VISTAS DEL VOLCÁN DE SAN SALVADOR
LA TRISTEZA
Y DESOLACIÓN NOS INVADE
Por más que
quisiéramos decir cosas bonitas de El Salvador, el ambiente es tan tenso y
desolador por causa de la incontenible violencia social y del crimen que no
podemos menos que unirnos a las voces que claman por un “basta ya” a la muerte
de tantos salvadoreños, especialmente jóvenes y de otras víctimas inocentes.
Hace ocho
días justamente frente a nuestra casa, fue ultimado de varios disparos un joven
supuestamente vinculado a las pandillas. El hecho además de consternarnos nos
produjo más estupor, cuando el cadáver yacía en el suelo en pleno sol antes de
ser reconocido por medicina legal y todos, aun los que lo conocían, pasaban de
largo en una actitud de no comprometerse para evitar represalias de los
hechores.
Este solo
hecho nos demuestra el grado de irracionalidad a que se ha llegado por parte de
los delincuentes y la secuela de efectos tan tristes en una sociedad que se
desangra día tras día.
Esta triste
realidad es la que viven cientos de familias en todo el país y no sólo en los
cincuenta municipios más violentos, como acaba de declarar el Presidente de la
República, para justificar la ineficiencia de la actual política de seguridad.
Como se ha
dicho hasta la saciedad, el problema de la violencia en El Salvador ha desbordado
desde hace mucho, la capacidad institucional de los tomadores de decisiones, de
los cuerpos de seguridad, de la fuerza armada y de los aplicadores de la
justicia penal.
En las
últimas semanas las muertes violentas, la mayoría ocasionadas con arma de
fuego, se han incrementado a nivel nacional, hasta alcanzar según datos de
Medicina Legal, en el pasado mes de mayo, los dieciséis homicidios diarios en
promedio y probablemente la misma tendencia se tendrá para el mes de junio. Y en
lo que va del año 2015, han sido asesinados veintiséis policías y varios
miembros de la Fuerza Armada.
Si se toma
en cuenta que El Salvador tiene una población aproximada de 6 millones, cuatrocientos
mil habitantes, la tasa de homicidios es sumamente elevada, lo que le ubica entre
los países más violentos del mundo.
Frente a
esa situación, en los últimos días el Departamento de Estado de los Estados
Unidos emitió una nueva alerta de viaje a El Salvador destacando que la violencia
y el crimen son problemas graves en este país, lo que aunque no sea muy
agradable para los salvadoreños por las implicaciones que ocasiona, parece
razonable si se le considera desde la política interna de aquel país.
La gravedad
del problema de la violencia fue descrita por el IUDOP de la UCA
en un amplio informe sobre la Situación de la seguridad y la justicia
2009- 20014, (Ver sitio http://www.uca.edu.sv/iudop/wp-content/uploads/libro_la_situaci%C3%B3n_de_la_seguridad.pdf El documento comienza señalando que: “La
violencia y la inseguridad han sido una constante durante la etapa posconflicto
en El Salvador. Las más de 73,000 muertes violentas registradas en los últimos
23 años y las miles de víctimas de diversos vejámenes reportados anualmente en
las entidades de seguridad y justicia advierten en torno a la magnitud y
envergadura que la violencia y la criminalidad han cobrado en el país… las
tasas de homicidios exhibidas por el país siguen estando entre las tres más
altas de América Latina”...
En otras
palabras, la situación de muertes violentas es muy similar a la vivida en los
años del conflicto armado y en ambos casos la gran mayoría de los muertos están
del lado de la gente pobre y en las zonas más excluidas del progreso y
bienestar social, reflejando que existen causas de fondo que no fueron atacadas
desde hace mucho tiempo y que en la época actual se refleja en lo que algunos
denominan una guerra social.
Junto a las
muertes violentas avanzan como un cáncer las extorsiones, los asaltos, el
narcotráfico, la corrupción y la impunidad de los delincuentes sin que parezca
existir una solución a corto plazo.
Frente a
tal estado de cosas aparece en escena, como en el conflicto armado, la
impotencia de la gente que sólo tiene la opción de salir de las zonas más
conflictivas engrosando el número de los desplazados internos y de los
migrantes hacia el exterior.
Y el
gobierno, que se comprometió en la campaña atacar de frente este problema,
parece que todavía no hace mucho.
LAS CURAS DE
NUESTROS ANCESTROS CAMPESINOS
Hasta
mediados del siglo XX cuando la medicina estaba menos avanzada, se ponía en
práctica la medicina tradicional en
nuestros pueblos y cantones que se basada especialmente en plantas
medicinales.
En los patios
de las casas se sembraban entre otras, la famosa ruda para el dolor de oídos y
calambres, la altamisa para el reumatismo, la salvia para el dolor de cabeza,
el chichipince como cicatrizante y desinflamatorio, la sábila para la
inflamación del intestino y como cicatrizante, la yerbabuena como tonificante
del estómago, el orégano para los golpes y los gases estomacales, el jengibre para la tos y el dolor de garganta, el tomate
para curar las quemaduras; y estaban siempre a mano, las hojas del limón y del
naranjo agrio para los nervios, del aguacate para las granulaciones, del
guayabo para los parásitos , del mango como purgante, del zacate limón para los
vómitos y el catarro, del madrecacao
para el sarpullido, de la albahaca para la diarrea, de la dormilona para los
nervios y del epazote para el dolor de
estómago y como purgante, entre otras.
También se
utilizaba el jugo de limón para adelgazar la sangre y la uña de gato para los
dolores musculares.
Además las
amas de casa más avezadas, mantenían entres sus reservas, raíces, especias o flores secas como: la
valeriana para tranquilizar los nervios, curar los espasmos y los vómitos; el
tomillo para el dolor de muelas; la manzanilla para la indigestión; la alhucema
para el dolor de cabeza y la fiebre; el comino para la flatulencia; el alcanfor
para los dolores musculares y la canela para la diarrea.
En las alacenas
de las casas nunca faltaban también, la miel de abeja, la tintura de yodo, el
agua florida y el alcohol.
Para los
casos de indigestión era frecuente que las amas de casa prepararan las famosas “tomas”,
hechas de diversas especias molidas con ingredientes como tortilla o carne
quemada, según la sospecha de la comida que había ocasionado el daño.
También
había señoras especialistas en hacer masajes estomacales o sobadas que en el
Occidente del país llamaban “peyejeadas”. Estas eran aplicadas en casos de
falta de apetito o empacho.
En cuanto
a las tomas, casi como una leyenda se aseguraba que en otros tiempos para curar
a un enfermo víctima de la picadura de la casampulga, se le daba a tomar la
famosa “horchata” que se decía se hacía con base a excremento humano. Lo interesante
de tal remedio es que se aseguraba que era lo único efectivo contra tal veneno,
pero nunca nadie supo de alguien a quien se le aplicara. En otras palabras
considero que era más bien como una amenaza de los adultos a los niños y
jovencitos para que tuvieran cuidado con las picadas de la famosa casampulga
que como se sabe inyecta un veneno mucho más mortal que el de una culebra
cascabel.
Como en
aquellos tiempos no había médicos profesionales, abundaban por los campos, los
médicos o parcheros a los que recurría la gente en busca de curación.
Fue famoso
en los años de mil novecientos cuarenta, por los cantones de Sensuntepeque, Don
Benigno que se dice hizo curas extraordinarias.
De tal médico, mi padre nos contaba que a una familiar a la que no le
podían bajar una tremenda calentura y que casi moría, él la curó partiendo dos
patos y aplicándolos cortados por la mitad sobre el cuerpo de la paciente. De
inmediato la carne de los patos absorbió todo el calor, poniéndose morados y a
la paciente le bajó la fiebre como por arte de magia.
En otra
ocasión aquel mismo médico que casi siempre andaba con sus tragos, le arrojó
una huacalada de agua fresca a una paciente con alta temperatura, bajándosela
de inmediato, tanto quizás por el efecto del agua, como por el gran susto que le ocasionó.
En cuanto
a la medicina a base de plantas, debe decirse que estudios científicos
realizados en El Salvador desde hace muchos años, han comprobado como ciertas
muchas de las propiedades curativas atribuidas
por nuestra gente a dichas plantas.
Sin
embargo, con el avance de la medicina moderna y la mayor disponibilidad de los
servicios médicos, aquellas prácticas de la medicina tradicional a base de
vegetales y a curaciones caseras casi han pasado a la historia.
LOS
INTERNADOS DE EDUCACIÓN DIFERENCIADA DE GÉNERO y MIXTOS
Existen
internados de formación, de corrección y de niños desamparados, comúnmente llamados
hospicios u hogares de niños.
Acá me
refiero a los internados de formación o de educación diferenciada de género o mixtos
y comienzo diciendo que como todo en la vida, tienen cosas buenas y otras que
pueden ser no tan buenas.
Entre las
profesiones que tradicionalmente hacen uso de los internados de educación
diferenciada de género están los sacerdotes, las monjas y en tiempos pasados,
los militares. Mientras que los maestros de algunas escuelas normales y de
agronomía en el caso salvadoreño, se formaron en internados mixtos. Pero en la
actualidad, aún los militares estudian en este último tipo de internados.
Fueron
famosos en el pasado, centros educativos con internado para estudiantes de
educación básica y media, procedentes de familias acomodadas, como el Colegio
de la Asunción, el Colegio Bethania y
muchos otros centros destinados a estudiantes de bajos recursos económicos. Con
el tiempo y debido a una mayor conectividad y otras razones de la modernidad,
muchos colegios en El Salvador, ya no disponen de internados.
En la
actualidad, a diferencia del internado para militares y seminarios mayores, en
el que los estudiantes ya entran con cierto nivel de formación por lo general
el bachillerato, algunos internados para sacerdotes y monjas denominados
seminarios menores, reciben todavía a niños y niñas con un menor grado de
escolaridad.
En este
último caso, el poco contacto con las familias y la larga convivencia con
personas del mismo sexo pueden ocasionar en algunos casos, alguna deformación como
la falta de naturalidad para las relaciones con el sexo opuesto, la
homosexualidad, etc.
A lo mejor
algunos casos de pedofilia y pederastia en el caso de sacerdotes y obispos pudieran
estar relacionados con deformaciones de personalidad ocurridas desde su
formación en los internados.
Me parece
que en los tiempos actuales cuando el mismo Papa Francisco ha atacado
directamente estos penosos casos, los formadores de sacerdotes estarán tomando
medidas a fondo para detectar en los internados tales tendencias y tomar las
medidas pertinentes.
Sin
embargo, debe valorarse que la gran mayoría de sacerdotes y obispos que pasaron
por los internados son ejemplo de rectitud y buenas costumbres.
Y es que
los internados han demostrado ser valiosos centros para la formación de valores
y habilidades, tanto en el orden intelectual como de las artes y los deportes.
En los
internados de formación, en primer lugar los alumnos se sienten llamados por
vocación, es decir han llegado a ellos de forma voluntaria. Además, las reglas
establecidas son más estrictas para el alumnado, especialmente en horarios que
deben ser respetados en cuanto a horas de silencio, de estudio, de deporte,
etc. Esto marca una diferencia importante con los niños y jóvenes que viven en
sus hogares y que encuentran mayores distractores como la televisión y otros
medios de diversión, especialmente cuando los padres se despreocupan de lo que
hacen sus hijos.
Conozco a
personas que agradecen haber pasado por un internado cuando tuvieron maestros
que les inculcaron tanto valores como la responsabilidad, la iniciativa, la
solidaridad, el respeto, el aseo, las sanas costumbres y compartieron con los
compañeros innumerables momentos de la vida diaria en un aprendizaje constante
y enriquecedor.
En algunos
casos la influencia del internado marca la vida de las personas para siempre. Este
es el caso de sacerdotes y religiosas. Lo mismo ocurre con los militares y
sucedió con maestros que estudiaron en otros tiempos en las escuelas normales.
Y es que en
esos casos, la formación es muy estricta día a día, teniendo presente siempre el
tipo de profesional que se espera ser al término de la carrera.
Hay muchos
detractores de los internados, pero en mi caso sostengo que si en ellos existe
disciplina y son conducidos y orientados por personas íntegras, pueden
convertirse en verdaderos centros de aprendizaje y formación para la vida.