NUESTRAS PASCUAS NAVIDEÑAS
CELEBRACIÓN
DEL DÍA DE REYES EN SAN MARCOS, SENSUNTEPEQUE, EL SALVADOR (Pequeño Reporte)
Unas dos
semanas antes de que falleciera este año, mi tío Monseñor Clemente Barrera Rivas,
le llamé para preguntarle cómo se sentía, después de una operación quirúrgica.
Muy contento me contestó: -Ya he comenzado a caminar y me siento bastante bien.
-Tiene que estar bien el 5 de enero para la celebración del Día de Reyes, le
contesté. –No sé, me dijo de nuevo él, quién sabe que me haya recuperado para
esa fecha, para hacer ese viaje. -Pero, si no, vas tú, me dijo con un tono de
cariño… Unos días después, el 3 de noviembre pasado, después de que le
hospitalizaran de emergencia, murió faltando 25 días para que cumpliera los 94
años de edad.
Durante mucho
tiempo, aquel sacerdote visitó el Cantón San Marcos que se ubica al norte de
Sensuntepeque, como una pequeña meseta quebrada, entre los cerros de Chunte,
Nombre de Dios, Victoria y el Río Lempa que hace frontera con Honduras. Primero,
para acompañar a los alumnos que egresaban de noveno grado y que le nombraban
Padrino de Promoción y después, para celebrar el Día de Reyes, desde la tarde del
5 de enero y del propio 6 de enero con una misa solemne.
En aquel
cantón humilde, un tanto extraviado, nació su primo el Segundo Obispo de Santa
Ana, Monseñor Benjamín Barrera y Reyes y él, Monseñor Clemente, como el fruto
de familias cristianas que crecieron como las flores del campo, en un ambiente
de tranquilidad y belleza natural.
Desde la
fecha de su funeral, en el Santuario Nuestra Señora del Rosario, de Santa Ana,
le prometimos a su hermano Juan Antonio Barrera, que haríamos lo posible por ayudar
a celebrar en el cantón “El día de Reyes”, en memoria del querido tío Monseñor
Clemente.
En la
celebración de este año, contamos con la participación del Sacerdote Pedro
García, Párroco en la UNICAES, Universidad Católica de Santa Ana.
El Padre
Pedro, es un sacerdote joven que de ser miembro de la Congregación Salesiana y
directivo de la Universidad Don Bosco en El Salvador, pasó a formar parte del
clero diocesano de Santa Ana. Tiene estudios superiores en Roma y está a punto
de graduarse como Doctor en Teología.
Al Padre
Pedro, lo llevamos en el año 2,000 a que celebrara la Semana Santa al mismo cantón,
por lo que ya era conocido y muy querido por aquella comunidad.
Este 5 de
enero, hicimos el viaje desde Santa Ana por la Longitudinal del Norte hasta
Sensuntepeque y de allí tomamos la calle tipo montaña que de esta ciudad
conduce al Cantón San Marcos. Por dicho trayecto, se puede llegar en un
vehículo bastante alto en una hora y media; cosa diferente es vía Victoria,
cuyo recorrido puede tardar unas dos horas y media.
Cuando
llegamos al cantón, como a las 4.30 P.M. la comunidad y especialmente los
niños, ya estaban reunidos para disfrutar de payaso, dulces y juguetes donados
por la Alcaldía Municipal.
Pronto
llegaron las 7 de la noche, hora programada para la misa solemne, oficiada por
el Padre Pedro, que revestido de blanco dio una homilía que giró en torno a la Epifanía
del Señor, con un mensaje catequético sencillo, pero de alto contenido
teológico, adaptado al público presente.
La capilla,
edificada por la gestión de Monseñor Clemente, estaba llena de feligreses con
un coro formado por niñas de la comunidad y la participación de los vecinos
sanmarqueños residentes en Sensuntepeque, que en esa fecha se dan cita al
Cantón para hacer memoria de las celebraciones de los antepasados, para quienes
esa fecha era como otra celebración de la Navidad.
Terminada
la misa, un grupo de niñas y jóvenes desarrollaron una pastorela en el pequeño atrio
de la iglesia; tres hombres adultos representaron los Reyes Magos y el conjunto
musical, conformado por músicos del Cantón y de otros caseríos vecinos,
acompañaron los villancicos y otras canciones. A partir de aquel momento,
comenzó la reventada de la pólvora, donada también por la Alcaldía y que para
los lugareños es la mejor señal de alegría.
En el
atrio, tuve la oportunidad de saludar a personas que no veía desde hacía
muchos años. Y pude comprobar que de mi familia Velasco, conformada por unas 50
personas hace unos cuarenta años, sólo habita en San Marcos una sobrina. Lo
cual demuestra el elevado nivel de migración interna y externa de la zona.
Terminada
la celebración en la iglesia, la comunidad se retiró a sus casas en donde las
luces navideñas, la pólvora y la cena con tamales y pan de diferentes clases,
hicieron que la fiesta llegara a altas horas de la madrugada.
En la mañana
del día 6, en casa de tío Juan Barrera, tomamos nuestras duchas con agua venida
del manantial que para decir verdad, no estaba muy helada. Después nos avisaron
que el desayuno nos esperaba en la casa conventual de la capilla y hacia allá
nos dirigimos sin tardanza.
Pero el
Padre Pedro tenía que pasar la prueba de fuego que consistía en escalar el
Cerro de la Cruz, un sitio talvez poco valorado por los vecinos en la
actualidad. Lo que se constata al haber desaparecido el sendero que existió en
otros tiempos y que ahora, para colmo de males está cercado; sin otro recurso
que los excursionistas deben saltar dos cercos de alambre con riesgo para las
personas poco diestras para tales lides.
La
construcción de la Cruz, fue dirigida hace varios años por el Obispo Monseñor
Benjamín Barrera, cuando pudo subir a bendecirla, ayudado por dos hombres
fuertes que casi lo llevaban en hombros dada su avanzada edad.
Pero todo
tiene su recompensa, pues desde la cima de aquel pequeño cerro existe una vista
impresionante. Desde allí, se aprecian las montañas de Chunte (Cantón cercano a
Sensuntepeque), de Victoria, los Filos del Cantón Nombre de Dios, la Cuenca del
Río Lempa y al frente, a decenas de kilómetros de distancia, las montañas de
Honduras.
La cruz,
tiene un pequeño deterioro en la parte superior, efecto de un rayo y la pintura
está deteriorada, por lo que se hace necesario repintarla y colocarle un
pararrayos; además debería habilitarse el sendero para llegar hasta ella, con
el permiso de los dueños de los terrenos para acceder desde la parte baja.
Quedó
pendiente para otra ocasión, la bañada en el Río Gualquiquira, la visita al Río
Lempa, situados ambos a unos dos kilómetros del centro del Cantón; una caminata
por la Montañita en terrenos que en otro tiempo fuera de nuestros padres, así
como por la que fuera la casa del abuelo Sotero Barrera QDDG, pues aquella
donde dejamos el ombligo, es ahora un predio baldío.
Nuestra
visita terminó como a las 11.30 AM cuando emprendimos con el Padre Pedro,
nuestro regreso hacia Santa Ana.
Interpretando
el sentir de la comunidad, nos esperan para el año próximo, si estamos vivos.
Ojalá que para entonces esté mejor la calle de montaña, especialmente al subir
la Cuesta Colorada y en algunas vueltas que requieren encementado para que el
acceso sea más fácil (Esto para conocimiento del Señor Alcalde Edgar Bonilla y
su Concejo Municipal).
Por haber
revivido nuestra experiencia de cuando éramos niños y jovencitos en el Cantón,
y por la satisfacción de la comunidad, muchas gracias a todos los que
colaboraron para que la celebración fuera todo un éxito.
José Ramiro Velasco
Barrera, enero de 2020.