MURALES EN LA FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES, UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
LA POLARIZACIÓN
ACTUAL, LA CRISIS Y LA NECESIDAD DE UN NUEVO RUMBO PARA EL PAÍS
Se acaban
de cumplir 24 años desde el término formal del conflicto armado que tanto
enlutó al pueblo salvadoreño.
Durante el
decenio previo a la guerra interna, años
setenta, al menos en algunos ambientes, se comenzaron a sentir de manera muy
acentuada las posiciones cerradas, por una parte, de la derecha conservadora que
disponía de todo el poder económico y estatal a su favor y que se resistía a permitir la apertura de
espacios de expresión y de participación política; y por otra, la conformación
de un bloque cada vez más amplio de gente de izquierda y de centro que se
rebelaba contra el estado de cosas imperante.
Yo mismo
viví en carne propia esa dualidad, pues por un lado, en la Universidad de El
Salvador, donde estudiaba, no era muy bien visto por algunos compañeros “extremistas”
de izquierda a los que llamábamos “revolucionarios de cafetín”, que sólo por el
hecho de trabajar en una institución de gobierno como el Ministerio de
Educación, me consideraban si no de derecha, al menos como alguien no confiable
y afín a su ideas; mientras que en el Ministerio, a todo el que estudiaba en
aquella universidad se le consideraba un tanto “rojillo” o izquierdoso.
Seguramente,
que lo que refleja mi vivencia se repetía en otros ambientes y se fue
agudizando conforme se entró y avanzó en el conflicto armado.
Durante el
conflicto, aquellas posiciones encontraron su resonancia en los dos bandos en lucha,
mientras que la mayor parte de la población por diversas razones trataba de no
tomar partido, al menos en términos de militancia.
Llegada la
firma de los Acuerdos de Paz, las posiciones antagónicas de izquierda y
derecha, no necesariamente por su índole ideológica, fueron aumentando más por
el lado de las simpatías ya sea hacia los llamados revolucionarios que habían
abogado por cambios estructurales, como de los conservadores que se aferraban
al estado de cosas existente y hablaban más de construir la democracia por
medios pacíficos.
Y aunque la
firma de los Acuerdos de Paz, permitió cambios radicales, aquellos se dieron
sólo a nivel de la superestructura, entendida ésta como lo sostiene el
marxismo. Dichos cambios se operaron especialmente en la esfera política con
conquistas importantes a nivel constitucional especialmente en el sistema de
partidos, sistema electoral, organización del estado y del gobierno, modificación
de roles de algunas instituciones y la creación de otras nuevas. Pero de
ninguna manera se llevaron a cabo cambios radicales en la estructura económica, como tanto se había
insistido durante la lucha armada. Como lo sostiene Álvaro Artiga, en su libro El
Sistema Político Salvadoreño, “Con los Acuerdos de paz, un nuevo régimen
político con rasgos híbridos se instauró”.
Una vez “Alcanzada
la paz”, como ingenuamente se pensaba, las posiciones polarizadas mantenidas
durante el conflicto, encontraron un nuevo nicho tanto en el Partido Alianza
Republicana Nacionalista “ARENA” para los conservadores, como en el nuevo
Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional “FMLN” que copió
hábilmente el nombre del movimiento revolucionario que sostuvo con éxito la
lucha armada y que incluía entonces una izquierda unida, que aglutinaba a varias
tendencias ideológicas.
Con los
años, después de una especie de “purga interna” de varios dirigentes
importantes en el nuevo partido de izquierda, fue predominando la tendencia del
Partido Comunista que en la actualidad lidera al partido gobernante. Sin
embargo, como opinan algunos, el Frente visto desde su dirigencia se ha ido transformando
en una empresa partidaria que parece en la práctica haber absorbido y
disfrutado de los manjares del liberalismo económico y de las ventajas de
manejar la cosa pública (el gobierno) por muchos años a nivel local y en los
últimos tiempos a nivel nacional, manteniendo lo “revolucionario” sólo a nivel
de discurso para tratar de mantener unidas a sus bases.
La lucha de
la derecha mediante ARENA y de la izquierda por medio del FMLN y la
transformación de ambos institutos políticos en verdaderas maquinarias
electorales, han caracterizado en veinte
años al sistema político salvadoreño, dándole primacía a los dos partidos y a
sus intereses mediante el gane y
disfrute del poder e incidiendo en un
nivel elevado de polarización que repercute fuertemente en la convivencia
social.
Por otra
parte, aunque en el espectro político partidario, el peso de los partidos ARENA
y FMLN no es total, al menos formalmente; la “habilidad perniciosa” de los dos
partidos mayoritarios mientras han ostentado el gobierno, ha sabido “comprometer”
el apoyo de la tercera fuerza política, especialmente en las decisiones que
requieren mayoría simple en la Asamblea Legislativa. Así sucedió con el apoyo
incondicional que el Partido de
Conciliación Nacional (PCN) denominado peyorativamente “partido taxi” brindó al
Partido ARENA, mientras este último gobernó durante veinte años; y lo es desde el 2009 a la fecha,
el Partido GANA, en apoyo del FMLN en el gobierno.
Pero
volviendo a las posiciones encontradas de los dos grandes partidos, éstas
han entrampado muchas decisiones que
debían de haberse tomado en forma consensual y oportuna en materia fiscal y financiera
del estado y en otras materias importantes de orden social y de la
administración pública.
Lo cierto es
que en los últimos 20 años los problemas se han agravado en cuanto al bajo crecimiento
económico, el elevado endeudamiento público externo, el elevado déficit fiscal,
la baja inversión extranjera y nacional, el alto costo de los servicios
públicos, la creciente migración hacia el exterior y la elevada corrupción. Las
carencias están a la vista, en cuanto a la falta de oportunidades, los bajos niveles
de atención en salud, la dotación de agua potable y otros servicios. Y como si
fuera poco, la tremenda inseguridad y la delincuencia, extendidas como un
cáncer por todo el país que agobian cada día a la población.
Con tales
males y en un ambiente polarizado, lo único que puede salvar al país es un
nuevo Acuerdo Nacional en el que el entendimiento entre los diversos sectores y
el esfuerzo de las fuerzas vivas en una nueva dinámica constructiva y leal,
contribuyan a un mejor estado de cosas. De lo contrario, en el mediano plazo la
sociedad en su conjunto estará al borde del despeñadero.
OCURRENCIAS
DEL MES
1. La señora cuando sintió que se paralizaba su pierna,
gritó asustada: Guillián Barré. Y Julián se puso a barrer.
2. Ella le dijo: -a mí me late mi corazón al verte; y él
le contestó: -y yo veo que a Ud. le late
mi perro.
3. Entre adultos y adúlteros hay una diferencia de apenas
dos letras.
4. Tan decidido estaba el Presidente a ponerle coto a la
criminalidad que nombró a Howar como Director de la Policía.
5. El Gobierno Salvadoreño lamentó este domingo 23 de
enero la muerte de 13 costarricenses que naufragaron en aguas del Caribe al Sur
de Nicaragua, pero no dice nada de las 18 personas que mueren cada día en El Salvador
por la violencia.
6. En el barrio, el insistente perifoneo en aquel pick up
para que sacaran las cosas viejas a la calle, pues las compraban a buen precio,
no les hacía mucha gracia a las personas de la tercera edad.
7. La señora de Bustillo no hacía honor a su apellido,
pues la naturaleza le había dotado de buenos atributos físicos.
8. Antes le llamaban Kate del Castillo, ahora le llaman
Catocha del Guzmán.
9. Cuando ella se venga del todo, yo me vengaré con la
indiferencia.
10. Aquellos amigos salvadoreños se encontraron de nuevo. El
de Oriente le dijo al de Occidente, que
estaba prendado de Mercedes Umaña. Y el otro le confesó que él siempre admiraba
a la Thalía.
11. Ella oyó decir que aquel niño eran tan lindo que seguramente
“lo habían mandado hacer a Ilobasco”. Y
como era tan ingenua, mandó hacer el suyo con un amigo residente de aquella
ciudad.
12. Una flor de papel, es algo bello pero artificial y sin
alma.
Una boda
de papel es tan frágil, pues se celebra apenas un año después de casados.
Un
casamiento de papel es aquel atestiguado por un documento formal, pero en el
que el amor se ha ido muy lejos.
Un
funcionario de papel es aquel que no es capaz de improvisar y que siempre tiene
que leer su discurso.
Un músico
de papel es aquel que no puede tocar una melodía sin leer la partitura.
Un libro
de papel es aquel que aunque amarillo por el tiempo, no lo destruye ni un
hacker, pero lo puede destruir un ratón de verdad, no esos de la computadora.
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