BREVE
SEMBLANZA DE MARÍA LEONOR HURTADO DE VELASCO
Hace dos
años, el 30 de septiembre de 2014,
escribí una breve página sobre Leonor (ver archivo en la siguiente dirección: http://ramirovelasco.blogspot.com/2014_09_01_archive.html
Leonor se
destacó por su inteligencia desde muy pequeña. En la escuela rural donde inició
sus estudios, aprendió a leer a los tres años y siempre mantuvo el primer lugar
durante su educación primaria, a tal grado que la Directora del centro
educativo le comentó un día a Doña Olivia Arana de Hurtado, su madre, que sería
una lástima que aquella niña tan inteligente no continuara sus estudios al
término del sexto grado.
Fue así
como los padres de Leonor la apoyaron para que estudiara su Plan Básico (Tercer
Ciclo) en el Instituto Nacional de Chalchuapa. De aquella época queda el
recuerdo que mantuvo siempre los primeros lugares de la clase y llegó a ser la
solista del coro, destacándose ya como muy buena soprano.
Después
pasó a estudiar para Maestra de Educación Básica en la Escuela Normal Capitán
Gerardo Barrios de Santa Ana, de donde se graduó con notas sobresalientes, a finales de los años sesenta.
Posteriormente
fue seleccionada junto a un pequeño grupo de jóvenes maestras para trabajar en
el Departamento de Evaluación, de la recién iniciada Televisión Educativa que
funcionó primero en Ciudad Normal y después en Santa Tecla y donde se desempeñó
en forma sobresaliente por varios años.
Aquel
Departamento de Evaluación fue desde 1969, la contraparte nacional del Proyecto
que dirigía personal estadounidense especializado de la Universidad de Stanford
con apoyo financiero de la USAID, para realizar investigaciones sobre el impacto
de la Televisión Educativa.
Fue
entonces cuando la conocí, pues yo era miembro del personal nacional del Grupo
Stanford-USAID.
Leonor se
destacaba entre el grupo de aquellas maestras jóvenes evaluadoras por su eficaz desempeño. Aquel equipo de
contraparte, fue dirigido en un principio por el Lic. Luis Fernando Valero
Iglesias y posteriormente por el
Licenciado Marcos Soriano.
En las
últimas etapas del proyecto Stanford-USAID, en 1972, comprometimos nuestras vidas como novios
y más tarde como esposos. Nos casamos por lo civil en una ceremonia sencilla, pues
en esa época tanto ella como yo, no éramos amigos de lo suntuoso. Años después
nos casamos por la Iglesia.
Así comenzó
una unión conyugal que duró cuarenta y cuatro años, período en el cual vivimos
en un ambiente de respeto mutuo y en el que nunca peleamos, ni nos maltratamos
psicológica o físicamente; no por mis méritos, sino porque ella era una persona de paz que
todo lo solucionaba racional y tranquilamente.
Dios nos
regaló tres hijos, un hombre y dos mujeres que asimilaron los valores
inculcados especialmente por ella, cuyo ejemplo ha sido un testimonio perenne
de amor, de comprensión y de entrega sin límites.
Como parte
de la familia extendida contamos con una nuera y tres nietecitos que son una
bendición de Dios.
Leonor tuvo decenas
de amigos y amigas. Varios de ellos la conocieron y compartieron con ella, bien
como compañeros de trabajo o siendo ella coordinadora de unidad.
Los últimos diez
años de su vida profesional fungió como Jefa de Estudios en la Academia de
Seguridad Pública, en donde se le
reconoció por su capacidad y buenas maneras para el trato con los demás.
En nuestra
larga vida familiar, Leonor se vio afectada seriamente en su salud en tres momentos
importantes. La primera vez hace veintinueve años, fuera del país, como efecto
de una mala praxis médica que la mantuvo por dos meses en cuidados intensivos;
la segunda, hace unos tres años, cuando fue víctima de una enfermedad de tipo reumático- sistémica
que después de un tiempo, fue controlada; y la tercera, mientras parecía gozar
de una salud estable, a raíz de un
derrame cerebral que terminó ocasionando su partida definitiva.
Dios le regaló
sesenta y seis años exactos de vida, pues cayó enferma, la misma noche de la fecha de su cumpleaños,
el diecisiete de julio y murió en los brazos del Señor Jesús, el primero de
agosto de dos mil dieciséis.
Tenemos los mejores
recuerdos de Leonor y nos consuela el hecho que descansa en la paz eterna del Señor.
Ramiro Velasco, 8
de agosto de 2016
UN HASTA LUEGO PARA LEONOR
Leonor, siempre fuiste, como ahora,
un rayo de luz que ilumina nuestro hogar.
Con tu manera sencilla de ser
nos cautivaste a cada momento
y nos mostraste lo que emanaba de ti:
el amor, la amistad sincera y la bondad.
Tenías el don innato de la delicadeza
y de la elegancia.
Tú eras esa mujer hecha armonía,
que dabas a cada quien lo que corresponde.
Eras respetuosa con el que tiene mucho
y generosa con el necesitado.
Eras auténtica y única.
Dios nos regaló tu presencia y tu amor
por muchos años.
Nos ayudaste a formar una familia
a fuerza de tesón y de trabajo
y a ella,
volcaste tus cuidados y tu ternura.
Tu alma era limpia y sincera.
En ella no había dobleces ni hipocresía.
Si algo te parecía injusto lo denunciabas
y si lo considerabas correcto,
así lo acogías y valorabas.
Tu repentina partida nos duele mucho.
En esta casa queda un vacío inmenso…
Cómo nos faltan tus palabras afables
y llenas de sabiduría;
tus blancas manos, tu porte y tu sonrisa;
tus frases de aliento y tus consejos;
tu voz al entonar una canción;
tu ser entero, lleno de inteligencia y de virtud.
Sólo nos queda el consuelo,
de haber compartido contigo la vida
por varios años;
de tantas vivencias que quedan escritas
en nuestra memoria;
y de todos los bellos momentos
que pasamos a tu lado.
Leonor, aunque te hayas ido al más allá
estarás junto a nosotros en espíritu,
hasta encontrarnos de nuevo contigo,
cuando Dios así lo permita.
Querida Leo, tú seguirás viviendo
en nuestro corazón y en nuestra mente,
a través de los recuerdos
y el legado de tus buenas obras.
¡Hasta siempre, amiga del alma!
Ramiro Velasco,
agosto 8 de 2016
No tengo palabras para expresar lo que siento, sólo puedo decir que la llevo en mi corazón y sé que deja un gran vacío en medio de nosotros, mis hijos extrañan a su mamá Leo...tan dulce (una abuelita soñada)...y yo me quedo con su amor, su ejemplo y esos abrazos tan cálidos que me reconfortaron muchas veces...HASTA PRONTO DOÑA LEO..LA AMAMOS!!!
ResponderEliminarGracias a la Persona Anónima a quien creo identificar por el contexto en su referencia y que hizo el primer comentario sobre Leonor. Comparto plenamente sus palabras de que ella fue una persona admirable y que reflejaba la dulzura y el bien que llevaba dentro. Sin embargo, la fe de que goza por la eternidad nos dan conformidad y consuelo.
EliminarRamiro Velasco
Ramirito saludos y
ResponderEliminarya leí algo de lo último que has escrito, claro en especial tus oportunas ( y escasas diría yo...) palabras sobre la gran Leo, tu media Naranja, que ya se nos adelantó. Le doy gracias a Dios de haber tenido el honor de conocer a esta santa mujer.
También leí algo sobre los apodos y el parecido con algunos animales que tenemos. Pero te soy sincero, con todo respeto, lo de Sapo
Villacorta y anexos, está un poco jodida la cosa. Aunque tengo buenos recuerdos de los sapos de las vegas de Lempa, con sus bufidos que se oían a centenares de metros de distancia.
Saludos y adelante. Mario R.
Gracias a Mario R. por su comentario.
EliminarEn cuanto a Leonor, pues en verdad podríamos escribir tanto y a lo mejor lo hagamos más adelante. Los que vivimos tan cerca de ella podemos dar testimonio que fue toda entrega a los demás y como dice la Biblia si cumplió el principal mandamiento del amor y de la caridad confiamos en que Dios le dará su justo premio.
En cuanto al comentario sobre el escrito “Tratando de dar vuelta a la página”, pues algunos compartirán lo del parecido con los animales. Eso sí que cuando ya se hacen afirmaciones muy concretas entramos a un campo más complicado. Pero qué bueno, que el escrito al menos hizo recordar a Mario las vivencias de otros tiempos a las orillas del Lempa que de paso son inolvidables.
Ramiro Velasco