VOLANDO PISCUCHAS EN EL PARQUE CABAÑAS, DE SENSUNTEPEQUE
UN LUGAR MUY
ESPECIAL Y MÁGICO
Hace mucho
tiempo, compramos un pequeño terreno
bastante cerca de Chalchuapa, en el Cantón El Zacamil que estaba sembrado en su
mayor parte de café. A dicho sitio viajábamos cada cierto tiempo, pues no
podíamos pernoctar, pues sólo tenía como vivienda la casita del guardián.
Pero hace una
semana, en mi visita más reciente a aquel lugar, llegaron hasta mí dos mujeres
para ponerme la queja de que había unos arbustos de café que alguien los sembró
en el propio lindero y que a la hora de cortar el café siempre entraban en
pleito, pues según ellas, el encargado de nuestra finquita cortaba más café de
la cuenta. Ellas me pedían una solución a este problema.
Queriendo
buscar un arreglo inmediato, les pregunté que si ellas eran las dueñas de la
propiedad colindante, a lo que me respondieron que no, que el dueño vivía por
Ciudad Arce y que no llegaba nunca a su terreno. Entonces les propuse dos
soluciones: la primera, era que yo debía hablar con el propietario para llegar
a un acuerdo. Y la segunda, que de aquellos arbolitos en litigio, un año cortara
la cosecha mi mandador y el otro año, ellas. A las mujeres quejistas, les
pareció más adecuada la segunda opción, aunque lamentaban que esperar todo un
año para cortar el café era demasiado tiempo.
Como siempre
habíamos llegado de prisa a la propiedad, nunca había visto la parte posterior,
caracterizada por ser un tanto rocosa y elevada. Hasta que este día de mi
última visita, decidí incursionar hasta la parte desconocida, dirigido desde
lejos por el mandador que me mencionó los límites de la propiedad; así que
caminé sólo, decidido a conocer por mi propia cuenta aquella parte del terreno.
Pronto
llegue al sitio más alto y al mismo tiempo cerrado y misterioso, pues aunque estaba
cerca del resto del terreno, se encontraba tan oculto por una especie de
valladar natural de rocas que me hizo sentirme en un ambiente muy distinto y peculiar. Allá arriba
todo era bastante plano y casi pavimentado de una tierra rocosa.
Caminé unos
minutos más y lo primero que descubrí fue una casa abandonada pero muy bien
construida. Tenía dos habitaciones importantes, el comedor, la cocina y los
baños al final en forma separada. El agua que llegaba por cañería a la casa, procedía
seguramente por gravedad de un nacimiento cercano que seguramente estaba a poca
distancia. Pero más me llamó la atención, una especie de tubería construida al
final de la casa, en forma de acueducto que probablemente servía para tirar los
deshechos que se iban rodando hasta una barranca un tanto lejana. Todo aquello
era una verdadera obra de ingeniería.
Al examinar
el cuarto principal, me encontré con una librera y papeles escritos ligeramente
ordenados sobre el escritorio y su silla. Todo indicaba que alguien había
habitado aquella casa y que de pronto se fue tal vez sin dejar rastro alguno.
Decidí
salir de la casa y recorrer lo que me faltaba del terreno. Y a unos veinte
metros más arriba, me encontré con un macho de carga (un mulo) que tenía su
jáquima puesta con un lazo largo que estaba suelto. Yo agarré el lazo y traté
de sujetarlo con mucha fuerza y al fin pude amarrarlo al único árbol cercano,
pensando en regresar después por él.
Caminé de
nuevo hacia la casa y a unos diez metros hacia el norponiente, pude comprobar un
río de mediano caudal y me preguntaba cómo era que existía aquel afluente en un
lugar de por sí tan seco y tan cercano a nuestra propiedad.
De pronto, pude
ver que venía río abajo una especie de lancha con personas como de otro
continente que hablaban en un idioma extranjero. Se bajaron justo frente a la
casa y sin percatarse de mi presencia, comenzaron a inspeccionarla. Era una
comitiva de unas diez personas la mayoría adultas. Pero había entre ellas, un
niño de unos doce años. Yo me apresuré a entrar a la casa y fue el niño que
comenzó a hablarme en forma más familiar, pero en un idioma desconocido. Yo le
hablé en mi pobre francés y por suerte él hablaba aquel idioma aunque con un
acento especial. Las personas mayores buscaron los baños, entraron al comedor y
después a la pequeña cocina, buscando seguramente algo de comer, pero no había
nada de lo que ellos buscaban.
El niño se
me acercó de nuevo y entramos al cuarto de estudio. Tomé un papel para escribir
y dejar un mensaje al supuesto inquilino de la casa, pero sentía que no podía
escribir pues tenía las manos frías y rígidas. Recuerdo que quise escribir una
frase cuyo significado aún no logro descifrar y que comenzaba así: 33 Methus…
Sin embargo no pude continuar escribiendo por las dificultades en mi mano.
Luego salimos
del cuarto de estudio y junto al grupo, nos llevamos la sorpresa de ver que en
el río ya muy crecido, venía un pez tan grande del tamaño de un tiburón, pues
era de color negro.
Con el
grupo agarramos unos palos y como si estuviéramos de acuerdo, corrimos
queriéndolo atrapar, hasta que cayó abatido por los golpes y puyones; y a como
pudimos, lo sacamos hasta la orilla, pues era una comida providencial para
todos, especialmente para aquella comitiva hambrienta.
Al poco
rato me acordé del mulo que había dejado amarrado y descubrí que también era un
animal encantado, pues se hacía grande y al mismo tiempo pequeño y amarrado del
lazo, saltaba y corría varios metros ya fuera de mi control. Aquel animal no
dejó de atemorizarme, así que opté por dejarlo en el mismo sitio.
Luego
recordé que debía regresar a la parte baja del cafetal, pues ya era bastante
tarde. De regreso, me preguntaba asombrado, cómo podía existir aquel lugar tan
amplio y con tanto encanto, como parte de mi propiedad.
Cuando
desperté en mi casa, me pregunté por qué a veces tengo este tipo de sueños y
constaté que tenía puesto un gorro que uso sólo en las noches de frío. Y esta
vez para no olvidar los detalles del sueño, como me suele pasar, me he venido
directamente a la computadora para narrarlo, pues de lo contrario pasadas unas
horas olvido totalmente lo que he soñado.
El sueño se
los juro fue muy cierto, lo mismo lo de la pequeña propiedad que fue vendida
hace mucho tiempo, lo demás queda por ser creído a criterio de los lectores.
OCURRENCIAS
DEL MES
1.
Ella buscaba la
sal y al verla escondida en el aparador le ordenó: “sal, sal de allí”.
2.
Aquel hombre mayor
que además era buen católico, expresó: Me retiro de acá porque me voy a mi
retiro y pronto espero tramitar mi retiro.
3.
De las enfermedades
de la gente, el médico, el sacerdote y el pastor pueden volverse ricos de la
noche a la mañana.
4.
Quizás hay más
lunáticos en la tierra que en la luna.
5.
Al hombrecito del
pueblo le apodaban Ratón, pero cariñosamente le decían Ton.
6.
Los años pasan pero
lo mejor es no darse cuenta que uno va perdiendo poco a poco la cuenta de
ellos.
7.
Por no leer bien,
aquel neo alfabeto asustó a los de la familia hablando del cáncer de mamá en
vez del cáncer de mama.
8.
Aquel presidente
era tan malo para leer que en su discurso dijo que le daba el premio a aquel
niño pródigo en vez de decir niño prodigio.
9.
El dueño de aquel
perro era un hombre maleante y muy chucho que al final terminó bien enchuchado.
10. Les aseguro que un noventa por ciento de los
salvadoreños saben el nombre del nuevo presidente de los Estados Unidos sin
necesidad de haber asistido a un curso de política o de asuntos internacionales.
No hay duda que ya casi somos un pequeño estado de aquel gran país, no sólo por
la dolarización, sino porque más de una tercera parte de nuestra gente se han
vuelto gringos.
11. Como en nuestro pueblo hay gente ocurrente, a alguien se
le ocurrió decir que la candidata a presidente del país del norte tenía un
apellido como de clíntorix y el apellido del hasta entonces candidato, lo
relacionaba con las trompas de Falopio.
12. Algunos latinos comprobaron con sorpresa que las
elecciones de los Estados Unidos fueron ganadas por el Partido Republicano con Trampa,
según la pronunciación inglesa de algunos.
13. Cuando llegaron al límite del pueblo, al motorista que
no redujo la velocidad le gritaron “ tú mulo” y él al sentir el golpe contestó:
“tu abuela”.
14. En un comedor de comida típica, como la dueña era “arenera”
desde que entró el nuevo gobierno ya no vende nuégados, pues dice que ya ni en
broma le gusta ese tipo de alimentos.
15. ¿Cómo leen los diarios los salvadoreños?. Los niños
buscan las páginas deportivas y algunos, los muñequitos; los jóvenes se van directamente
a las páginas sobre las películas en exhibición o algunos anuncios sobre los
artistas internacionales; los viejos hojean las páginas donde aparecen las
esquelas, para ver si ha muerto algún amigo o conocido; las viejas chambrosas se
entretienen leyendo los titulares de las noticias nacionales que informan de
los muertos y accidentes; los comerciantes, por supuesto que se van a las
páginas de clasificados; y sólo un tres por ciento de aquellos que se dedican
al negocio de la política o a quienes les sobra el tiempo o no hayan qué hacer,
leen algunos artículos de las páginas editoriales.