NUESTROS CLAVELES AMARILLOS
VIVIMOS DE ILUSIONES
Ellas nos dan el
aliento
para desafiar el
peligro,
y nos trazan el
camino
para luchar cada
día
en busca de
felicidad.
Son como la
carnada
que sigue el pez
en el agua,
o como la pequeña
trampa
puesta al inocente
pajarillo,
cuando busca su
comida.
Cuántos sueños
desbordados
o cuántas
esperanzas rotas,
si disfrazadas de
engaño
un día se disipan
y caen
cual castillos en
el aire.
Mientras que de
ser ciertas,
se truecan en
ideales
que trazan el
horizonte
para emprender el
combate
hasta lograr la
victoria.
Aunque parezca
mentira,
para ellas no
existe la edad.
Ellas son el
combustible
en ese viaje tan
corto
que nos regala la
vida.
Pero si un día
aciago
ellas sin más se marcharan,
se alejarán los
motivos;
se habrá apagado
la luz…
y perdido la
batalla.
Ramiro Velasco
Octubre de 2019
APRECIACIÓN CRÍTICA
DE LA POLÍTICA SALVADOREÑA EN LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS. RECOPILACIÓN DE ALGUNOS
ESCRITOS DE RAMIRO VELASCO. (Quinta Parte)
Para dar
continuidad a la publicación de escritos relacionados con la política salvadoreña,
esta vez recopilo tres de los publicados en el año 2016.
El
propósito es una vez más, relacionar la situación actual del país y considerar
si lo que publiqué hace tres años en este caso, da visos de haber mejorado; o
si las cosas parecen ir igual.
En Enero de
2016, escribí y publiqué el siguiente
artículo relacionado con la polarización.
Los
salvadoreños, que habitamos en el país y los que viven fuera de nuestras
fronteras, tal vez debiéramos preguntarnos, si la polarización ha desaparecido una
vez que las fuerzas políticas que eran mayoritarias hasta el tres de febrero de
2019 parecen haber perdido fuerza. O si por el contrario, el fenómeno parece
estar latente, no más que hoy con cambio de actores.
LA
POLARIZACIÓN ACTUAL, LA CRISIS Y LA NECESIDAD DE UN NUEVO RUMBO PARA EL PAÍS
Se acaban de cumplir 24 años desde el
término formal del conflicto armado que tanto enlutó al pueblo salvadoreño.
Durante el decenio previo
a la guerra interna, años setenta, al menos en algunos ambientes, se
comenzaron a sentir de manera muy acentuada las posiciones cerradas, por una
parte, de la derecha conservadora que disponía de todo el poder económico y
estatal a su favor y que se resistía a permitir la apertura de
espacios de expresión y de participación política; y por otra, la conformación
de un bloque cada vez más amplio de gente de izquierda y de centro que se
rebelaba contra el estado de cosas imperante.
Yo mismo viví en carne propia esa
dualidad, pues por un lado, en la Universidad de El Salvador, donde estudiaba,
no era muy bien visto por algunos compañeros “extremistas” de izquierda a los
que llamábamos “revolucionarios de cafetín”, que sólo por el hecho de trabajar
en una institución de gobierno como el Ministerio de Educación, me consideraban
si no de derecha, al menos como alguien no confiable y afín a su ideas;
mientras que en el Ministerio, a todo el que estudiaba en aquella universidad
se le consideraba un tanto “rojillo” o izquierdozo.
Seguramente, que lo que refleja mi
vivencia se repetía en otros ambientes y se fue agudizando conforme se entró y
avanzó en el conflicto armado.
Durante el conflicto, aquellas
posiciones encontraron su resonancia en los dos bandos en lucha, mientras que
la mayor parte de la población por diversas razones trataba de no tomar
partido, al menos en términos de militancia.
Llegada la firma de los Acuerdos de
Paz, las posiciones antagónicas de izquierda y derecha, no necesariamente por
su índole ideológica, fueron aumentando más por el lado de las simpatías ya sea
hacia los llamados revolucionarios que habían abogado por cambios
estructurales, como de los conservadores que se aferraban al estado de cosas
existente y hablaban más de construir la democracia por medios pacíficos.
Y aunque la firma de los Acuerdos de
Paz, permitió cambios radicales, aquellos se dieron sólo a nivel de la
super estructura, entendida ésta como lo sostiene el marxismo. Dichos cambios se
operaron especialmente en la esfera política con conquistas importantes a nivel
constitucional especialmente en el sistema de partidos, sistema electoral,
organización del estado y del gobierno, modificación de roles de algunas
instituciones y la creación de otras nuevas. Pero de ninguna manera se llevaron
a cabo cambios radicales en la estructura económica, como tanto se
había insistido durante la lucha armada. Como lo sostiene Álvaro Artiga, en su libro
El Sistema Político Salvadoreño, “Con los Acuerdos de paz, un nuevo régimen
político con rasgos híbridos se instauró”.
Una vez “Alcanzada la paz”, como
ingenuamente se pensaba, las posiciones polarizadas mantenidas durante el
conflicto, encontraron un nuevo nicho tanto en el Partido Alianza Republicana
Nacionalista “ARENA” para los conservadores, como en el nuevo Partido Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional “FMLN” que copió hábilmente el
nombre del movimiento revolucionario que sostuvo con éxito la lucha armada y
que incluía entonces una izquierda unida, que aglutinaba a varias tendencias
ideológicas.
Con los años, después de una especie
de “purga interna” de varios dirigentes importantes en el nuevo partido de
izquierda, fue predominando la tendencia del Partido Comunista que en la
actualidad lidera al partido gobernante. Sin embargo, como opinan algunos, el
Frente visto desde su dirigencia se ha ido transformando en una empresa
partidaria que parece en la práctica haber absorbido y disfrutado de los
manjares del liberalismo económico y de las ventajas de manejar la cosa pública
(el gobierno) por muchos años a nivel local y en los últimos tiempos a nivel
nacional, manteniendo lo “revolucionario” sólo a nivel de discurso para tratar
de mantener unidas a sus bases.
La lucha de la derecha mediante ARENA
y de la izquierda por medio del FMLN y la transformación de ambos institutos
políticos en verdaderas maquinarias electorales, han caracterizado
en veinte años al sistema político salvadoreño, dándole primacía a los dos
partidos y a sus intereses mediante el gane y disfrute del
poder e incidiendo en un nivel elevado de polarización que repercute
fuertemente en la convivencia social.
Por otra parte, aunque en el espectro
político partidario, el peso de los partidos ARENA y FMLN no es total, al menos
formalmente; la “habilidad perniciosa” de los dos partidos mayoritarios
mientras han ostentado el gobierno, ha sabido “comprometer” el apoyo de la
tercera fuerza política, especialmente en las decisiones que requieren mayoría
simple en la Asamblea Legislativa. Así sucedió con el apoyo incondicional que
el Partido de Conciliación Nacional (PCN) denominado peyorativamente
“partido taxi” brindó al Partido ARENA, mientras este último gobernó
durante veinte años; y lo es desde el 2009 a la fecha, el Partido
GANA, en apoyo del FMLN en el gobierno.
Pero volviendo a las posiciones
encontradas de los dos grandes partidos, éstas han entrampado muchas
decisiones que debían de haberse tomado en forma consensual y oportuna en
materia fiscal y financiera del estado y en otras materias importantes de orden
social y de la administración pública.
Lo cierto es que en los últimos 20
años los problemas se han agravado en cuanto al bajo crecimiento económico, el
elevado endeudamiento público externo, el elevado déficit fiscal, la baja
inversión extranjera y nacional, el alto costo de los servicios públicos, la
creciente migración hacia el exterior y la elevada corrupción. Las carencias
están a la vista, en cuanto a la falta de oportunidades, los bajos niveles de
atención en salud, la dotación de agua potable y otros servicios. Y como si
fuera poco, la tremenda inseguridad y la delincuencia, extendidas como un
cáncer por todo el país que agobian cada día a la población.
Con tales males y en un ambiente
polarizado, lo único que puede salvar al país es un nuevo Acuerdo Nacional en
el que el entendimiento entre los diversos sectores y el esfuerzo de las
fuerzas vivas en una nueva dinámica constructiva y leal, contribuyan a un mejor
estado de cosas. De lo contrario, en el mediano plazo la sociedad en su
conjunto estará al borde del despeñadero.
Y a la luz
del siguiente artículo, que publiqué en marzo de 2016, talvez pudiera considerarse,
si en el espectro político actual, pareciera que está cambiando la proporción
de políticos “chucos”, o vemos más de lo mismo.
LOS
POLÍTICOS CHUCOS
En este blog acuñamos desde hace unos
siete años, el concepto de “política chuca” tomado del caló salvadoreño que
hace referencia a lo sucio, pestilente y detestable. Y afirmamos que la
política en El Salvador ha sido tradicionalmente así, “chuca”, no porque lo sea
por definición, sino porque quienes la han practicado en el país, generalmente
se han comportado no pensando en el bien común de la sociedad, sino
en sus ambiciones personales y egoístas, caracterizadas por lo que nuestro
pueblo conoce como la “vivonada o la animalada”.
Ver páginas de mis escritos
anteriores sobre este tema: http://ramirovelasco.blogspot.com/2009/01/algo-ms-de-costumbrismo-en-el-salv y
Y es que lo chuco de la política
tradicional salvadoreña, es todo lo contrario a los valores éticos que ya
Platón proponía en el siglo V antes de Cristo, al señalar que: “ el
objetivo de la vida del hombre no puede reducirse a la satisfacción de sus
necesidades materiales; más allá de éstas, el hombre debe ser objeto de un
desarrollo completo de su personalidad, de acuerdo con las partes más elevadas
de su alma, la irascible y la racional, con el fin de alcanzar una felicidad
identificada con la armonía de su vida” Tomado del sitio: http://www.webdianoia.com/platon/platon_fil_etica.htm
O como lo señala otro autor, “Los
valores fundamentales de la ética no son solamente formas de actuar correctas,
sino también determinan la capacidad de una persona para distinguir entre lo que es correcto o
que es incorrecto y tomar las decisiones que
resulten más convenientes para sí mismo y para el beneficio de la comunidad.
Los valores de la ética deben ser
inculcados desde los primeros años de la infancia, ya que mientras más temprano
se desarrollen principios éticos en las personas, más arraigados tendrán estos
patrones de comportamiento durante la vida adulta, lo que contribuye de una
forma significativa a construir una mejor sociedad.” Tomado de: http://www.cuales.fm/cuales-son-los-valores-eticos/
Pero qué paradoja, la misma mata de
políticos chucos incrustada en la Asamblea Legislativa, viene proponiendo desde
hace años la lectura de la biblia en las escuelas y aprobaron el mes de febrero
pasado, un decreto para que se introduzca de nuevo en la enseñanza a nivel
nacional, la materia de Moral, Urbanidad y Cívica que se impartía antes de la
Reforma de 1968. Como si la enseñanza por decreto fuera más importante que los
hechos y el testimonio de una vida y una cultura de lo honesto y ético que
comienza en el hogar, pero que debe ser regla de vida de los que tienen poder
político o algún otro tipo de autoridad en la sociedad.
Lo que afirmamos de la política chuca
hace tanto tiempo, con referencia a la corrupción y de otras prácticas
deshonestas de los políticos, no era pura invención nuestra. Era un secreto a
voces que no se llegó a comprobar, porque el sistema de control y
fiscalización de la corrupción estaba también en manos de corruptos o de “aves
de paso” que nunca aplicaron las leyes o se dejaron sobornar para no aplicarla,
como parte de una cultura de encubrimiento e impunidad.
Que en El Salvador los políticos han
sido en su mayoría un miasma, lo demuestran algunos hechos de enriquecimiento
ilícito o de manejos turbios de los recursos del estado, llevados a cabo por
funcionarios salvadoreño. Tal es el Caso Flores Pérez, en el que como ha sido
aceptado por los implicados, se malversó millonarias cantidades de dinero que
en parte se destinaron al partido de gobierno en el período 2003- 2004, pero
que no se pudieron seguir comprobando ante el deceso del ex mandatario.
En la misma línea,
han salido a la luz pública apenas algunos indicios de otros
funcionarios de alto nivel entre ellos, Ex Presidentes de la República, que
están siendo investigados en el último año, por parte de la Sección de Probidad
de la Corte Suprema de Justicia, siguiendo la Ley de Enriquecimiento Ilícito de
funcionarios y empleados públicos que data de 1959, que aunque es como buscar
una aguja en un pajar, ya es algo siquiera.
Pero cada día, aparecen datos
extraños que aunque esporádicos, dan una idea de lo escabroso de ese escenario
de la corrupción. A manera de ejemplo, solo citemos dos ejemplos acaecidos en
estos días:
a) La noticia del 4 de marzo en curso, publicada por
la Prensa Gráfica en la que se da a conocer que la Corte Suprema de Justicia
hizo público que “la Presidencia de la República del Gobierno del FMLN, ha
contestado que no encuentra la información sobre los viajes del ex presidente
Funes” para darle cumplimiento a una orden dentro de un proceso de amparo que
actualmente tramita la misma Corte. Y que fue reafirmada por el mismo
Secretario de Participación Ciudadana Marcos Rodríguez.
b) La noticia del Faro del 3 de marzo en curso, en la
que se informa que: “Diez días antes de terminar su mandato, Mauricio Funes registró a su
nombre más de medio centenar de armas haciendo uso de un permiso especial que
le concede la ley. Cuando dejó el cargo, Funes poseía 92 armas de fuego, aunque
solo declaró a Probidad una de ellas. Una fuente estatal sostiene que
actualmente mantiene registradas 86. El ex presidente lo justifica aludiendo
razones de seguridad.
Estos pocos datos dan una idea de
cómo algunos funcionarios que hace poco tiempo dirigían
al país, llegaron para “componerse” a como diera lugar. Pero este mal que no es
nuevo, pues lo vivió la sociedad salvadoreña desde siempre, se acentuó a partir
de 1989 con los gobiernos de ARENA y ha continuado también en los dos últimos
“gobiernos del cambio”.
Menos mal que por fin en El Salvador
están apareciendo señales, especialmente por el lado de la Corte Suprema de
Justicia y específicamente por la Sección de Probidad, del iceberg
de la corrupción, que demuestran que la mayoría de políticos salvadoreños han
sido y siguen siendo “chucos”.
Pero no basta eso, la sociedad pide
que tales males se castiguen y que se apliquen las leyes que están escritas y
que hasta la fecha pareciera que de nada han servido.
El
siguiente artículo, lo publiqué en diciembre de 2016. Y en relación con el
mismo, sería bueno considerar, si el presupuesto del Estado que se acaba de
presentar a la Asamblea Legislativa refleja claramente los salarios reales que
devengarán los altos funcionarios del gobierno; o si habrá algunas partidas escondidas
por allí, de donde se echará mano para nivelar los salarios, como en el pasado
se hacía con la “partidas secretas”.
SOBRESUELDOS
A FUNCIONARIOS DE ALTO NIVEL, UN MAL VIEJO EN EL SALVADOR
Desde que yo era un funcionario
público de un nivel medio alto vinculado a la planificación, allá por los años
ochenta, siempre me llamó la atención las relativamente bajas remuneraciones
que presentaba la Ley de Salarios para Ministros y Vice ministros de estado.
Pero siempre sospeché que aquella no era la remuneración real para funcionarios
con tan alta responsabilidad y expuestos al peligro, especialmente
en tiempos del conflicto armado.
Ya en los años noventa, cuando
llegaron al Gabinete de Gobierno varias personas vinculadas a la empresa
privada, supe que recibían complementos salariales a los que estipulaba la ley
de salarios, pues se argumentaba que ellos en las empresas ganaban muchísimo
más, sin correr tanto riesgo que como personas públicas; y que para aceptar un
cargo gubernamental y “descuidar un tanto sus empresas” debían recibir
remuneraciones más elevadas.
Sin embargo, nunca supe cómo era el mecanismo
de pago de los fondos complementarios, pero sí me di cuenta que contaban con
una gran cantidad de vales de gasolina y disponibilidad de vehículos si lo
deseaban, hasta para familiares.
En la siguiente tabla, se pueden
apreciar las relativamente bajas remuneraciones que aparecían en la Ley de
Salarios como parte del presupuesto anual de la nación para algunos años:
Funcionarios/ remuneración
|
1985 ( En Colones)
|
1914- 1916 (En US $)
|
|
Ministro
|
Salario
|
2,555
|
2,273.72
|
Gastos de representación
|
2,595
|
571.43
|
|
Viceministro
|
Salario
|
2,150
|
2,080.58
|
Gastos representación
|
2,010
|
581.43
|
Los datos anteriores, tomados de
cifras oficiales, demuestran que desde tiempos muy remotos las partidas
secretas de la Presidencia de la República servían para complementar las
relativas bajas remuneraciones de los funcionarios públicos de alto nivel.
Debe recordarse que en el 2004, los
diputados del FMLN Shafick Handal, Salvador Sánchez Cerén y Gerson
Martinez presentaron un recurso de inconstitucionalidad ante la Sala de lo
Constitucional contra el decreto que contenía la Ley de Presupuesto General
para el ejercicio fiscal 2004, que autorizaba al Ministerio de Hacienda
efectuar transferencias de recursos del Presupuesto General del Estado de un
ramo a otro de la administración pública y en la que según los denunciantes, se
escondían las partidas secretas de la Presidencia de la República.
La respuesta de la Sala de lo
Constitucional de aquella época fue denegar el recurso presentado y las cosas
siguieron igual.
Durante el mandato del Presidente
Saca y ante la denuncia de un elevado déficit de unos 219 millones de dólares,
la Corte de Cuentas finiquitó y avaló el destino y uso de aquellos fondos
discrecionales de las partidas secretas. Y más tarde, durante la gestión de
Mauricio Funes hizo lo mismo y avaló el uso de tal tipo de fondos,
justificándolo como necesario.
En 2010, ante un recurso de
inconstitucionalidad presentado por el Ex Vicepresidente, Dr. Borgo Bustamante,
contra varias disposiciones de la Ley del Presupuesto y del artículo que ya
había cuestionado Shafick Handal y los otros diputados en el 2004, la Sala de
lo Constitucional resolvió favorablemente, dejando sin efecto las leyes de las
que se valieron los gobiernos de ARENA y del primer gobierno del FMLN para hacer
un uso discrecional de los fondos del estado especialmente en lo comúnmente
denominado partidas secretas.
En la actualidad, la Sala de lo
Constitucional ha comenzado a desmarañar la madeja de lo que se ha dado en
llamar los “sobresueldos” de los funcionarios, a raíz de las declaraciones del
Ex Fiscal Luis Martínez que constituyen la noticia del día y quien reconoció
que recibió entre diez mil y quince mil dólares como sobresueldo, que se
deduce, no podían provenir más que de Casa Presidencial.
Lo anterior, plantea la interrogante
de cuánto debieran ganar mensualmente los funcionarios de primer nivel y cuyo
monto debiera reflejarse en un presupuesto del estado transparente que no ha
sido el caso, históricamente en El Salvador.
Habrá que ver si en lo que el Partido
ARENA está exigiendo como condición para aprobar más fondos en bonos
y préstamos y que es un presupuesto del 2017 más transparente, se incluye las
remuneraciones reales de los funcionarios de primer nivel del estado.
En todo caso, se puede decir, que la
Corte Suprema de Justicia y en especial la Sala de lo Constitucional han
abierto una caja de pandora que traerá muchas patas y colas.
Por lo que corresponde a la Corte
Suprema de Justicia, a la Sala de lo Constitucional, a la Fiscalía General de
la República y a la Corte de Cuentas, como responsables de la administración de
justicia y de velar por el buen uso de los recursos del estado, puedo decir,
que se han metido en un berenjenal que dará mucho de qué hablar y
por mucho tiempo, pues hay muchas personas a las que habría que investigar y
que fueron objeto de tales prerrogativas.
Sin embargo, la determinación con la
que parecen actuar la Corte Suprema de Justicia en pleno, la Sala de lo
Constitucional y la Fiscalía General de la República traen un poco de esperanza
en la tarea de contribuir a sanear tanta discreción que en muchos casos
linda con la corrupción, en la administración pública salvadoreña.