y nuevos
diputados y a las entidades que dicen velar por los derechos ciudadanos.