BELLAS FLORES DE NUESTROS JARDINES
CUANDO UN AMIGO SE VA… CASO TAIWÁN
Momentos y días después de que el Presidente de El Salvador, leyera su inesperado
mensaje en el que anunciaba la ruptura de relaciones con la República de China
(Taiwán), recordé aquella canción de Alberto Cortez que dice: “ Cuando un amigo se va/ queda un espacio
vacío/ que no lo puede llenar/ la llegada de
otro amigo. / Cuando un amigo se va,/ queda un tizón encendido/ que no
se puede apagar/ ni con las aguas de un río.”
En las relaciones internacionales, históricamente establecer vínculos diplomáticos
no siempre significó que los estados fueran verdaderos amigos. Así hasta el final
de la Primera Guerra Mundial existió la denominada diplomacia secreta que
propiciaba pactos o alianzas secretos con el fin perverso de realizar acciones
especialmente bélicas en contra de otro estado, en un momento dado. Fue con la
propuesta de Woodrow Wilson en sus 14 puntos, finalizada la guerra, que propuso
la “diplomacia abierta” por la que los estados se obligarían a registrar y
publicar todos sus tratados y la
posterior ratificación de los congresos respectivos.
En los años 1960 también, aparecieron las reglas a seguir en las relaciones
diplomáticas con la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (1961).
En tal instrumento, se estableció la forma en que actuarán los estados,
especialmente el estado receptor, para asegurar la inmunidad y privilegios del
personal diplomático y su familia, de los locales y bienes del estado acreditante, aún ante el
rompimiento de relaciones diplomáticas.
Pero fue hasta en 1970, cuando se suscribió la Declaración 2625 de la Asamblea General de
ONU sobre los principios del Derecho Internacional, referentes a las relaciones
de amistas y a la cooperación. Y es a partir de entonces, cuando se puede
hablar con normalidad de los “países amigos” que más que un término usado en la
diplomacia, ha sido utilizado para identificar los programas de cooperación
bilateral entre dos estados.
El rompimiento de relaciones diplomáticas es regla aceptada en el derecho
internacional y se da casi siempre por motivos de una agresión o situación
tensa de un estado respecto al otro, o por declaración de guerra. Sin embargo,
las relaciones pueden ser rotas por iniciativa unilateral de uno de los dos
estados, en cualquier momento.
De ahí que el caso de rompimiento de relaciones diplomáticas con la
República de China (Taiwán) y el establecimiento de relaciones diplomáticas con
la República Popular China, anunciado por el Presidente Sánchez Cerén, el
pasado 20 de agosto del año en curso, es un acto legal desde el punto de vista
del derecho internacional y también del derecho interno, pues para el caso de
El Salvador, es el Presidente de la República quien dirige las relaciones
exteriores (Constitución de la República, art. 168, numeral 5°).
Debe decirse que situación similar a la de El Salvador, vivieron en su
momento, otros estados de nuestra Región que mantenían relaciones diplomáticas
con Taiwán y optaron por romperlas, para establecerlas con la República Popular
China, como sucedió por parte de Costa Rica, en junio de 2007; por Panamá en
junio de 2017 y República Dominicana en mayo de 2018. Ahora en el mundo sólo
quedan 17 países que apoyan a Taiwán.
Es cierto que en Naciones Unidas se aprobó en 1971, la Resolución 2758 de
la Asamblea General que acordó “restituir a la República Popular de China todos
sus derechos y reconocer a los representantes de su Gobierno como únicos
representante legítimos de China en las Naciones Unidas”. La resolución contó con 76 votos a favor, 35
en contra y 17 abstenciones. Por supuesto que El Salvador votó entonces, siguiendo
el alineamiento con los Estados Unidos de América, en contra de aquella
resolución junto al resto de países de Centroamérica, excepto Panamá que se
abstuvo.
A partir de aquella fecha, Taiwán desplegó esfuerzos por establecer y
mantener relaciones diplomáticas con varios estados, por lo general pequeños a
nivel mundial y apoyar financieramente a sus gobiernos en forma muy amplia y
decidida, con tal de obtener el reconocimiento como estado soberano e
independiente.
Es así como la cooperación taiwanesa destinada a países como los
centroamericanos, se incrementó en
forma exponencial en la medida que China
Popular aumentaba también su presencia geopolítica y comercial a nivel mundial.
El mismo edificio de la cancillería salvadoreña es testigo mudo de los recursos
recibidos por el Gobierno de El Salvador de parte de aquel estado amigo.
Lastimosamente la cooperación taiwanesa
fue negociada y administrada por varios gobiernos corruptos que hicieron
uso inadecuado de los recursos otorgados, que fueron desviados no sólo para
beneficio personal de los gobernantes y
funcionarios, sino para sostener partidos políticos y sus campañas electorales.
El apoyo de Taiwán fue incondicional con sus países amigos y así con su
cooperación ha favorecido a amplios sectores de la población, especialmente en
situaciones de catástrofe; pero ha
perdido la lucha para su reconocimiento diplomático, con la colaboración de
gobiernos de turno, ante el poderío cada vez más fuerte de la República Popular
de China que como sucedió con otros conquistadores, ofrece inversiones
multimillonarias, grandes oportunidades para el intercambio comercial,
tecnología, etc.
En el ambiente político salvadoreño, la declaración de cese de relaciones
diplomáticas con Taiwán y la apertura de relaciones diplomáticas con la
República Popular de China cayó como un balde de agua fría entre los sectores
políticos conservadores y especialmente en los partidos de oposición al Partido
de Gobierno (FMLN). Tales sectores han mostrado su indignación, especialmente
por el proceso poco transparente con que el gobierno tomó la decisión de romper
con Taiwán y ha entablado negociaciones y acuerdos con la República Popular. Y
en general, para la gran mayoría de la población, queda muchas dudas sobre los condicionamientos
y ofrecimientos de la nueva Potencia para que El Salvador tomara tal decisión y
existen sospechas de que los mismos, pueden lindar con concesiones que pudieran
poner en juego hasta la seguridad nacional.
Algo que también se ha comentado por los sectores de derecha, es cómo
habiendo tenido dos períodos en el poder
(casi 10 años) el gobierno del FMLN, esperó para tomar tal decisión, hasta los
últimos meses antes de probablemente dejar el poder, a mediados de dos mil
diecinueve, lo que se presta también a variadas interpretaciones.
Del acontecimiento se ha comentado mucho, incluso hasta la amenaza de que
si la derecha llega al poder, volvería al status quo de antes del 20 de agosto,
restableciendo relaciones con Taiwán. Sobre lo cual, existe el antecedente de
Nicaragua en donde la decisión durante el
primer mandato de Daniel Ortega de abrir relaciones con la República
Popular de China y de romper con Taiwán en 1985, fue modificada por el gobierno
de Violeta Chamarro en 1990, manteniéndose tal circunstancia hasta la
actualidad. Pero revertir lo acordado por el Gobierno salvadoreño actual con el
nuevo socio, creo que sería más contraproducente por varias razones que no voy
a comentar ahora.
La pelota pues, está en la cancha del Gobierno y del Partido FMLN, a quienes les damos el beneficio de la duda y
les hacemos responsables por un acto legal, que si bien no ha sido hecho en la
forma más transparente hasta el momento, pudiera continuarse en las etapas
subsiguientes con respeto a la ley y con amplia información para la sociedad
salvadoreña; y que en el mejor de los
casos, pudiera significar una salida para la mayoría de la población
salvadoreña mediante amplias oportunidades de inversión, de empleo, de crecimiento
económico y de bienestar social.
De ser ciertas las ventajas y maravillas de las que han hablado
representantes del gobierno salvadoreño ante la presión de la oposición y de
los medios de comunicación, con la conquista del imperio Chino a El Salvador,
quizá se pudiera a mediano y largo plazo, disminuir la migración especialmente
a Los Estados Unidos y absorber en El Salvador a los amparados al TPS y a la
población salvadoreña ilegal radicada en aquel país. De todas maneras, el
Gobierno de aquella nación del norte se ha expresado de una manera grosera de
los salvadoreños que serán deportados a como dé lugar y que han sido catalogados como una basura o algo más
repudiable.
Por el momento, ante la pérdida de Taiwán como país amigo, me siguen
resonando las notas y la letra de Alberto Cortez, con las que inicié este
escrito, "Cuando un amigo se va….