ESTUDIAR LATÍN NO DEBIERA SER TAN ABURRIDO
Siendo seminarista, me tocó estudiar latín por varios años. Y aunque por momentos me resultaba tedioso, pude superar la “perezitis” y me aficioné a su estudio, cuando descubrimos algunos equívocos a que podía conducir la mala traducción de algunas frases.
La primera frase que me pareció interesante, la escuché del Obispo Benjamín, cuando el Preseminario de Santa Ana, estuvo justo en la Casa Episcopal que era su residencia.
Contaba él, que un jovencito que iniciaba el aprendizaje del latín, entró a una iglesia y se encontró en un altar con un santo que tenía el dedo índice levantado en forma casi amenazante. A los pies del santo se leía la frase: “Timete deum”.
Al pedirle un feligrés al estudiante que le tradujera la frase, el muchacho dijo de inmediato: “Te meto el dedo”.
Cuando su traducción correcta sería: Temed a Dios.
En otra oportunidad, un compañero que también iniciaba el estudio de la lengua de Cicerón, encontró una oración que comenzaba así: “Cícero fui...” que al leerla en salvadoreño sonaría, como: “chíchero fui”.
El estudiante le pidió a otro jovencito, originario de Chalatenango, que le ayudar a traducirla, y éste lo hizo de inmediato con mucha satisfacción diciendo: ¡Chichero fui…como mi papá!.
La traducción correcta de la frase se refiere a que “ Cicerón fue ..
En un corrillo de seminaristas, ya a nivel de bachillerato, nos gustaba a los que nos creíamos latinistas, intercambiar frases más elaboradas para demostrar nuestros avances.
A un compañero le retamos en una ocasión, a que tradujera la siguiente oración: “Toro vaccat, ter Nero” que al leerla rápidamente en lenguaje salvadoreño se escucharía: toro, vaca, ternero.
El compañero, la tradujo en la forma simple como se oye.
Pero la correcta traducción es: “Nerón descansa tres veces en la cama”.
Otro estudiante con mayores estudios, nos ganó la batalla con la siguiente frase: “Mater tua mala burra est”. La tentación de traducirla casi como se oye en salvadoreño, nos llevaría a traducirla como: “Tu madre es mala burra”.
Sin embargo, en buen latín significaría: “Tu madre come manzanas podridas”.
Para terminar, reproduzco una frase que al leerla rápidamente se escucharía así en español: ¡Puta, reputa, cipotes!
En latín, se escribe así: “Puta, reputa, si potes”. Su traducción es: Piensa, vuelve a pensar, si puedes.
Mi conclusión es que a una lengua muerta, un tanto complicada como el latín, también se le puede encontrar el lado simpático.
UN ARTÍCULO MÁS SOBRE EL PROGRAMA EDUCO
El 31 de enero de 2007, en la Prensa Gráfica, aparece el artículo escrito por Don Oscar Picardo, Consultor reconocido, en ocasión de cumplir quince años, el citado programa.
El artículo comienza así: “Hacia finales de 1989, algunas técnicas del MINED —Lorena, Zulema Darlyn, Cony, entre otras— caminaban por las comunidades rurales de El Salvador, monitoreando el Programa de Atención Integral al Niño (PAIN). … de forma imaginativa se decidió confiar a gran escala en las comunidades, creando el concepto de educación con participación, gracias a la visión de muchas personas (Cecilia Gallardo… Abigail Castro…)
Es casi seguro que el autor del artículo, ha tenido que reconstruir parte de la historia con relatos que le han hecho otras personas sobre el Programa y que tienen algunas inconsistencias. Pues él como extranjero, vivía entonces fuera del país.
Llama la atención que el articulista, de nombres de funcionarias que han sido ministras y que siguen ocupando importantes cargos públicos y que yo he destacado con letra negrita.
Como parte del equipo directivo que mayormente empujó el Programa, mientras fui Director de la Oficina de Proyectos de Cooperación Internacional (OPCI), del MINED, no puedo menos que reaccionar ante un artículo que más da la impresión de levantar el ego de personas que se encuentran en puestos claves y que, cuentan con el suficiente apoyo mediático estatal.
Por lo anterior, me permito reproducir a continuación, un artículo que publicó La Prensa Gráfica, el 18 de marzo de 1989, en el que su servidor, destacaba la labor de los que nunca fuimos mencionados en los medios, y que llevamos a cabo lo más novedoso del programa EDUCO, que es la transferencia administrativa de la educación a padres y madres de familia de la zona rural, muchos de los cuales eran y son analfbetas y viven en las zonas más remotas de El Salvador.
Aquella labor de transferir el manejo financiero y administrativo a las comunidades, resulta más meritoria, si se toma en cuenta que en la época, los avances informáticos apenas iniciaban en el país. Pues aún el manejo financiero a nivel gubernamental, no se hacía en forma mecanizada.
Por otra parte, tuvimos la previsión de asegurar que el programa funcionara a futuro, creando una pequeña unidad administrativa financiera con unos 3 técnicos en cada una de las Direcciones de Administración. de las seis regiones educativas. Estas personas pasaron después a formar parte de las actuales oficinas departamentales de Educación.
Y como se comenzó con préstamos, cada año se asignaban al Programa, fondos frescos del presupuesto nacional. Para no depender siempre de los fondos externos.
A continuación mi artículo de aquella época:
El éxito de EDUCO se debe también a los líderes rurales
Ramiro Velasco Barrera
A mediados de los años ochentas en pleno conflicto, la UNICEF apoyó la educación parvularia y de los primeros grados, mediante la modalidad de participación comunitaria. Para ello, se tuvo que contratar a maestros “empíricos” en las zonas conflictivas, precisamente porque los maestros oficiales, protegidos por la ley, solicitaban su traslado inmediato, al oír el sonido de las balas y sentirse amenazados.
Aquella organización, financió por algunos años el Proyecto PAIN y posteriormente en 1991, un micro proyecto que puso a prueba en tres departamentos, la metodología de participación comunitaria de lo que más tarde sería EDUCO.
Unos meses después, con fondos extraordinarios del Gobierno, se inició la aventura de impulsar un proyecto innovador en lo pedagógico, pero especialmente en lo administrativo financiero. Debía entregarse el manejo de fondos a gente del campo, mediante cuentas corrientes, para pagar los salarios a los maestros y efectuar algunos gastos menores, en escuelas donde se habían abierto nuevas secciones y en lugares en donde nunca se había tenido una sección escolar.
Mientras avanzaba la aprobación del primer préstamo del Banco Mundial, denominado posteriormente EDUCO, hubo que organizar y financiar capacitaciones masivas de campesinos y de maestros, que debían trabajar con una modalidad educativa muy diferente a la tradicional.
Fue necesario diseñar un sistema ágil de transferencia de fondos desde el Gobierno a las cuentas bancarias de las nuevas asociaciones de campesinos, sorteando trabas de varias leyes establecidas en un marco burocrático tradicional.
Los depósitos de fondos se hicieron primero para las asociaciones comunales de tres departamentos; pero en pocos meses había que hacerlo para las nuevas secciones rurales creadas en todo el país, algunas ubicadas en caseríos totalmente incomunicados.
Para poder efectuar los depósitos de fondos, se necesitaban los recibos firmados por los directivos de las asociaciones, que hacían constar que los maestros habían trabajado el mes correspondiente.
El grueso de la información procedente de lugares tan dispersos, se recibía en la oficina encargada del Ministerio de Educación.
Mientras se establecían bases de datos computarizadas confiables, los técnicos y quienes firmaríamos los desembolsos para centenares de cuentas, tuvimos que trabajar los primeros meses del proyecto, durante noches enteras, una vez que recibíamos la información, para que el día designado un grupo de técnicos pudieran efectuar los depósitos en las agencias bancarias más cercanas a las asociaciones.
El reciente reconocimiento a El Salvador y a EDUCO por parte del Banco Mundial y en los últimos días, por parte deL BID en su Junta Anual de Gobernadores, confirma que todos los esfuerzos realizados por miles de personas del país han sido valiosos.
Pero ya que no es posible reconocer de manera especial, el aporte de tantos campesinos que trabajan en el programa de forma voluntaria y desinteresada; al menos, debiera reconocerse el esfuerzo de los más entusiastas y que han regalado terrenos o han acondicionado en su propia casa, una o más aulas para que niños del caserío reciban sus clases. Un diploma para esos líderes en cada departamento, o mejor, la construcción de la escuela tan esperada en tales sitios, sería un buen estímulo para continuar con un Programa que nació con tanta mística.
Tomado de La Prensa Gráfica, Sección Opinión, Miércoles 18 de marzo de 1998