Datos personales

Mi foto
Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

martes, 10 de noviembre de 2009

DÍAS DE LUZ Y SOMBRA

IMÁGENES DE CABAÑAS


Parte oriental del nuevo puente sobre el Río Lempa



Parte occidental del nuevo puente



Río Gualquiquira de Cabañas



Puente sobre el Río Gualquiquira





TORMENTA TROPICAL CAUSA GRAN TRAGEDIA EN EL SALVADOR


Este pasado sábado y domingo, la Zona Paracentral y parte de la Zona Central de El Salvador fueron testigo de una intensa tormenta que duró unas seis horas y que causó destrozos, dejando unos 140 muertos, 60 desaparecidos, decenas de heridos y unos 14,000 damnificados, según el reporte de hoy martes 10 de noviembre. Pero las cifras van en aumento, conforme se atiende a la población en las zonas de mayor desastre.

En daños físicos, se ha reportado la destrucción de viviendas, puentes, infraestructura vial y de electricidad, tuberías de agua potable, así como cuantiosos daños en la agricultura, especialmente en los cultivos de frijol.

Los Departamentos más afectados son: San Vicente, San Salvador, Cuscatlán, La Paz y La Libertad.

Según explican los expertos, todo se debió a una baja presión que acumuló gran humedad en la zona del Pacífico frente a las costas salvadoreñas y que junto con la incidencia del paso del Huracán Ida por Honduras, propiciaron las condiciones para que por unas horas lloviera con gran intensidad.

Las lluvias provocaron deslaves, derrumbes en zonas altas y desbordes de ríos y quebradas que inundaron viviendas y amplias zonas de cultivo.

El Gobierno activó los servicios de protección civil, el Presidente Mauricio Funes decretó emergencia nacional y posteriormente la Asamblea Legislativa el estado de Calamidad Pública para atender de inmediato las necesidades vitales de la población afectada e iniciar las operaciones de reconstrucción, con apoyo de la sociedad salvadoreña y de la comunidad internacional.

Con la depredación de las zonas boscosas en los volcanes, cerros y otras zonas altas, la vulnerabilidad de las comunidades es mayor. Un ejemplo impactante es lo ocurrido en Verapaz donde un río de piedras y de lodo proveniente del Volcán de San Vicente arraso con la ciudad.

En San Salvador y Santa Tecla, debido a la tala de árboles y a la construcción de viviendas en zonas como El Espino y la Cordillera del Bálsamo, la crecida de quebradas y ríos ocasionó nuevos daños a los pobladores del área metropolitana, especialmente para personas que viven en zonas de alto riesgo.

Cuántas vidas humanas pudieran haberse salvado si la prioridad de las políticas gubernamentales hubiera sido el bienestar de la población, incluyendo a los sectores más pobres. De haber sido así en los últimos veinte años, ya se hubieran implementado proyectos de reubicación de gente que vive a la orilla de las quebradas o sitios de alto riesgo o en improvisadas champas.

Una vez superada la emergencia, lo que debe plantearse el Gobierno, es un traslado ordenado de toda esa humilde gente mediante un plan de vivienda gratuita. De no hacerlo de manera preventiva, los costos serán cada vez mayores en vidas humanas y en recursos financieros.

En vez de hacer más bóvedas sobre las quebradas como piensa el Alcalde de San Salvador, que costarían cerca de 100 millones de dólares para que sucumban por las correntadas cada vez más grandes o por los terremotos, lo que urge realizar son medidas permanentes de protección civil.

La alerta temprana que parece haber fallado esta vez, como en otras ocasiones, demuestra que el sistema de meteorología, al igual que los servicios de sismología, vulcanología, hidrología y geología deben ser modernizados.

Los servicios del Sistema Nacional de Estudios Territoriales (SNET) necesitan ser reforzados con equipo moderno y personal bien entrenado para mantener informada a la población de manera permanente sobre la ocurrencia de todo tipo de fenómenos naturales que representen una amenaza para la población.

El Gobierno asume el liderazgo y debe mejorar su organización tanto a nivel central como local para hacer frente a las situaciones de emergencia, pero necesita de mayores recursos financieros. Por las buenas o por las malas, los salvadoreños y especialmente los que gozan de mayores beneficios económicos, debemos entrar en una dinámica de mayor solidaridad y apoyar la reforma fiscal anunciada. Esta es la única vía que nos permitirá hacer frente a las adversidades de la naturaleza que nos cobra por nuestros desmanes ante el deterioro ambiental del que somos responsables nosotros y otros pueblos más avanzados.

Mientras tanto, se hace necesaria la ayuda generosa de todos, para responder a las necesidades apremiantes de nuestros hermanos damnificados.


-
-

TRISTES RECUERDOS DEL ONCE DE NOVIEMBRE DE 1989


Como si nada, este próximo once de noviembre se cumplen 20 años de la “Ofensiva hasta el tope” llevada a cabo por la insurgencia salvadoreña.

Muchas personas adultas tendremos no tan buenos recuerdos de una acción armada que como todas, conllevan dolor y sacrificios para la población civil, que casi siempre paga los platos rotos.

De este tipo de hechos, generalmente se contabilizan las bajas para los dos bandos en pugna y casi nunca se hace un recuento de lo que significan para la población trabajadora y normal.

Mi historia tuvo lugar aquella misma noche del once, con una incesante balacera en los alrededores de mi casa, ubicada en la intersección de dos calles de gran tránsito en Antiguo Cuscatlán.

Todo comenzó con una detonación estruendosa como un rayo, que nos dejó sin energía eléctrica y al mismo tiempo, rompió todos los vidrios de las ventanas de la casa, tanto internos como externos, incluyendo los de un pequeño apartamento recién construido con gran esfuerzo económico.

Como si hubiésemos estado de acuerdo, mi esposa con la bebé, así como mis hija y mi hijo mayor y yo, nos juntamos de inmediato en la sala ubicada en la primera planta, donde pasamos la noche tendidos en el suelo, pues la balacera terminó hasta el amanecer.

A la mañana siguiente, pude ver en el predio baldío de enfrente, que hoy ocupa una gasolinera, a un guerrillero muerto. Además me encontré con uno de los postes de la luz eléctrica que daba al costado de la casa, tirado en el suelo.

Como la primera noche, las siguientes, fueron de intensas balaceras en la zona, por lo que acomodamos colchones en las ventanas de la sala y en el piso, pasando a ser este sitio nuestro dormitorio.

La zona fue ocupada militarmente por el Batallón Bracamonte, según pude leer en la camisa de uno de los soldados, apostado junto al portón de mi casa; lo que en vez de seguridad nos causaba mayor temor, pues eran ellos también un objetivo de ataque.

El 15 de noviembre fue la noche de mayores estruendos, con detonaciones de todo tipo. Como a las seis y media del día 16, salí a la esquina donde se encontraba un pequeño supermercado. De paso escuché decir a una de las señoras, como avalando el hecho, que habían matado a unos curas jesuitas a la vuelta de la calle. De inmediato me dirigí a la casa de los Jesuitas situada en la Avenida Albert Einstein y entré con facilidad, pues el portón estaba abierto de par en par. Y me encontré con aquel cuadro tremendo de los padres asesinados, tirados en el suelo con ropa de dormir, en un charco de sangre que se extendía hasta los dormitorios. Allí estaban: Ignacio Ellacuría, Amando López, Juan Ramón Moreno, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes y Joaquín López.

En aquellos momentos apenas arribaban unas tres personas probablemente periodistas, lo que me pareció tan extraño.

Caminé de inmediato a casa, me senté en la sala sin poder contener el llanto, pues aquellos hombres asesinados además de sacerdotes sabios, ejemplares y valientes eran mis amigos y algunos de ellos habían sido mis maestros en San José de la Montaña.

Momentos después, llegó mi esposa y pude desahogar mi inmensa tristeza narrándole lo que acaba de ver. A las pocas horas el hecho era difundido por los medios nacionales e internacionales.

En los días siguientes, entrada la noche, las balaceras continuaron sin tregua. En ese ambiente, el día viernes diecisiete, como a eso de las 11 de la noche oí ruido en el patio, me asomé a ver por una de las ventanas y pude ver a 5 uniformados. Entre ellos, estaba una mujer, por lo que deduje que eran guerrilleros.

Me indicaron que abriera la puerta y aún contra mi voluntad accedí de inmediato a hacerlo.

Vieron que estábamos en la sala y me dijeron que iban a inspeccionar la casa. Les mostré el jardín y agarraron una piocha queriendo abrir un hueco en el muro. Al constatar que era muy compacto, colocaron dos escaleras que yo tenía, una del lado del muro de nuestra casa y la otra al lado del vecino, con la idea de utilizarlo como corredor.

Luego les mostré la planta de arriba y constataron que era un lugar estratégico, como seguramente lo habían analizado, con una ventana hacia la Avenida, tres ventanas hacia la calle, y de paso, con una pequeña terraza que daba hacia un predio baldío. Les mostré el cuarto de la empleada y les dije que allí nos acomodaríamos nosotros, la familia.

Los visitantes subieron a la segunda planta, dejaron ir el agua de los sanitarios y tomaron tranquilamente su baño; después pasaron a la cocina, abrieron la refrigeradora y seguramente tomaron su refrigerio.

A partir de aquel momento, la balacera arreció, pues probablemente era la hora acordada para los ataques. La línea de casas de la cuadra, comenzando con la mía, se convirtió en un cuartel para los guerrilleros y en un posible objetivo de ataque para los militares.

Aquella noche no me faltaron las ganas de hacer un llamado a organismos internacionales como la ONU para que se hiciera algo más efectivo a fin de llegar a una solución al conflicto. Es más, hasta pensé que bien podía salir del país con mi familia y unirnos a programas de apoyo a refugiados que brindaban Canadá y Australia.

Justo al amanecer, las fuerzas militares tenían acordonada la zona y los helicópteros y otro tipo de aviones comenzaron a incursionar. Nosotros desde aquel cuarto sólo escuchábamos los disparos de fusiles y ametralladoras y el ruido de los aviones que parecían rozar el techo de nuestra casa.

A las seis de la mañana salí al patio y constaté que los dos vehículos que debían estar estacionados no se encontraban. Salí de casa y me encontré con los efectivos del Ejército. Después pude apreciar que los carros habían sido colocados a media calle como barricada, seguramente para impedir el paso de los vehículos de los militares. Por suerte, sólo un carro tenía una perforación de bala. Tomando fuerzas de flaqueza los entré rápidamente a la casa, frente a la seria mirada de los militares, pues las operaciones bélicas estaban aún vigentes.

A una cuadra, el Colegio San Francisco amaneció fuertemente ametrallado, pues seguramente había sido otro lugar tomado por la guerrilla.

En las noches siguientes, continuaron los fuertes tiroteos que se perdían al amanecer cerca de las fincas de Antiguo Cuscatlán.

Tres días después, a eso de las seis y media de la tarde justo, cuando salía de casa con la bebé en mis brazos y estando yo a una distancia de unos 6 metros, estalló casi frente a mí, otra bomba colocada en el otro poste de la luz eléctrica. Además del impacto en mi persona y en la niña, de nuevo las puertas y portones de la casa y del apartamento quedaron seriamente dañados.

A raíz de aquella tremenda experiencia no tuvimos más remedio que alejarnos unos días de la casa, a pesar del riesgo de dejarla sola.

Pasado un tiempo y ya en situación de paz, no me faltaron ganas de preguntarle, medio en broma, medio en serio, a Don Shafick Handal y a otros líderes del FMLN, si habría posibilidad de que me trasladaran algunos fondos de los que ellos recibieron, por los daños y perjuicios ocasionados por sus incursiones guerrilleras.





LUGAREÑA DE OCTUBRE


Desde nuestro encuentro

aquella tarde a la orilla del mar,

he pensado en ti,

en la suerte ignota de tu vida,

de tu cuerpo y de tu corazón.


Tú sabías que volvería

por tí.

Así lo hice,

y fue en vano encontrarte.


Te busqué inútilmente

en las olas crecidas,

en las arenas lejanas

y en la fila ordenada

de las gaviotas.


Tal vez deberé esperar

a que llegue el verano

y que soplen otra vez

los vientos de octubre,

hoy de noviembre.


Entonces,

sé que te veré de nuevo,

si no entre los celajes

postreros,

tal vez junto a la luna llena;

o quizás más allá,

en el lejano brillo

de sirio, de canopus

y de tantas otras estrellas.




UN NUEVO PUENTE ENTRE CABAÑAS Y HONDURAS


La historia de nuestros ancestros residentes al norte del Departamento de Cabañas era de comunicación constante con sus parientes y vecinos del Departamento de Lempira en Honduras, a pesar de la barrera natural que constituían las aguas impetuosas del Río Lempa.

Durante la década de 1950 y muchos años antes, eran cientos de hondureños los que pasaban con sus mulas cargadas de huevos, café, queso y otros productos agrícolas, por aquel camino real situado frente a nuestra casa, en el Cantón San Marcos.

Como parte de aquella comitiva, iban también decenas de personas indígenas a los que nuestra gente llamaba “churitos”, cargando sus cacastes llenos de semitas, granadillas y otras frutas que se decía las traían desde El Congolón (una sierra de más de 2,800 m. de altura).

En aquellos tiempos, el intercambio con personas de Mapulaca, La Virtud, Gualcince, Piraera y muchos otros pueblos, situados del lado de la frontera hondureña era cosa corriente entre aquellos vecinos salvadoreños.

A nivel familiar, recuerdo a mis tíos y tías paternas que hablaban a menudo de residentes al otro lado, como: tío Pio Quinto Barrera, primo de mi Abuelo Sotero; de los Pineda de la que procedía la esposa de mi tío Saúl Barrera; de los Quintero y de tantos otros familiares.

En mis tiempos de infancia me parecía una fantasía escuchar de vez en cuando, que mis tíos José y Sábas Barrera andaban por Honduras comprando caballos en Santa Bárbara o en Gracias, famosa esta última por haber sido fundada por orden del propio colonizador Don Pedro de Alvarado, en 1536.

En aquella época, los días jueves y domingos los hondureños eran los que más animaban el comercio en la plaza de Sensuntepeque hasta desaparecer por completo su presencia, debido a la tristemente célebre Guerra de las Cien Horas de 1969.

La mayor afluencia en nuestro país de hondureños que de salvadoreños en Honduras, se explicaba por la falta de carreteras en una zona de sierras y montañas como es toda la parte sur del Departamento de Lempira. En toda la zona hondureña aledaña a Cabañas y Chalatenango, la moneda salvadoreña circulaba tal vez más que la propia hondureña.

A lo largo de la frontera había una serie de pequeños puestos de embarque para atravesar el Río Lempa. Yo mismo de pequeño, crucé el Río, en el llamado Puerto de Don Florentino, en una maltrecha barca sujetada en la parte superior por un cable y movida por remos y cuyo pasaje costaba 10 centavos de colón. Las bestias sin montura y el ganado eran tirados al agua y arriados por tremendos nadadores que pasaban a nado el río, lo que en invierno constituía una verdadera hazaña y una real amenaza para su seguridad personal y de los animales.

Con la guerra del 69, todo el tráfico y comunicación entre salvadoreños y hondureños por aquella zona quedó totalmente paralizado. Tuvo que pasar bastante tiempo después de reestablecidas las relaciones diplomáticas entre los dos países, para recuperar la confianza de tiempos pasados entre los pueblos.

Sin embargo, a mediados de los ochenta el intercambio volvió, a pesar del conflicto interno salvadoreño. Para entonces, la necesidad de un puente era necesaria para ponerse a tono con los tiempos.

Dejando a un lado la modestia, debo confesar que fui yo el “idealista Ramiro” o como me llamara mi hija “El quijote de Cabañas”, quien desde entonces comenzó a soñar con un puente moderno por el que transitara todo tipo de vehículos y junto al cual se estableciese un puesto fronterizo formal.

Aquella idea la expresé a las comunidades de San Marcos y de Nombre de Dios reunidas por primera vez en la casa de mi Padre Gerardo en 1988, cuando conformamos un Comité pro mejoramiento de ambos cantones. Desde entonces, en cualquier solicitud a las autoridades departamentales para una obra a favor de tales comunidades, la idea de construir un puente estuvo siempre presente. En varias de aquellas reuniones estuvo presente el Padre Juan Mendoza otro quijote que ha venido luchando por el desarrollo de aquellos cantones crónicamente olvidados por los gobiernos de turno.

Mi sueño era construir el puente en el Cerro El Cajón, donde el Río Lempa pasa al fondo de la mitad del cerro, partido por la naturaleza y que es totalmente plano del lado salvadoreño.

Durante el año 2002 y parte del 2003, cuando fui candidato a diputado por el Partido Acción Popular, propalé aquella idea en diversas reuniones públicas.

Más tarde, como Presidente de la Asociación Nuevo Cabañas y miembro del periódico radial y escrito “La Macana” construir un puente con apoyo de la cooperación internacional fue un estribillo constante y hasta obsesivo de mi parte.

Doce años después, en al año 2,000 después de un acercamiento entre las poblaciones de Mapulaca y Victoria y aprovechando la experiencia de Toni “El Suizo” Ruttimann, se llevó a cabo la construcción de un puente de hamaca que fue inaugurado como el “Puente del amor” por todas las muestras de entrega de parte de la población que trabajó de manera incansable para verlo hecho realidad.

Los alcances de aquella experiencia se describen de manera exhaustiva en el sitio http://www.rlc.fao.org/es/desarrollo/particip/doctos/libro1/puente.pdf .

Has sido veinte años más tarde, que aquella idea loca de un puente formal se vio concretada como parte de un proyecto binacional entre El Salvador y Honduras, con la aportación monetaria de la Unión Europea y de ambos gobiernos.

El nuevo puente de unos noventa metros de largo, bautizado con el nombre de "Puente La Integración", del que presento fotografías en esta página, fue inaugurado el 24 de julio pasado, con la complacencia de los vecinos de ambos países.

El puente es mayormente utilizado por hondureños que vienen hasta Sensuntepeque en busca de servicios médicos, recepción de remesas y realización de otras transacciones comerciales.

Sólo el día del encuentro de fútbol entre Honduras y El Salvador, como parte de la última Hexagonal, pasaron por el nuevo puente unos 1, 500 hondureños en una gran caravana vehicular, demostrando que también el turismo será un rubro importante de intercambio a través de esta importante obra.

No me queda más que reconocer la labor de los funcionarios públicos de ambos países, de la Unión Europea y de las personas que pusieron su empeño para que esta obra fuera una realidad.

Invito a los lectores, especialmente a la gente de Cabañas en el exterior, a darse una vuelta por el nuevo puente y gozar de un baño en las azufradas aguas del Río Gualquiquira del que presento también fotografías y que está ubicado entre el Cantón Paratao, jurisdicción de Victoria y el Cantón San Marcos del Municipio de Sensuntepeque.


Por favor, conteste la encuesta que aparece en la parte derecha de esta página. Gracias.


lunes, 7 de septiembre de 2009

RASGOS CULTURALES SALVADOREÑOS

INCURSIÓN POR LA CAMPIÑA SALVADOREÑA


Un anono silvestre

(Con un klick aumenta el tamaño de la foto)



Tunquito para pupusas



Matas de tunquitos floreadas



Matitas de higuerillo



Insecto en la maleza






NUESTROS PARTIDOS POLÍTICOS, CAMINAN COMO EL CANGREJO

Las sociedades democráticas se caracterizan por tener un sistema político muy desarrollado, con partidos políticos fuertes, bien organizados y responsables.
Los Estados Unidos de América lo queramos o no, han sido ejemplo en esta materia. Y aunque tienen un sistema bipartidista, la polarización que en momentos de campaña parece aflorar con vehemencia, logra ser superada mediante entendimientos en temas de utilidad pública o de gran implicación para el conglomerado.
En el caso salvadoreño, nuestra “clase” política camina hacia la democracia, como el cangrejo, dando pasos para los lados y no para adelante; y a veces, si se da un paso para adelante, pronto se dan dos para atrás.
Veamos algunos ejemplos:
Después de 16 días de estar acéfala la Corte Suprema de Justicia, el 15 de julio pasado, los diputados por fin eligieron a los magistrados de la Sala de lo Constitucional, a una magistrada de la Sala de lo Civil y a los ocho suplentes. En esta tarea tuvo que intervenir el Presidente de la República ayudándoles a los diputados a hacer la plana, o más bien a las cúpulas de los partidos, que son los que parecen decidir estas cosas.
En cuanto a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, la tarea estuvo más fácil al lograr ponerse de acuerdo las fuerzas políticas para elegir a los cinco magistrados propietarios y a los cinco suplentes. Sin embargo, se atropelló también el espíritu de la Constitución al no respetar el mandato de que: “Tres magistrados deben ser nombrados a propuesta de los partidos políticos que obtengan los primeros tres lugares en la última elección presidencial”.
En la situación actual, al no haber participado tres partidos en las elecciones, sino sólo dos, los candidatos debían ser propuestos sólo por el FMLN y ARENA. Sin embargo, el tercer candidato propietario y el suplente fueron propuestos por el PCN y el PDC y elegidos como fruto de la aritmética legislativa.

El resultado de esa elección fue más de lo mismo, con mayoría por parte de la derecha, que probablemente seguirá manipulando los procesos electorales, como lo ha sabido hacer en el pasado.
En cuanto al Fiscal de la República, se han cumplido cuatro meses y varios días de estar vacante el puesto titular del Ministerio Público, a pesar de las excusas de los dirigentes de los partidos y de la Comisión Política de la Asamblea para no elegirlo.
La elección del fiscal, constituye un nudo que saca a flote los intereses partidarios. Hay quienes piensan que el ex partido de gobierno desea asegurar un funcionario que no escarbe mucho sobre las actuaciones pasadas en temas como: corrupción y violación a derechos humanos.
¿Y qué se puede decir del FMLN? Pues a mi modo de ver, ha caído en la trampa de la negociación “suma cero”, es decir que espera ganar de manera absoluta, motivado por la fuerza que le da la participación en el gobierno, de la que como es normal se siente fortalecido.
En días recientes, aparecieron sonrientes los jefes de fracción y miembros de la Comisión Política de ARENA y del FMLN, indicando que pronto se pondrían de acuerdo y llevarían a cabo la elección. Esas caras alegres pronto se volvieron un tanto flácidas demostrando que los partidos denominados más grandes, no son capaces de salir de sus trincheras y llegar a un acuerdo concertado. Ha tenido que ser la intervención del Presidente como se ha anunciado, la que mediará de nuevo, tal vez un tanto en contra de lo que los líderes del Frente esperaban,y con la satisfacción de ARENA que sabe que puede obtener mayores réditos respecto a sus demandas para el Ejecutivo.
Por otra parte, el PCN que es la tercera fuerza en la Asamblea, comenzó a reclamar desde hace unas semanas, por el posible arreglo a solas del FMLN y ARENA para tratar el tema de la elección del Fiscal. Este partido amenazó con bloquear el proceso en la Comisión Política si en la negociación no participaba el Presidente Funes y que podría romper la alianza de derecha, conformada por ese partido, ARENA y el PDC. Esta es la conocida táctica del "Partido Taxi " que trata de sacar ventajas o dádivas a su favor sin tener una fuerza ganada en las urnas. No sería remoto que este partido pronto comience a coquetear con el FMLN y le apoye en algunas votaciones, pues sabe que ARENA al no ser partido de gobierno ha perdido parte del poder que ostentó en los últimos decenios.
Volviendo al tema de la elección, me uno a los que se preguntan, si entre la lista votada por los abogados no existen personas capaces, con un historial limpio y que además de los otros requisitos que establece la Constitución de la República, sean de moralidad y competencia notorias.
Lo que está claro, es que la no elección en tiempo, es una clara violación a la Constitución de la República, que en su artículo 131, ordinal 19°, establece: Elegir al Fiscal entre otros funcionarios, en el tiempo previsto.
Por otra parte, la falta de elección mantiene en el cargo a un Fiscal Adjunto desarrollando un ejercicio indefinido de funciones de titularidad que no le corresponden, y que según entendidos en la materia constituye un fraude a la Constitución.

Otro paso para adelante, de nuestros políticos, pareciera ser la apertura para modificar el Código Electoral y conformar los Concejos pluralistas en las municipalidades. Esto significaría distribuir los principales cargos del Concejo Municipal y asignar una proporción mayoritaria de puestos al partido que gane la elección, pero otorgar también proporcionalmente el resto de puestos, a los demás partidos según el número de votos alcanzados. Veremos si esta aparente disposición democrática, logra concretarse o si ha sido sólo una pantomima politiquera, para justificar el retardo en la elección del fiscal.
Por otra parte, en los próximos días se espera que aparezca en la escena política, el envío del nuevo presupuesto por parte del Ejecutivo a la Asamblea Legislativa y la necesidad de aprobar recursos procedentes de préstamos externos para su financiamiento, así como probablemente una propuesta de reforma fiscal para asegurar nuevos ingresos al fisco. Lo que de nuevo pondrá a prueba, el nivel de concertación de los partidos mayoritarios.
No hay duda que el pueblo supo elegir a un Presidente que no lidera un partido político como sucedió con anteriores gobiernos y que no está dedicando tiempo a la conducción de su partido, sino que parece estar desarrollando su labor con mucha responsabilidad, como lo considera también el pueblo , dándole un elevado nivel de aceptación al cumplirse los primeros cien días de gobierno.
En cuanto a la política partidaria, estaremos atentos a observar los niveles de entrampamiento o la capacidad para dar otro pasito adelante por parte de los dirigentes de los dos grandes partidos, con soluciones más maduras que dejen atrás la confrontación y la polarización exacerbadas.

-
-


CÓMO TE EXTRAÑO


Aquel día trece de agosto

por más que toqué a tu puerta

no abriste,

ni diste señales de vida.


A lo mejor emprendiste

cual débil mariposa,

un largo camino

por valles y montañas.


De nada sirvieron

los buenos propósitos

pegados con la saliva

de tus mentiras

y de tus engaños.


Sé que por tu instinto

podrás llegar muy lejos,

aunque en tu camino

dejes pedazos de tus alas.


No sé si volveré a mirarte

y a tocar de nuevo,

tus manos y tus mejillas…


Pero si un día vuelves,

encontrarás escritas

en el dintel de tu puerta,

tan sólo dos palabras:

te amo.

-



IDENTIDAD CULTURAL SALVADOREÑA


Más de alguna vez habremos escuchado que sólo hay dos elementos con los que los salvadoreños nos identificamos de manera particular, uno es escuchar nuestro himno nacional, especialmente si estamos fuera del país, y el otro, ver ganar a la “Selecta” frente a selecciones como la de México, cuando sucede un milagro.

Hablar de identidad cultural es adentrarnos en un campo bastante complejo. Existen algunos trabajos sobre el tema de la identidad salvadoreña, muy pocos por cierto. Rolando Vásquez Ruiz ha escrito un artículo interesante sobre la identidad sociocultural salvadoreña. Me gusta una de las definiciones que Rolando considera sobre identidad cultural, tomada de Enrique Gomáriz, psicólogo, sociólogo e investigador connotado, que dice: “Identidad cultural es el conjunto de formas posibles de producir y transmitir los sentidos simbólicos que caracterizan a un conjunto social y le permiten reconocerse y ser reconocido por otros”.

Rolando, por su parte, señala que la identidad salvadoreña de finales del siglo XX y XXI, es muy diferente a la de los tiempos pasados. Que en esa transformación de la identidad nuestra, han incidido la pasada guerra civil y los Acuerdos de Paz, la migración a los Estados Unidos, las urbanizaciones y la globalización.

El autor señala que lo que más ha cambiado en la historia reciente de los salvadoreños, es la cultura material. Por otra parte, trae a cuento lo que algunos científicos sociales han señalado: que la persona salvadoreña contemporánea posee una cultura débil o frágil que le hace ser permeable a otras culturas foráneas, lo que también puede explicar la tendencia a ser objeto de transculturación o desculturación, así como ser fácil presa de ideologías externas, llámense: liberalismo, neoliberalismo e inclusive socialismo. Hasta acá lo expuesto por Rolando.

En el campo de la cultura inmaterial y lo que la UNESCO denomina patrimonio cultural inmaterial, se consideran: “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural”.

En el ámbito de la cultura inmaterial caben también otros elementos como las tradiciones, los mitos, las costumbres e incluso el lenguaje y otras formas de comunicación.

Otros autores señalan de manera más específica, que las tradiciones y expresiones orales como la música, danza, los usos sociales, los rituales, los actos festivos, etc., al ser trasmitidos de generación en generación y ser reconocidos por los propios colectivos sociales, pueden pasar a formar parte de la identidad. Y esos elementos identitarios descansarán principalmente en la mente humana, como depositaria de tal patrimonio, que deberá estar siempre recreándose y vivificándose.

Con ese rápido marco conceptual señalo algunos hechos o fenómenos que podemos constatar en el ambiente cultural salvadoreño y que tienen que ver con la identidad o posibles identidades de la persona salvadoreña en la actualidad.

En cuanto a la cultura material son innegables los cambios de nuestra geografía, transformada por la naturaleza y por la misma mano del hombre que ha depredado de manera inmisericorde nuestros recursos naturales. Para poner un ejemplo, los ríos majestuosos y las fértiles campiñas que describiera David Joaquín Guzmán en la Oración a la Bandera en 1925, han pasado a ser ríos sucios y campiñas áridas o degradadas. Y en cuanto a las construcciones, los terremotos y los inclementes fenómenos climatológicos han contribuido a que el cemento armado y otros materiales industriales hayan terminado con las frescas y amplias construcciones de adobe, de bahareque y de teja de otros tiempos.

Pero también la denominada civilización moderna ha modificado la cultura de nuestros ancestros basada en la agricultura y en las técnicas artesanales, por una producción basada en el uso indiscriminado de químicos y otras prácticas destructivas del medio ambiente.

Lo descrito y otros fenómenos, han modificado sustancialmente el paisaje cultural salvadoreño, del que nos hablaban escritores brillantes como Arturo Ambrogi (1874-1936), Alfredo Espino (1900-1928), Claudia Lars (1899-1974) o Salvador Salazar Arrué (1899-1975).

En otras palabras, los desastres naturales y la mano del hombre, han transformado el territorio salvadoreño. Y la migración ha hecho que una tercera parte de la población esté fuera del territorio nacional y rompa de alguna manera, el nexo directo con elementos de nuestra cultura material e inmaterial.

Desde el punto de vista histórico y etnográfico y retomando lo que ya algunos estudiosos han expuesto, se puede decir que en El Salvador, la población en su mayoría es mestiza y no existen comunidades representativas de indígenas o de negros, como en los otros países de Centroamérica. Que aunque las facciones de la mitad de los salvadoreños sean de tipo indígena, por razones sociológicas y hasta políticas, casi nadie se identifica con tal grupo racial. Es decir, que desde un punto de vista antropológico social, casi todos nos consideremos “mestizos” o “ladinos” y pronto muchos probablemente se considerarán medio gringos, medio canadienses, o medio australianos, etc.

El fenómeno del mestizaje hace que no seamos chicha ni limonada, sino una especie de refresco de ensalada de los que vendían en nuestros mercados. Y ese fenómeno de tener un poco de todos, es tal vez una de las razones de fondo, como lo señalan algunos autores, que explican la predisposición para asimilar prácticas en diversos campos de otros grupos extranjeros. Así, buena parte de la población se identifica con la música mexicana, con la música en inglés, con la cumbia, con el regué, etc.; otros, adoptan fácilmente las modas y algunas prácticas estadounidenses, como el gusto por la comida rápida, el vestido; otros, también se identifican con prácticas revolucionarias a lo cubano o venezolano (Como el caso de un alcalde que porta banderas extranjeras en su gorra); y a nivel deportivo es admirable la gran afición por equipos como el Barça o el Real Madrid, etc, etc.

Por otra parte, es notorio como al salvadoreño, hablo en términos generales, le caracteriza la sobrevaloración de lo extranjero, adoptando muchas veces una posición de malinchismo frente a muchos artistas, académicos, consultores, sacerdotes, pastores, futbolistas, periodistas, etc. menospreciando muchas veces, a salvadoreños con similares o mayores capacidades.

Pero no todo está perdido, creo que de lo nuestro quedan algunas costumbres en el campo gastronómico que será difícil eliminar. El consumo de nuestros frijoles, de nuestras tortillas, de nuestras pupusas hechas con diversos ingredientes, de nuestros tamales con gallina, de la yuca con chicharrón etc., delatan nuestra identidad, a tal grado que hasta muy lejos proliferan ahora lugares de venta para comer un platillo típico salvadoreño. Quién de los salvadoreños en el exterior no añora, una guacalada de shuco o de atol de elote, un poco de chilate con nuégados, una porción de pan de maíz o quesadilla de masa, una horchata o una mariscada al estilo Pema…

En el tema de tradiciones y valores, muchos rasgos que se identificaban como “nuestros” han entrado en sería crisis. Tal es el caso de la laboriosidad que nos distinguía hasta hace algunos años y que ha sufrido gran desgaste por la vida fácil de muchos que reciben remesas. Lo mismo se puede decir de la honradez que caracterizaba a nuestros padres y abuelos, ahora amenazada por la cultura de la animalada, del chantaje extorsionista y del irrespeto a la vida que es notorio en algunos grupos indeseables, que amenazan seriamente nuestra cultura.

Debe aclararse que muchos valores son difíciles de conservar en una sociedad empobrecida, fruto de las condiciones socioeconómicas de concentración de riqueza y de marginalidad existentes.

Sin embargo, no creo que todo esté perdido en el campo cultural. Es de reconocer el trabajo que se hace en las fiestas patronales de nuestros pueblos para dar realce a lo autóctono; así como reportes periodísticos televisivos y programas de radio que trasmiten música, literatura y folklore salvadoreño.

Esperamos que llegue el día en que cada medio de comunicación será consciente de mantener un programa al menos semanal que ayude a fomentar, mantener o rescatar nuestros valores culturales.

Ojalá que en esta nueva etapa histórica, los líderes de las comunidades, las organizaciones de la sociedad civil, los maestros, las autoridades locales, la Secretaría de Cultura, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Turismo y otras entidades competentes, redoblen sus esfuerzos por recuperar y conservar nuestro patrimonio cultural y los rasgos culturales que nos identifican y distinguen a los salvadoreños.




Por favor, conteste la encuesta que aparece en la parte derecha del blog. Gracias










domingo, 26 de julio de 2009

VIVIMOS AÚN


LAS MILPAS EN NUESTROS CERROS



Milpa floreada en julio
(Con un clik aumenta la imagen)



Milpa floreada en la ladera



Milpa en desarrollo



HASTIADO, HARTO, FASTIDIADO


Hace unos días recibí un correo de un amigo que me preguntaba si se me acabó la gasolina o la cuerda, pues ya no ha visto escritos en mi blog. En verdad, han pasado casi dos meses sin algo nuevo en mi página.

La explicación para no escribir sobre la situación del país, no es que haya metido la cabeza en la arena como el avestruz. He seguido paso a paso los acontecimientos nacionales e internacionales más vinculados a El Salvador y he leído artículos de opinión de los unos y de los otros. Por supuesto que cada quien lleva agua a su molino queriendo mostrar la realidad a través de sus anteojos, a cual más saturados de ideología.

Lo único que me ha dado descanso en estos dos meses de la Administración Funes, es no seguir oyendo y viendo a través de los medios, tanta promoción personal y arenesca del Presidente anterior.

Considero que Funes con buen sentido y sensibilidad, está actuando bien. Al Presidente, a los ministros y a todos los funcionarios públicos, les paga el pueblo para que trabajen y no para que se promocionen.

Volviendo a mi situación anímica, puedo decir que después de una campaña de casi dos años quedé hastiado, harto, fastidiado… o como dicen nuestras viejitas, empachado de tanta propaganda, de tanta media verdad y media mentira, de tanta sinvergüenzada de los politiqueros…

Lo que sostuve en mis artículos y comentarios radiales sobre un gobierno nefasto y populista como el anterior, lo demuestran los diferentes informes de las nuevas autoridades que revelan cómo encontraron los ministerios y entidades autónomas. El gobierno anterior vació las arcas del Estado. Mucho del dinero logrado con artimañas para contratos a escribidores en medios de derecha y cobro de dinero en plazas fantasmas, se utilizó en la millonaria campaña arenera.

Volviendo a mi fastidio, me da pena que el pueblo sea víctima de tanto aprovechado(a) que metido en un partido político cambia de un puesto a otro. De alcalde o alcaldesa a diputado(a), de diputado(a) a ministro(a), de ministro a magistrado(a), etc, etc. Y esto es aplicable también al Partido FMLN.

Al final todos esos y esas “líderes” terminan tan adinerados (as) como los ricos de la burguesía o de la clase dominante que muchos catalogan como el peor enemigo a vencer. Pero no sólo eso, terminan al final en el cementerio de los ilustres y en las páginas de la historia escritas por los mismos comparsas.

¿Y los luchadores sociales que no pertenecen a un partido?. Para esos no hay espacio, aunque tengan mucha capacidad, instrucción, credibilidad y honradez notoria, como dice la Constitución de la República.

Esto no lo digo, porque en mi caso no me hayan ofrecido algún hueso. Lo expreso, porque para tener un cargo público en este país se necesita vestirse con la camiseta de los partidos o movimientos políticos. Y así vemos en cargos importantes, a personas que comparadas con otras, tienen poca formación y capacidad, pero les sobra el apoyo partidario. Como si la cosa pública fuera propiedad de los partidos o movimientos políticos.

¿Y que pasa con el pueblo llano, que se faja en el duro trabajo diario, con el que se llenan las plazas en los mítines y que sirve de boca de cañón en las revueltas?. A ese le seguirán dando bombones de consigna, canciones de protesta por la radio y banderitas de colores vivos para que vote en las próximas elecciones.

Como yo apoyé de alguna manera al Presidente Funes en la campaña, tanto en mis comentarios de radio, como en mis escritos y exposiciones en otros ámbitos, algunas personas me han preguntado: ¿Y Ud. qué cargo va a pedir? Como si uno, al tomar posición lo hiciera porque quiere conseguir un “hueso”… Sin embargo, esa es la pauta que nuestros políticos tradicionales han impuesto en la práctica.

Hay razón para que mucha gente vea la política como algo sucio o como lo dijimos acá en este blog, como algo chuco.

Ahora le toca a la Administración Funes, a su equipo de Gobierno y a los del FMLN, demostrar que ellos tratarán de actuar un poquito menos peor o “menos pior” como dice nuestra gente, que los que estuvieron al frente del país por veinte años.

Debo decir que el Presidente Funes y algunos miembros de su gobierno como Edín Martínez, Munguía Payés, Napoleón Duarte hijo, merecen todo mi respeto y apoyo. A otros, que no les conozco personalmente, les doy el beneficio de la duda. Ojalá que a todos los haga trabajar de verdad el Presidente, como espera el pueblo salvadoreño.

-

-

CUANDO TÚ MÁS ME QUIERAS


Cuando tú más me quieras

sembraré nuestro árbol en el huerto.

Lo regaré con esmero cada día.

Lo limpiaré de malezas.

Y esperaré a crezca sin estorbos,

sin hongos, ni bacterias.


Al debido tiempo,

podaré sus ramas

y esperaré con ansias

a que broten sus frutos.


Más tarde,

cobijará su sombra

el paso de los días

y todos los detalles

de nuestros encuentros.


Llegarán las chiltotas

y otras aves bullangueras

a posarse en sus ramas;

y los inquietos colibríes

a chupar el néctar de sus flores.


En las noches oscuras,

le alumbrarán con sus luces

las luciérnagas.

Entonces,

cuando muevan sus hojas

las acompasadas brisas

llegadas desde el sur,

él será el único testigo

de nuestros abrazos

y de nuestros besos.


Ramiro Velasco, julio 2009

-

-



EL CHUCHO CON RABIA


La distancia desde nuestra casa al sitio donde trabajaban aquel día mi padre y mis hermanos mayores era de unos cuatro kilómetros. Tomando un atajo o un “deshecho” como le llamaba la gente del Cantón, el tiempo de camino podría durar unos cuarenta minutos.

Que los niños se distrajeran fácilmente por ir mirando los árboles en busca de un panal, de un pájaro o de un garrobo para tirarles piedras, era algo normal. En ese caso, el recorrido hasta las cercanías del Río Lempa podía durar una hora y más.

Aquel día por primera vez, me había tocado a mí solo llevar el almuerzo. Lo que representaba un gran reto en un hogar mayoritariamente masculino, en el que cualquier flaqueo era motivo para que a los cipotes se nos tildara de “nenita” o de “mariquita”.

Para colmo, mis compañeros inseparables, los perros de la casa, habían salido desde muy temprano con los mayores de la familia. El grupo de trabajadores se encontraba a pocas cuadras del Lempa. Hasta allá había que caminar con aquel pesado chinto de tortillas al hombro y aquella olla con sopa de frijoles en la mano, que para colmo, había que llevar en forma vertical para no derramar el líquido.

Los niños que éramos fácil presa de tanta historia de miedo, temíamos siempre que nos saliera en aquellos campos: el tigrillo, la siguanaba, el cipitío, el cadejo, el muluz o el chucho con rabia. El único remedio en caso de sentir algún miedo en el camino, era rezar unos padresnuestros y unas avemarías.

Esta vez, sin embargo, al salir de casa no me sentía expuesto a mayor peligro, tal vez porque hacía un sol esplendoroso y porque acababa de cumplir doce años y por lo tanto, tenía que comportarme como todo un hombrecito.

Se podía llegar al lugar de destino por dos caminos, por el camino real, pero eso implicaba más vuelta. Esa ruta se hacía cuando uno iba a caballo.

Como ésta era mi prueba de fuego, para demostrar mi valor, opté por el camino más estrecho y más aislado y por el que llegaría más rápido.

Tenía que pasar al menos dos pequeñas quebradas, la primera era la del Chagüite que nacía en la propiedad de Ignacio Amaya y la segunda, situada en el terreno de Don Simeón. Más adelante, bordearía la quebrada de El Cimarrón que en el invierno era un verdadero río.

En el camino, había dos pasos a los que les tenía miedo. Uno era la Puerta del Carao, con la que se iniciaba el terreno de “La Aserradera”, propiedad de la familia. Mi temor se debía a que allí me encontré una vez, una culebra bejuquilla de color verde, delgada pero muy larga que al abrir la puerta de golpe, casi me salta encima.

Pero el sitio de mayor temor era el Coliguanal. Un bosque espeso de varias manzanas de extensión, con árboles que llamaban “coliguana” y que se encontraba como a un kilómetro antes de llegar al otro terreno de la familia, conformado por dos pequeños cerros y algunas partes planas hasta llegar a los terraplenes del Lempa.

Con la mejor decisión salí de casa como a las once la mañana. Pasé sin problema El Chagüite y El Carao. Llegué frente al Cerrito hasta la Puerta del Flor, en donde terminaba aquel terreno. Después de unas dos cuadras, me encontré con el cruce de dos caminos. Uno daba hacia el Caserío de Los Ruizes y el otro hacia El Coliguanal. Tomé este último, a mano derecha y a las pocas cuadras pasé la fría quebrada de Don Simeón cuyas aguas nacían en La Montañita.

No había salido de entre los matorrales, cuando apareció de repente a medio camino, un perro color amarillo oscuro, de normal tamaño, con la cola entre las patas y con la lengua de fuera. Sus ojos estaban rojizos. Se miraba muy agitado y dispuesto a atacar. Para mí, aquel no era otro más que el bendito chucho con rabia.

Con aquella pesada sebadera al hombro, mi primera reacción fue agarrar bien el palo que me servía de defensa personal y pasarlo a la mano derecha, en la que traía la olla de comida. Pero pronto me di cuenta que no podía hacer mayor cosa. Entonces puse la olla en el suelo y muy rápidamente recogí una piedra casi sin desprender la vista de aquel feroz animal. Y sin pensarlo más, se la tiré con todas mis fuerzas, dándole justamente en una pata. Aquel animal dio un fuerte alarido y un pequeño giro hacia atrás. Yo hubiera querido tener una pistola y dispararle de una vez todas las balas.

Fue en aquel justo momento cuando apareció de pronto un hombre machete en mano, que al oír al perro condolerse, miró hacia delante y se encontró conmigo. -Vé me dijo, ¿por qué atacas a “juguete”, no sabés que es mi perro?. Aquel hombre era Tío Nicho que como de costumbre, venía de matar lisas con bombas de clorato en las aguas del Lempa.

-Mirá cipote, me dijo elevando la voz, si más me matás al perro. Ahora le voy a poner la queja a Gerardo (mi padre) y le voy a decir que te dé una buena pitiada por maltratar al pobre animal. Y es mejor que vayas caminando, si no querés que vaya a decírselo ya.

-Sí tío, le contesté, lo que pasa que creí que era el chucho con rabia.

-No, me dijo, ese lo ví que venía allá por el Coliguanal. Para allá vas, ¿verdad?.-Si, le contesté, a punto de llorar.

-Bueno, a ese debieras matar si sos tan cachimbón…

Tras aquel regaño y un tanto avergonzado, no sé como crucé aquellas veredas lleno como nunca de verdadero espanto.

Estaba a punto de llegar al Coliguanal... Pero de pronto, todo cambió para mí. Al subir la última cuesta apareció uno de mis hermanos que llevaba la misión de encontrarme, pues mi padre y mis otros dos hermanos pensaban que me había extraviado con la comida.

Ya reunidos todos, les conté que casi mato al chucho con rabia, pero que resultó ser el perro de mi Tío Nicho. Mis hermanos tuvieron buen motivo para reírse a carcajadas con aquella historia.

Sin embargo, desde aquel día, comenzaron a respetarme y a tomarme más en serio, pues para ellos yo era muy valiente al caminar sólo por aquellos desolados caminos.



Nota: Conteste por favor, la pregunta al lado derecho del blog. Gracias