GALÁN DE NOCHE (CHOMPIPE), FLOR QUE DURA SÓLO UNA NOCHE
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AHORA ARREMETEN CONTRA LAS CACHIPORRISTAS
Nuestra
juventud está muy abandonada. No existen para los jóvenes, ni suficientes
canchas o centros de deporte y menos casas culturales en nuestros pueblos y
ciudades, a las que los jóvenes lleguen para practicar artes, organizarse en clubes y realizar actividades culturales o
recreativas.
Los
mismos centros educativos (con raras excepciones) no disponen de lugares de
juego y horas suficientes para la educación física y el deporte.
En
vez de pensar sólo en perseguir a los
jóvenes, hace falta pensar en utilizar la infraestructura educativa existente y
dedicar tiempo extracurricular para que los niños y jóvenes en edad escolar cuenten
con lugares de esparcimiento en los fines de semana. En esto, son verdaderos
maestros los Padres Salesianos que abren las puertas de sus colegios a los
niños pobres en lo que ellos denominan el Oratorio Festivo.
Este
sistema ha rescatado de la vagancia y del crimen a millones de niños y jóvenes,
desde que Don Bosco lo estableciera en 1841. Sería bueno que el Ministro y Viceministros
de Educación se dieran una vueltecita un sábado o domingo por los colegios
salesianos del país y vean cómo son atendidos los niños y jóvenes, sin distingos
de religión, procedencia, status social y mejor si no asisten normalmente a un
centro educativo. El término oratorio da idea que los niños y jóvenes van a
rezar, pero de ninguna manera se trata de eso. Existe un acto religioso
opcional, el grueso de las actividades son de deporte y recreación.
En
vez de gastar millones en seguridad desde una perspectiva policial, sin pensar
en prevención, se pudiera dedicar suficiente presupuesto para que los maestros
que disponen de mística, previa capacitación, participen en el programa y
atiendan a miles de niños y jóvenes al estilo salesiano.
Pero
el Ministerio de Educación anda pensando de manera distinta. Desde la visión
del Partido, se proponen mejor continuar en la formación de los niños pioneros socialistas
al estilo cubano. En ese caso, se piensa en atender a los niños desde un punto
de vista ideológico para formar los revolucionarios del mañana. Sobre esto son
los padres de familia los que tienen la última palabra.
Yo
pienso que lo que se necesita, es implementar programas más frescos e
innovadores ideados por los propios salvadoreños. Así como surgió el Programa EDUCO
al que las nuevas autoridades vienen tratando de desmantelar.
En
ese ambiente, de visión partidaria, aparece la prohibición de las
cachiporristas en los desfiles. Sobre el tema, se ha escrito mucho y el mismo
Presidente de la República ha detenido otra vez, una decisión tomada por las
autoridades del Ministerio de Educación (MINED), en esta ocasión, ante el
calenturiento análisis hecho por el Instituto Salvadoreño para el desarrollo de
la Mujer (ISDEMU), dirigido ahora con una visión netamente feminista.
En
los últimos veinte años, cuando se tuvo 4 ministras mujeres, nunca se pensó que
la participación de las cachiporristas en desfiles, reprodujera una imagen de
inferioridad de las mujeres, al relegarlas a un rol de adorno, de
entretenimiento y posible explotación sexual, como lo sostiene ISDEMU y las
asociaciones de feministas. Al contrario, en las Administraciones pasadas de Educación, se dio todo el apoyo a las
bandas de paz que van muy de la mano con los desfiles y las cachiporristas.
A
mí personalmente, que ocupé cargos de dirección en el MINED, nunca me pasó por
la mente ver a las cachiporristas como un objeto de explotación sexual y que por
lo tanto, debieran prohibirse. En esa lógica debieran prohibirse las
competencias de natación, de patinaje sobre hielo y cuantas actividades más, en
las que participan las niñas y las jóvenes con tan poca ropa.
Creo
que la gran mayoría de padres y madres de familia no están de acuerdo con la
medida. Pero habría que preguntarles a las y los jóvenes estudiantes, qué
piensan de esa decisión. Por lo que dicen los medios, no es vista con buenos
ojos y pronto habrá manifestaciones para demostrar el repudio a tal medida.
Y
es que una cosa es que admiremos la belleza como lo muestra mi pequeño poema
escrito en esta misma página, a que estemos pensando en la explotación sexual o
en la mujer como un objeto sexual.
Ponerse
en una posición cerrada sobre las cachiporristas, puede tener varias explicaciones:
Primero que hemos vuelto a la época del Puritanismo que llegó a Norte América
en tiempo de los colonizadores ingleses y que ha sido superado desde hace mucho.
Segundo, que el feminismo se ha hecho presente en los niveles gubernamentales para
ver atentados a la mujer por todas partes. Tercero: que la presentación de las
cachiporristas puede ser considerado como un “resabio del capitalismo burgués”
al que hay que atacar, para imponer desfiles de protesta de niños y jóvenes contra
la sociedad capitalista, mientras se arriba otro tipo de sociedad. Considero
que las dos últimas hipótesis puedan ser las que mejor explican una decisión
tan drástica como la propuesta por el ISDEMU
y que ha querido ser aplicada sin discusión por el Ministerio de
Educación.
Para
mí, los argumentos vertidos por el ISDEMU y aplicados por el MINED son chuecos,
desatinados y anti populares.
De
continuar el estilo de gobernar con visiones ideologizadas en contra de la
niñez y de la juventud en temas de expresión, tradición cultural y no atender
la demanda insatisfecha en deportes y recreación, los males que se asocian a
los jóvenes en El Salvador continuarán a la orden del día.
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MUJERES BELLAS
Son
igual que las flores.
Cada
una tiene su perfume,
su
estilo, su candor
y su belleza.
Mientras
en un color trigueño
unos
ojos radiantes lo iluminan todo,
en
un color moreno,
una
figura atlética
destaca
más su presencia.
Y
en un blanco perfecto,
unos
cabellos rubios
siempre
atraen las miradas.
Las
he visto pequeñas
pero
tan completas
y
con encantos tan grandes.
Son
como los perfumes
que
desde reducidos frascos
se
esparcen por el ambiente.
¿Y
qué decir de las nacidas
en
los campos y praderas?
Serán
humildes como violetas,
o
como las campanillas;
pero
tan limpias del humo
y
del ruido de las ciudades…
Ellas
se nutren del aire más puro
que
brota de las arboledas,
de
las gotas del rocío,
y
de los rayos mañaneros del sol.
Por
eso su porte, es tan natural,
y
tan rojo el carmín de sus labios
y
de sus mejillas.
Hay
rostros tan bellos
en
donde menos se espera:
en
las pequeñas ventas,
junto
a los canastos de los mercados,
o
en las barriadas y pueblos,
donde
aparecen figuras
que
más parecen modelos.
Con
la belleza, existe justicia
de
verdad;
ella
no va con el dinero,
ni
con la petulancia.
Nace
espontánea como un milagro,
o
como un robo furtivo
al
cielo, al mar,
o tal vez a las estrellas.
CÓMO AÑORO A MI MERCEDES
Dicen
que los primeros amores perduran en la mente y en el corazón durante toda la
vida.
Apareció
de pronto en mi camino, cuando tenía pocos años de casado. Yo le quise mucho,
pero mi hijo en cuanto pudo reconocerle, llegó a quererle más.
Todo
comenzó cuando un familiar lo adquirió mediante un contrato a plazos y yo le
serví de fiador. Pasados seis meses, me llegó un cobro fatal por varias letras
atrasadas y la orden de recuperar el
vehículo, si la cuenta no era saldada.
Me
dirigí a casa del familiar y lo encontré con otro vehículo. Él había cambiado
el Mercedes por otro al estilo jeep.
Me
presenté a la oficina de venta de vehículos y al ver la cuenta pensé que mejor
yo debía adquirir el vehículo.
A
fuerza de presión logré que el familiar me diera la dirección de la persona con
la que había hecho el cambalache. Fue así como acompañado del encargado de
recuperación de la empresa, un hombre alto y fornido, me fui en la búsqueda del
Mercedes.
Llegamos
a aquella sureña colonia de San Salvador y de primas a primeras, vimos el auto
estacionado en la calle principal.
Preguntamos
por el dueño y nos salió al paso un chele alemán, rapado y gordo que más
parecía un miembro de la Gestapo de los años cuarenta. Menos mal que el
recuperador de vehículos era un poco más alto y fornido que él.
La
primera reacción del alemán fue de rechazo, pero ante la amenaza de que el
vehículo sería levantado por la grúa y al ver el porte del recuperador, accedió
a entregarnos las llaves y la tarjeta de circulación.
Así
fue como desde aquel momento el “avispón verde” que era un modelo del 55, pasó
a ser de mi propiedad. Desde aquel momento yo podía jactarme de que tenía un carro marca mercedes.
El
avispón despertaba al vecindario con el
potente ruido de aquel motor a diesel de
microbús. El vehículo era tan fuerte que el familiar lo había utilizado antes
para halar vigas y horcones en una finca.
Su
espacio era tan amplio, pues por tener la palanca de velocidades al timón, permitía
que el asiento delantero pudiera ser ocupado por tres personas. Y en el asiento
de atrás, cabían cómodamente cuatro personas.
Lo
único que no servía era el velocímetro, lo que me permitía correr a más de 100 km
por hora sin que lo notaran los pasajeros. Era tan cómodo, que una vez preferí
dormir en él antes de entrar a casa por la madrugada, tal vez con algunos
grados de alcohol.
Tengo
muchas historias de las vividas con el avispón. La primera, es que casi siempre
andaba lleno de gente. Una vez con mis compañeros de universidad decidimos ir a
una fiesta. Al verlo, los estudiantes corrieron a él y se metieron cinco adelante y unos diez en el
asiento de atrás. Pero el auto parecía responder mejor entre más carga llevaba.
En
otra ocasión, toda la familia e invitados íbamos a pasar la Noche Buena a
Sensuntepeque. Eran como las ocho de la noche y de pronto se apagaron las luces
del carro por completo, cuando faltaban unos quince kilómetros para llegar. Seguramente
había fallado un fusible, pero en mi ignorancia, opté como alternativa, que me
alumbraran con una linterna para seguir adelante, entre la oscuridad en aquella
calle de tierra, hasta llegar con bien, a nuestro destino. Menos mal que en
aquella época, a nadie se le ocurría hacer un viaje a esa hora, desde
Sensuntepeque a San Salvador.
Sólo
tuve un susto grande con el avispón verde. Aquella experiencia sucedió cuando adquirí
un carro nuevo que dejaba en el garaje y el avispón quedaba en la calle. Para
ganar tiempo, esa mañana, puse a calentar el motor en aquella calle un tanto
empinada, mientras adentro de la casa terminaba con algunos detalles. De
repente, oí un gran estruendo. Salí a ver y ya no encontré el carro en su
lugar. Con la fuerza del motor se soltó el freno y el avispón corrió a sus
anchas unos cuarenta metros abajo, atravesándose la calle y chocando contra el
carro de un vecino. El avispón no tenía mayores golpes y no hubo desgracias
personales, gracias a que se detuvo un poco en la acera. Pero cubrirle la
reparación del carro al vecino, me costó buen dinero. Yo le explicaba a mi hijo
que seguramente el “carro viejito” como él le llamaba, estaba celoso al
sentirse desplazado por el nuevo.
Fue
así como decidí venderlo, a pesar de que un gringo amigo me decía que lo dejara
para colección que en algunos años valdría mucho dinero.
Mi
hijo lloró inconsolable cuando despedimos al “carro viejito” que fue a parar a
manos de un chino, que lo compró relativamente barato.
Un
día, unos años después, mi hijo me gritó que allí iba nuestro “carro viejito”
cuando era manejado por el mismo chino que lo comprara. A mi hijo se le
salieron las lágrimas y en mí, afloraron de nuevo los recuerdos.
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