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Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

viernes, 12 de octubre de 2007

OTRA PÁGINA DE ANTAÑO Y DE AHORA

Vista desde el Parque de Cabañas, Sensuntepeque
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OCTUBRE

De los meses del año,
octubre me encanta sobremanera,
porque con su llegada,
siento que crece la esperanza
y el optimismo.
Y porque vienen a mi mente
los recuerdos de otros tiempos,
cuando con él, llegaban los vientos
a veces intensos,
pero siempre agradables;
y que siendo muy jóvenes
guardábamos bien los libros
para sentirnos de vacaciones.

En aquellos octubres,
subíamos los chiquillos del pueblo,
a nuestro Parque de Cabañas
a encumbrar las palometas,
esas mismas que en otros sitios
llaman pizcuchas.
No importaba que faltara el hilo,
tal vez por el miedo a perderlas;
pero sobraba la ilusión y la fantasía
de verlas llegar muy alto,
y sentirlas tan lejos y a la vez tan cerca,
pues formaban parte de nuestras vidas.

Los octubres de hoy son diferentes.
A veces me llenan de nostalgia
y un poco de tristeza.
No entiendo como mi mes preferido,
aparece ahora, con tantas lluvias,
y no con los celajes
de aquellos crepúsculos pintados
de rojo, de gris y de naranja.
Muchos echan la culpa
de tanto destrozo
causado por temporales y huracanes,
al bendito cambio climático,
al “niño” o a la “niña”.
Cuando se sabe que son otros,
(los productores del norte
y los grandes consumistas),
los que maltratan mayormente
con gases y con desechos,
las aguas, la tierra, el aire
y esa llamada capa de ozono.

A pesar de todo,
la llegada de octubre, para mí
sigue siendo importante;
pues aunque sea por unos días,
podemos ver la luna llena
y el cielo colmado de estrellas,
cuyos destellos
se desparraman por la veredas
de nuestros campos;
mientras nos trazan el derrotero
de nuevos días, o tal vez
de otros destinos…
Y nos indican con sus señales,
que se aproximan tiempos mejores
.
José Ramiro Velasco Barrera, Oct de 2007

EL PROGRAMA EDUCO EN EL SALVADOR Y CABAÑAS
Publicado en Periódico La Macana, Octubre de 2007. Sección La Macana Magisterial

Como saben los estimados lectores, EDUCO, es un programa educativo que significa Educación con Participación de la Comunidad.
Se inició en 1991, en pleno conflicto armado, para atender a comunidades remotas, en donde no existían escuelas o en las que los maestros amenazados, habían pedido su traslado.
El programa ha sido calificado como la estrategia más innovadora en América Latina, para aumentar la cobertura educativa, es decir, para aumentar la atención de niños en la zona rural.
El programa se inició en 1991, con 263 docentes escogidos de entre unos 12,000 maestros desempleados.
La cantidad de niños atendidos en aquel año por EDUCO, fue de 8,416.
Me tocó dirigir el proceso administrativo en el Ministerio de Educación, para apoyar a las asociaciones comunales educativas (ACE) a nivel nacional y participar en el diseño, control y pago a las asociaciones. Se tuvo que utilizar fondos de un préstamo del Banco Mundial para abrir las secciones nuevas; y cada año, el Gobierno por medio del Ministerio de Educación (MINED), se comprometía a absorber en su presupuesto, el pago de los nuevos maestros contratados y los pequeños gastos administrativos para cada sección.
Recuerdo haber estado presente en las primeas capacitaciones de maestros de EDUCO en Cabañas; y comprobar en aquellos días, los esfuerzos del Padre Juan Mendoza para que se abrieran en el Cantón Nombre de Dios, nuevas aulas en casas de líderes, con la convicción de que poco a poco el FIS, les construiría escuelas formales; lo que hoy es una realidad.
En 1995, los niños atendidos por EDUCO, en todo el país, eran 113,728. Y los docentes contratados, 3,554. Para el 2005, el número de maestros ascendió a 8, 020, lo que representaba un 20% de todo el magisterio nacional. Para el mismo año, en Cabañas, el numero de niños atendidos por EDUCO, ascendía a un 25% del total de niños matriculados en el Departamento.
Según el MINED, en el 2005, los resultados de niños de EDUCO, en las pruebas de matemática y lenguaje, aplicadas en 3º, 6º y 9º grados de las áreas más pobres de El Salvador, eran mayores que los de niños atendidos en el sistema tradicional. Entre las razones que explican los mejores resultados de los niños atendidos con EDUCO, se señala: que se ha disminuido la entrada en edad tardía de los niños; que existe una mayor participación de los padres de familia en la administración educativa; y que se hace un mejor manejo de los fondos de la escuela.
En el 2006, todos los docentes de EDUCO, fueron escalafonados. El número de escuelas con tal programa, en todo el país era de 2,126, con un total de 10,000 maestros. En el Departamento de Cabañas el número de escuelas era de 106.
En la actualidad, EDUCO se financia en un 100% con fondos propios del Estado.
Un sacerdote, nacido en Nombre de Dios, comentaba hace unos días: “Ahora da gusto ver que en el cantón existen buenas escuelas en los diferentes caseríos, a diferencia de lo que había hace 10 años”.
Y yo considero que eso ha sido posible, gracias al programa EDUCO, y a los líderes de la zona que unificaron esfuerzos, en pro de más educación en aquellas remotas comunidades. No sé si los docentes y las personas que trabajan y viven en las comunidades de Cabañas, están de acuerdo con esta apreciación. Si no, esperamos que expongan su punto de vista.
José Ramiro Velasco Barrera


SENSUNTEPEQUE DEL PASADO Y SU ACTUAL DEPREDACIÓN

Publicado en Periódico La Macana, Octubre de 2007. Sección “La Selvita” Recuerdos del Ayer
En los procesos de avance de los pueblos, se opera un crecimiento natural conforme aumenta la población, pero que debe conciliarse con el medio ambiente.
De acuerdo a los historiadores, Sensuntepeque fue fundado por tribus indígenas en el Cerro Grande, que se encuentra al noreste de la ciudad actual. Con la llegada de los españoles, se funda el poblado, en la pequeña hondonada donde hoy se encuentra la Iglesia y el parque central. Para 1550, Sensuntepeque tenía 1,100 habitantes. En 1,609, como lo narra Fray Antonio de Remesal, los Padres Dominicos, colocaron como patrona a la Virgen Santa Bárbara. Conforme a los "autos de visita" de monseñor Pedro Cortés y Larraz, Arzobispo de Guatemala, en 1770, Sensuntepeque era un pueblo que pertenecía al Curato de la Puebla de Titihuapa. Al crearse la Intendencia de San Salvador en 1,786 y dividirse su territorio en partidos o distritos, La Puebla fue designada cabecera del Partido de Sensuntepeque, como cabecera que era de curato; pero el primer teniente Subdelegado don José María Muñoz (1799), dispuso fijar su sede gubernamental no en la Puebla, sino en Sensuntepeque. En 1807, según el corregidor intendente don Antonio Gutiérrez y Ulloa, en Sensuntepeque habitaban 50 españoles, 360 ladinos o mulatos y 390 indios, lo que arrojaba una población total de 800 habitantes. Después de la Independencia, el 12 de junio de 1824, el Partido de Sensuntepeque obtiene el título de Villa y quedó incorporado al Departamento de San Vicente. Posteriormente por la Ley de 27 de enero de 1865, se tituló la villa mencionada, como ciudad. Para 1890, “Sensuntepeque tenía una población de 9,450 habitantes y era una ciudad muy pintoresca, dividida en cuatro barrios, llamados El Calvario, San Antonio, Santa Bárbara y Remedios”.
Sensuntepeque de finales del siglo XIX, fue el pueblo que nuestros abuelos conocieron, y el mismo que conocimos nosotros de niños, construido con casas amplias y bonitos portales en el centro histórico, donde se ubicaban las familias más reconocidas de la época.
Aquel Sensuntepeque estaba rodeado de nacimientos de agua y pequeños bosques, como “la selvita” en donde hoy se encuentra el hospital y la Escuela Fermín Velasco; y contaba con tantos otros espacios verdes, hoy ocupados por colonias o lotificaciones, creadas sin ninguna planificación y ordenamiento, que han invadido los cerros cercanos y hasta las zonas de abastecimiento acuífero.
¿Cómo se sentirían nuestros abuelos, si vieran esas enormes cargas de ladrillo y cemento en los alrededores de lo que fuera aquella ciudad tranquila y amurallada por cerros con abundante vegetación?
¿Qué diría Don Beto Velasco (de los Velasco venidos de San Juan Opico), al ver ahora su finca al norte de la ciudad, que está siendo arrasada por la sierra incontenible y por los tractores que emparejan los barrancos, otrora albergue de animales y aves silvestres?.
Allí en aquella pila debajo de los árboles de zunza, recogimos agua limpia cuando éramos niños; y a unos veinte metros, nos bañábamos en la poza de agua zarca, en medio de aquel ambiente casi oscuro por la cerrada vegetación.
Ojalá que se planifique bien, la próxima conexión con la Longitudinal del Norte pensando en el pueblo, y no sólo en el bolsillo de los que dirigen la política local. Que Dios guarde a Sensuntepeque, de la insaciable búsqueda del dinero con tanta lotificación desordenada y la destrucción de nuestro patrimonio natural.
José Ramiro Velasco Barrera