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Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

martes, 14 de enero de 2020

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA



NUESTRAS PASCUAS NAVIDEÑAS













CELEBRACIÓN DEL DÍA DE REYES EN SAN MARCOS, SENSUNTEPEQUE, EL SALVADOR (Pequeño Reporte)
Unas dos semanas antes de que falleciera este año, mi tío Monseñor Clemente Barrera Rivas, le llamé para preguntarle cómo se sentía, después de una operación quirúrgica. Muy contento me contestó: -Ya he comenzado a caminar y me siento bastante bien. -Tiene que estar bien el 5 de enero para la celebración del Día de Reyes, le contesté. –No sé, me dijo de nuevo él, quién sabe que me haya recuperado para esa fecha, para hacer ese viaje. -Pero, si no, vas tú, me dijo con un tono de cariño… Unos días después, el 3 de noviembre pasado, después de que le hospitalizaran de emergencia, murió faltando 25 días para que cumpliera los 94 años de edad.
Durante mucho tiempo, aquel sacerdote visitó el Cantón San Marcos que se ubica al norte de Sensuntepeque, como una pequeña meseta quebrada, entre los cerros de Chunte, Nombre de Dios, Victoria y el Río Lempa que hace frontera con Honduras. Primero, para acompañar a los alumnos que egresaban de noveno grado y que le nombraban Padrino de Promoción y después, para celebrar el Día de Reyes, desde la tarde del 5 de enero y del propio 6 de enero con una misa solemne.
En aquel cantón humilde, un tanto extraviado, nació su primo el Segundo Obispo de Santa Ana, Monseñor Benjamín Barrera y Reyes y él, Monseñor Clemente, como el fruto de familias cristianas que crecieron como las flores del campo, en un ambiente de tranquilidad y belleza natural.
Desde la fecha de su funeral, en el Santuario Nuestra Señora del Rosario, de Santa Ana, le prometimos a su hermano Juan Antonio Barrera, que haríamos lo posible por ayudar a celebrar en el cantón “El día de Reyes”, en memoria del querido tío Monseñor Clemente.
En la celebración de este año, contamos con la participación del Sacerdote Pedro García, Párroco en la UNICAES, Universidad Católica de Santa Ana.
El Padre Pedro, es un sacerdote joven que de ser miembro de la Congregación Salesiana y directivo de la Universidad Don Bosco en El Salvador, pasó a formar parte del clero diocesano de Santa Ana. Tiene estudios superiores en Roma y está a punto de graduarse como Doctor en Teología.
Al Padre Pedro, lo llevamos en el año 2,000 a que celebrara la Semana Santa al mismo cantón, por lo que ya era conocido y muy querido por aquella comunidad.
Este 5 de enero, hicimos el viaje desde Santa Ana por la Longitudinal del Norte hasta Sensuntepeque y de allí tomamos la calle tipo montaña que de esta ciudad conduce al Cantón San Marcos. Por dicho trayecto, se puede llegar en un vehículo bastante alto en una hora y media; cosa diferente es vía Victoria, cuyo recorrido puede tardar unas dos horas y media.
Cuando llegamos al cantón, como a las 4.30 P.M. la comunidad y especialmente los niños, ya estaban reunidos para disfrutar de payaso, dulces y juguetes donados por la Alcaldía Municipal.



Pronto llegaron las 7 de la noche, hora programada para la misa solemne, oficiada por el Padre Pedro, que revestido de blanco dio una homilía que giró en torno a la Epifanía del Señor, con un mensaje catequético sencillo, pero de alto contenido teológico, adaptado al público presente.

La capilla, edificada por la gestión de Monseñor Clemente, estaba llena de feligreses con un coro formado por niñas de la comunidad y la participación de los vecinos sanmarqueños residentes en Sensuntepeque, que en esa fecha se dan cita al Cantón para hacer memoria de las celebraciones de los antepasados, para quienes esa fecha era como otra celebración de la Navidad.






Terminada la misa, un grupo de niñas y jóvenes desarrollaron una pastorela en el pequeño atrio de la iglesia; tres hombres adultos representaron los Reyes Magos y el conjunto musical, conformado por músicos del Cantón y de otros caseríos vecinos, acompañaron los villancicos y otras canciones. A partir de aquel momento, comenzó la reventada de la pólvora, donada también por la Alcaldía y que para los lugareños es la mejor señal de alegría.



En el atrio,  tuve la oportunidad  de saludar a personas que no veía desde hacía muchos años. Y pude comprobar que de mi familia Velasco, conformada por unas 50 personas hace unos cuarenta años, sólo habita en San Marcos una sobrina. Lo cual demuestra el elevado nivel de migración interna y externa de la zona.
Terminada la celebración en la iglesia, la comunidad se retiró a sus casas en donde las luces navideñas, la pólvora y la cena con tamales y pan de diferentes clases, hicieron que la fiesta llegara a altas horas de la madrugada.
En la mañana del día 6, en casa de tío Juan Barrera, tomamos nuestras duchas con agua venida del manantial que para decir verdad, no estaba muy helada. Después nos avisaron que el desayuno nos esperaba en la casa conventual de la capilla y hacia allá nos dirigimos sin tardanza.
Pero el Padre Pedro tenía que pasar la prueba de fuego que consistía en escalar el Cerro de la Cruz, un sitio talvez poco valorado por los vecinos en la actualidad. Lo que se constata al haber desaparecido el sendero que existió en otros tiempos y que ahora, para colmo de males está cercado; sin otro recurso que los excursionistas deben saltar dos cercos de alambre con riesgo para las personas poco diestras para tales lides.


La construcción de la Cruz, fue dirigida hace varios años por el Obispo Monseñor Benjamín Barrera, cuando pudo subir a bendecirla, ayudado por dos hombres fuertes que casi lo llevaban en hombros dada su avanzada edad.
Pero todo tiene su recompensa, pues desde la cima de aquel pequeño cerro existe una vista impresionante. Desde allí, se aprecian las montañas de Chunte (Cantón cercano a Sensuntepeque), de Victoria, los Filos del Cantón Nombre de Dios, la Cuenca del Río Lempa y al frente, a decenas de kilómetros de distancia, las montañas de Honduras.
La cruz, tiene un pequeño deterioro en la parte superior, efecto de un rayo y la pintura está deteriorada, por lo que se hace necesario repintarla y colocarle un pararrayos; además debería habilitarse el sendero para llegar hasta ella, con el permiso de los dueños de los terrenos para acceder desde la parte baja.
Quedó pendiente para otra ocasión, la bañada en el Río Gualquiquira, la visita al Río Lempa, situados ambos a unos dos kilómetros del centro del Cantón; una caminata por la Montañita en terrenos que en otro tiempo fuera de nuestros padres, así como por la que fuera la casa del abuelo Sotero Barrera QDDG, pues aquella donde dejamos el ombligo, es ahora un predio baldío.
Nuestra visita terminó como a las 11.30 AM cuando emprendimos con el Padre Pedro, nuestro regreso hacia Santa Ana.
Interpretando el sentir de la comunidad, nos esperan para el año próximo, si estamos vivos. Ojalá que para entonces esté mejor la calle de montaña, especialmente al subir la Cuesta Colorada y en algunas vueltas que requieren encementado para que el acceso sea más fácil (Esto para conocimiento del Señor Alcalde Edgar Bonilla y su Concejo Municipal).
Por haber revivido nuestra experiencia de cuando éramos niños y jovencitos en el Cantón, y por la satisfacción de la comunidad, muchas gracias a todos los que colaboraron para que la celebración fuera todo un éxito.

José Ramiro Velasco Barrera, enero de 2020.