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Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

viernes, 6 de enero de 2012

LOS AÑOS PASAN, LOS RECUERDOS QUEDAN

FELICIDADES A TODOS, EN EL AÑO NUEVO 2012

LLAMA DEL BOSQUE EN LAS FINCAS DE EL SALVADOR













UN CINCÓN EN MATERIA POLÍTICA PARA EL SALVADOR EN EL 2011

Nuestro Mundillo Político

La encuesta de IUDOP de la UCA, aplicada a fines de noviembre pasado, mostró una breve fotografía de lo que la gente opinó sobre esa materia en el año recién pasado.
A continuación algunas preguntas clave hechas en la encuesta y las respuestas obtenidas:
a) En su opinión, ¿la situación política del país durante 2011 fue mejor, igual o peor en comparación con el año anterior?  Y las respuestas fueron en porcentaje: Igual: 45.2; Peor: 33.3; Mejor 19.8; No sabe: 1.7.  Sumando las respuestas de los que dijeron igual y mejor, se obtuvo un resultado de 65%. Es decir una aprobación de un 6.5 de nota.
b) Podría decirme ¿cuánta confianza tuvo durante el año 2011 en la Asamblea Legislativa (los diputados)? Y las respuestas fueron en porcentaje: Ninguna: 44.6; Poca: 37.1; Alguna 11.9; Mucha: 6.3. Sumando las respuestas de los que dijeron Poca, Alguna y Mucha se obtuvo un resultado de 55.3 %. Es decir, una nota de 5.53.
c) Podría decirme, ¿cuánta confianza tuvo durante el año 2011 en los partidos políticos? Y las respuestas fueron en porcentaje: Ninguna: 52; Poca: 33.6; Alguna: 9.6; Mucha: 4.5. Sumando las respuestas de los que dijeron Poca, Alguna y mucha se obtuvo un resultado de 47.7 %. Es decir, una nota de 4.77.
El promedio de las tres notas anteriores es de 5.60. La apreciación popular muestra que nuestra política y nuestros políticos necesitan mejorar mucho, ya que no alcanzan tan siquiera los mínimos requeridos por la ciudadanía.
Y al preguntarle a los encuestados sobre su posición sobre las sentencias emitidas por la Corte Suprema de Justicia en cuanto a los temas políticos (elección directa de diputados y candidaturas no partidarias, proporción de diputados en relación a las circunscripciones electorales, cancelación de PCN y del PDC, entre otras) dijeron estar de acuerdo y muy de acuerdo con ellas, en un 73.3 %.
Y sobre el hecho de que varios partidos comenzaron a hacer campaña política fuera del período fijado por la ley, los encuestados dijeron estar en desacuerdo en un 68.9 %.
Y es que a nuestra gente, aunque no tenga un elevado nivel educativo, tiene un elevado sentido común y ya no le dan atol con el dedo, como decimos los salvadoreños.
Mencionemos algunos hechos ocurridos en el 2011 que seguramente incidieron en la apreciación de la gente sobre la política y los políticos salvadoreños.
Tal vez el hecho principal fue el entrampamiento por el Decreto 743, aprobado el 2 de junio de 2011 por la Asamblea Legislativa y el Presidente de la República, en oposición a las sentencias de inconstitucionalidad en materia política, emanadas de la Sala de lo Constitucional. El decreto legislativo violaba la independencia del Poder Judicial por parte del Órgano Legislativo y del Ejecutivo, al obligar a dicha Sala  a que dirimiera recursos de inconstitucionalidad por unanimidad y no por mayoría de votos. Esto se hizo justamente para evitar dar cumplimiento a las sentencias en materia política que trataban de corregir decretos de ley anteriores que violentaban la Constitución de la República en materia electoral y partidaria.
La derogatoria del 743, se logró con los votos de ARENA, FMLN y PDC, después de mantener al país durante 2 meses en una especie de limbo jurídico inter poderes, en un ambiente de dimes y diretes por parte de las cúpulas partidarias y en un rechazo de la ciudadanía progresista.
Otro tema que aumentó el descrédito de los partidos políticos y de los diputados fue la poca apertura para modernizar el sistema político existente, especialmente en lo que se refiere al campo electoral. La nueva forma de votación para diputados en los que se marque por persona y no por partido es apenas un remedo de voto libre del ciudadano, en el que sigue privando el voto por banderas para responder a los intereses de las cúpulas partidarias. Lo mismo ocurre con las candidaturas no partidarias que han surgido en forma limitada debido a los fuertes condicionamientos impuestos para limitar su participación y seguir con candidaturas plegadas a las dirigencias partidarias e impuestas por las cúpulas a los votantes.
Se puede decir, además, que los partidos políticos y sus diputados no avanzaron ni un ápice para llevar a cabo la tan ansiada ley de partidos políticos, que defina de una vez por todas, reglas modernas como: un nuevo rol del  Tribunal Supremo electoral (TSE) especialmente en cuanto a su despartidización; una mejor distribución de los períodos electorales; un mayor control y rendición de cuentas sobre los recursos financieros de los partidos y mejores prácticas democráticas al interior de los mismos; proveniencia y uso de los ingresos y gastos en las campañas electorales; aprobación del voto en el exterior; etc.
Por otra parte, la ciudadanía en general está cansada de que el país viva en campaña política permanente y en campaña electoral descarada fuera de los tiempos que prevé la ley. Ese fenómeno hace que la mayoría de funcionarios de las municipalidades y de la Asamblea Legislativa en vez de dedicarse a sus funciones con responsabilidad y en beneficio del país utilicen casi en forma permanente los recursos del estado para hacerse propaganda electoral con el fin de ganar la siguiente contienda electoral.
Unido a lo anterior, el pueblo constata que las promesas electorales no se cumplen y que el bienestar prometido redunda en beneficio de las mismas caras de los funcionarios electos y de las cúpulas partidarias que han hecho de la política una forma de vida y de vil aprovechamiento de los fondos que con tanto esfuerzo aporta el pueblo salvadoreño.
En cuanto al escenario partidario, se puede afirmar, que las dos grandes fuerzas políticas ARENA y el FMLN se mantienen como maquinarias electorales que piensan primero en su partido y en sus correligionarios y menos en el pueblo salvadoreño. Y en cuanto a los partidos medianos y pequeños, se puede afirmar que lo único que cambiaron en  los dos últimos años han sido sus colores de bandera, pero que siguen siendo más de lo mismo.


SE FUE  SIN DECIRLE ADIÓS

Aquellas canciones de Los Mitos
cómo me traen recuerdos.
Acabo de escuchar:
Luces, Mírame, Suena una guitarra,
Todos lo saben, Cuando vuelvas,
Si te acuerdas de mí…
Con ésta última,
una lágrima ha escapado de mis ojos.
He recordado a alguien que se fue,
que se fue para siempre.

Era una chica elegante,
de esas personas tan especiales,
llenas de ilusión
y colmadas de gran inteligencia.
Su fuerte eran los números
que  a mí  no me aterrorizaban,
pero no iban tanto conmigo.

Nos reuníamos a estudiar los domingos,
pues tanto  ella como yo,
trabajábamos duro durante la semana.

Fue un día feriado
cuando nos abrazamos
y  nos dijimos palabras
tan cálidas y bellas,
que se quedaron gravadas
para siempre en el corazón.

Sin embargo,  lo nuestro
duró muy poco.
Algún ave de malagüero
se interpuso en nuestro vuelo.

Pasaron algunos años…
y al preguntar por ella
escuché algo muy triste,
que aún no asimilo:
ella había muerto, meses atrás.

Ante tal noticia,
me sentí tan desconcertado
y tan inútil…
Y aún me pregunto,
cómo pudo ser
que no me enterara
a tiempo de su partida.

Como el destino me negó
verla por última vez,
para tan siquiera depositar una rosa
en su tumba,
siento un dolor profundo
cada vez que la recuerdo.

Ramiro Velasco, diciembre de 2011


AQUELLOS CURAS DE MI PUEBLO

A finales de 1963, mientras estudiaba bachillerato, disfrutaba como otros años de mis cortas vacaciones a partir de los primeros días de noviembre. Aunque la mayor parte de aquel corto período lo pasábamos con mi hermano, en el campo en el Cantón San Marcos, siempre destinábamos un tiempo para estar en aquel pueblo apacible de Sensuntepeque.
Siempre me dio un poco de sentimiento cuando tenía que dejar aquel ambiente campestre o pueblerino, pero sobre todo a la familia y hacerme a la idea de que había que regresar a Santa Ana para volver de nuevo hasta el año siguiente. Debo decir sinceramente, que casi me resistía a volver, de no ser por la insistencia de mi padre que nos hacía énfasis en la necesidad de volver al internado.
El término de nuestras vacaciones por lo general tenía lugar en los primeros días de diciembre, cuando se celebraban las fiestas patronales en honor a Santa Bárbara. Por la fuerte tradición católica de nuestros padres antes que disfrutar de todo el bullicio y del ambiente festivo como: las ruedas, entre ellas, la voladora y la chicago; la infinidad de puestos de venta en las calles centrales; los grupos de música de cuerda en el parque, etc.,  teníamos que participar en los principales actos de la iglesia, especialmente en la misa por la mañana y en el rezo del rosario por la noche. En el fondo aquellos actos me hacían recordar el internado, aunque el ambiente era muy distinto, por supuesto.
Pero no todo era seriedad en el ámbito religioso de aquel pueblo, también había cosas simpáticas e interesantes que me llamaban la atención. Por ejemplo, los dos sacerdotes que se encargaban del culto  en la Parroquia Central de Santa Bárbara que me parecían muy especiales. Uno de ellos, era el Padre Perdomo, Coadjutor de la parroquia. Era oriundo de San Esteban Catarina, Departamento de San Vicente. Y su familia, según lo escuché de sus propios labios, se dedicaba a la agricultura y en la época seca, al proceso del dulce de panela en la molienda.
Cuando nos presentábamos a saludarlo, siempre nos preguntaba como estaban Monseñor Benjamín Barrera, Obispo de Santa Ana y Monseñor Agapito Martínez, el Vicario General. Parece que el P. Perdomo había estado en una parroquia de aquella diócesis, varios años atrás.
Al Padre Perdomo lo recuerdo como de unos ochenta años. Era alto y bastante fornido con un aire de militar. Mi padre le oyó una vez saludar a un sargento en la iglesia de Providencia (Cantón Nombre de Dios) y le escuchó decir “yo también fui coronel”.
Él tenía una manía al pronunciar cada frase, pues cerraba los dientes y dejaba escapar un sonido peculiar que me gustaba imitar delante de mi padre y de otros familiares que tenían un gran sentido del humor.
Cuando aquel sacerdote predicaba, estoy seguro que la gente sólo le  entendía una tercera parte de lo que decía. Y cuando celebraba la misa en latín un hermano mío, decía que sólo le escuchaba decir: “bovis, bovis, bovis”.
El otro sacerdote, Raúl Angulo, era el párroco. Éste a pesar de provenir de una distinguida familia, se comportaba como un verdadero campesino. Sus padres adoptivos eran de San Vicente y eran Don Raúl Angulo y Doña Aminta Ungo de Angulo. Se dice que aquel matrimonio adoptó al infante Raulito en el extranjero y que después de un viaje lo trajeron al país. En verdad él tenía su piel muy blanca, por lo que sus compañeros sacerdotes le llamaban “el chele Angulo”.
Años más tarde, cuando de seminarista le visité en las vacaciones, me hacía siempre pasar a su sala de trabajo y me daba tanta atención que me hacía sentir importante y en un ambiente casi de familia. Tal vez ayudaba el hecho que era amigo personal de mi papá y de mis hermanas mayores de las cuales me preguntaba detalles de cada una en particular. 
Su madre que siempre lo trató con gran amor, vivía con él en el convento y era la que disponía de la comida, del aseo y de todo lo que requería su hijo, incluso atendía a veces los asuntos secretariales de la parroquia. Pero tenía a su disposición a la ama de llaves de nombre Ciriaca, que también se comportaba como una señora muy educada.
De no ser porque nunca se quitaba la sotana negra, la expresión y manera de hablar de aquel sacerdote, era la del típico salvadoreño rural. Pero lo que más llamaba la atención, era su hábito de mascar tabaco, lo que le provocaba escupir a cada momento. Y él no se cuidaba de tener un depósito para lanzar sus  escupitajos, al contrario, lo hacía en el piso y en el lugar donde se encontrara incluso en el presbiterio.
Un tío me contó que más de una vez le vio una escuadra en la cintura al levantarse la sotana para subir a su mula negra, que era su compañera inseparable en sus correrías por aquella extensa parroquia. Al preguntarle si lo hacía para defenderse de un posible ataque de los ladrones, el contestó que era para infundir respeto, pues ya en una ocasión que le salieron al paso unos bandidos tan sólo sacó el arma y salieron corriendo despavoridos.
El cura Angulo era muy celoso de su jurisdicción parroquial. En una oportunidad el joven sacerdote Clemente Barrera perteneciente a la Diócesis de Santa Ana, se olvidó de pedirle el permiso respectivo para celebrar misa y administrar otros sacramentos en su propio Cantón, San Marcos. En plena actividad litúrgica recibió una misiva del Cura Angulo que le prohibía toda actividad religiosa en su parroquia. Eran tal los términos del mensaje que el sacerdote Barrera tuvo que dejar inconclusa la misa y salir de inmediato del territorio de la parroquia. Yo estaba presente ayudando la misa en aquella oportunidad.
El cura Angulo se opuso siempre a la idea de que se abriera una carretera que aliviara la falta de conectividad entre aquellos cantones de Chunte, Nombre de Dios y San Marcos. Él sostenía que al abrir una calle llegaría todo tipo de gente y llevarían las malas costumbres a la población. Y las primeras que sufrirían el impacto serían las mujeres jóvenes.
Más tarde, en 1967 cuando yo estudiaba cuarto año de filosofía, asistimos un quince de agosto a la misa solemne en honor a la Virgen de la Asunción, una fiesta tradicional en Sensuntepeque. Yo acompañaba al Padre Rutilio Grande y al Diácono Enrique Sánchez pues viajamos juntos desde el Seminario de San José de la Montaña como invitados especiales.  Recuerdo que en la carretera de Ilobasco-Sensuntepeque al pasar la ermita en el Cantón Santa Lucía, el jeep que manejaba el P. Rutilio apenas pudo pasar haciendo zigzag en unos veinte metros, debido al barro tan pegajoso por la intensa lluvia de la noche anterior. Al llegar a la Iglesia de Santa Bárbara, el Padre Angulo nos recibió muy contento y un poco antes de la misa indicó que yo haría de Subdiácono. Y aunque yo no tenía ni las órdenes menores y menos el subdiaconado, según la carrera sacerdotal, me incluyeron entre los celebrantes de la misa, presidiendo Él la celebración. En aquella forma él me daba un tratamiento especial, aún rompiendo todas las reglas canónicas establecidas.
Lamentablemente después de mi salida del seminario en 1969, ya no tuve oportunidad de encontrarme con aquel sacerdote amigo.
El Padre Angulo había estudiado en el extranjero, y tenía una especialidad en derecho, pero se comportaba como un humilde sacerdote de provincia.
Entre sus obras más importantes en la parroquia, estuvo la demolición de la antigua iglesia central de madera de Sensuntepeque con techos tapizados de pinturas bastante antiguas, lo mismo que de un cuadro grande de la última cena colocado al fondo del presbiterio. La misma imagen de madera de la patrona Santa Bárbara fue enviada según su versión a una capilla de un cantón, pero la feligresía nunca supo su verdadero destino.
En 1971, el sacerdote Angulo tuvo que dejar Sensuntepeque logrando ubicarse en la Parroquia de la Colonia Monserrat en la Capital, perteneciente a la Arquidiócesis de San Salvador. Un traslado así no era muy fácil de lograr para un cura casi rural, de no tener fuertes conectes en la curia metropolitana.  Se dice que él era íntimo amigo de Monseñor Luis Chávez y González, el Arzobispo a quien él le llamaba “Tata Chávez”. 
Posteriormente en 1978, se estableció en la Parroquia de Cristo Redentor en un barrio de clase alta en San Salvador, permaneciendo en aquel lugar hasta 1998. Allí organizó varios movimientos católicos y se ganó el aprecio de sus feligreses. Murió en diciembre de 2009 a los ochenta y cuatro años de edad.


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