DESFILE DE FLORES DE NUESTROS JARDINES
¿CUÁL LES GUSTA MÁS?
EL SALVADOR Y
LA DEFENSA DE SU SOBERANÍA EN LA ISLA CONEJO. BREVE ANÁLISIS A LA LUZ DEL
REALISMO Y LIBERALISMO
Problema
El ser un
país pequeño y pobre parece que le ha destinado a El Salvador no poder ejercer
la soberanía nacional plena que establece nuestra constitución y que sostiene el derecho internacional. Ello
a pesar de que Honduras es un país más pobre que El Salvador y con grandes
problemas socio-económicos.
Breve marco de referencia
El Realismo
es una corriente teórica que tiene su base en aportes muy antiguos como los de Nicolás
Maquiavelo y Thomas Hobbes, pero se fortaleció enormemente con los aportes de Hans
Morgenthau, contenidos en su libro
“Política entre las naciones” (1948). A
partir de entonces, el realismo se constituye en la base fundamental de la
política internacional.
La
influencia de Morgenthau y de otros exponentes realistas, es indiscutible en
muchas de las decisiones tomadas por el gobierno de potencias como Los Estados
Unidos de América, tanto en el marco de la guerra fría como en los tiempos
actuales.
Morgenthau al
definir la política como una esfera autónoma de acción y comprensión, establece que es deber oficial pensar y actuar
en función del interés nacional. Que para que el interés nacional garantice la
más eficaz política exterior, debe basarse en hechos objetivos y tangibles y no
en ideales universales no alcanzables. Tal interés además, debe guiar la conducta
de las naciones.
Para Morgenthau
y otros realistas, los valores y el derecho internacional pasan a un segundo
plano como fuente de acciones políticas.
El
Idealismo, por el contrario, privilegia los valores o el humanismo y el derecho
internacional y tiene su fundamento en autores clásicos como Hugo Grocio e
Inmanuel Kant. Esta corriente tuvo su auge después de la Primera Guerra Mundial
con su máximo exponente Woodrow Wilson.
Con el
correr de los decenios, la visión idealista perdió vigencia ante el fracaso de
la Sociedad de Naciones (SDN) como organismo supranacional incapaz de convencer
a naciones poderosas para llegar a arreglos pacíficos y respetar la soberanía
territorial de otras más débiles. Por lo que tal visión llegó a complementarse con
la del liberalismo, corriente que tomó
auge en el siglo XIX y más adelante, con la visión científica de las relaciones
internacionales surgida en los decenios de 1950 y 1960.
Para 1980 y
con las posiciones revisadas de las corrientes tradicionales, se establece el
debate ya entre neorealistas y neoliberales en temas como la actuación del
estado, la cooperación internacional, la economía política, el medio ambiente,
etc.
Y aunque
surgen otras escuelas de pensamiento con propuestas teóricas muy interesantes y
que enriquecen el estudio de las relaciones internacionales, las corrientes del
neorrealismo y neoliberalismo, ocupan en la actualidad, un lugar importante para el análisis de los
fenómenos internacionales, vinculados a las actuaciones de los estados.
Donald
Nuechterlein, cientista político estadounidense, en su Conferencia del 7 de
noviembre del 2000 en la Universidad de Virginia, basada en su libro “Una
superpotencia evalúa su papel en un
mundo turbulento”,
http://donaldnuechterlein.com/2000/major.html expuso al referirse a la política exterior y los
intereses nacionales, en primer lugar, que el interés nacional debe distinguirse
del interés público. Y que los intereses nacionales encierran un conjunto de
objetivos que una nación se esfuerza por conseguir en el mundo, algunos de
ellos referidos a sus necesidades y prioridades nacionales y otros que son de
tipo estratégico, tanto en el área militar como en la economía.
Los
primeros objetivos que señala este autor, como básicos para los Estados Unidos
son: 1. La defensa de la patria: territorio, los ciudadanos y el sistema
político; 2. El bienestar económico,
estabilidad económica y nivel de vida; 3. Un orden mundial favorable: que requiere la
evaluación de la seguridad nacional; y
4. La promoción de los valores estadounidenses, los derechos humanos y la
democracia.
Los
anteriores, son intereses de largo plazo.
Y dependiendo de la Importancia en un momento dado, pueden estar
referidos a: a) la supervivencia, cuando se trata de un ataque inminente al
territorio nacional; b) un nivel vital, cuando existe una peligrosa amenaza al
bienestar nacional; c) un nivel mayor, cuando se trata de retos serios en el
extranjero a los intereses estadounidenses; y d) un nivel periférico, cuando se
trata de problemas no graves, pero molestos.
El autor
señala que cuando se trata de una amenaza a un interés vital, posiblemente se
requiere el uso de la fuerza armada. Para este caso, establece ocho factores de
valor para la toma de decisiones (Por ejemplo: la proximidad del peligro y la
naturaleza de la amenaza) y ocho factores de riesgo, para evaluar los costos, si ocurren las
hostilidades (por ejemplo: los costos económicos, los siniestros estimados, el
riesgo de conflicto ampliado, los costos de una derrota, etc).
Por otra
parte, Nuechterlein señala las herramientas políticas de las que se puede hacer
uso para apoyar la política exterior de los Estados Unidos, como son: la
diplomacia, la asistencia humanitaria, la asistencia técnica, económica y
militar, política comercial restrictiva, acciones encubiertas, apelación al
Consejo de Seguridad, embargo comercial, etc. Y los instrumentos político
militares en apoyo a la política exterior, como: la demostración de fuerza
militar, la vigilancia militar, la suspensión de relaciones diplomáticas, el bombardeo
de objetivos seleccionados, el uso de las fuerzas de tierra, la amenaza de
utilizar armas nucleares y las armas de destrucción masiva, etc.
Como se
puede deducir, existe una distancia que no tiene comparación en lo que acontece a una potencia como los Estados
Unidos y un país subdesarrollado como El Salvador, frente a la amenaza de su interés nacional básico como puede ser la
defensa de su territorio.
Y la causa
de fondo para el país subdesarrollado, es la falta de recursos, aún para paliar
las urgentes necesidades de su población.
De ahí que
la tesis realista de responder al interés nacional en un caso dado, tiene
verdadero sentido para los estados que son en verdad potencias o grandes
potencias.
Caso de la Isla Conejo
A la luz del
pequeño marco conceptual anterior, ¿qué tipo de actuación puede esperarse de El
Salvador ante la pérdida de soberanía en el litigio de la Isla Conejo, situada
en el Golfo de Fonseca y que fue ocupada por Honduras desde los años ochenta,
en pleno conflicto armando interno de El Salvador?.
Lo primero
que debiera hacerse es establecer claramente los hechos sobre el supuesto acuerdo entre el ejército salvadoreño y el
hondureño para que el ejército de Honduras tomara posesión de la isla.
Se sabe que
los militares son gente formada en reglas estrictas de obediencia a sus
superiores y en una férrea disciplina. Y que por lo general, un coronel o un comandante
de guarnición no actúa de manera unilateral, sin previa consulta con sus superiores
y por órdenes recibidas en situaciones como la que se analiza.
Por lo
tanto, debe suponerse que la decisión de entregar al ejército hondureño la
custodia de la isla tuvo que emanar del ámbito superior, es decir, del Estado
Mayor, del Ministro de la Defensa o del
Presidente de la República de la época, como Comandante General de las Fuerzas
Armadas.
Establecer
el grado de responsabilidad sobre aquella decisión es importante, pues los
funcionarios públicos y los militares en particular, han jurado defender la ley
y los altos intereses del estado o de la patria, como se dice frecuentemente.
En segundo
lugar, el sólo hecho de haber permitido por tanto tiempo la ocupación de parte
del territorio nacional por un ejército extranjero, implica también una responsabilidad
de las instancias nacionales civiles y militares del más alto nivel,
especialmente después de los Acuerdos de Paz de 1992, cuando la amenaza de la
acción guerrillera había terminado.
Y en tercer
lugar, si la isla y el mar territorial adyacente es territorio salvadoreño,
como es el sentir y pensar de todos los salvadoreños, no queda más que tomar
todas las medidas al alcance para recuperarlo.
¿Cómo y
cuándo recuperarlo? Dependerá de la capacidad del estado. Si fuera el caso de
una superpotencia el territorio nunca hubiera sido sometido a la vigilancia de
otro país. Pero suponiendo que lo hubiese hecho por alguna razón, lo recuperaría de inmediato, utilizando su
poderío económico, político y militar, pues está en juego una amenaza a un
interés vital.
En el caso
de un país pobre como El Salvador, el orden probablemente es a la inversa; primero agotará todos los medios políticos y
diplomáticos establecidos y hasta en un caso extremo, pensaría en utilizar
otros medios.
Entre los
medios no militares que podrían utilizarse, estarían por ejemplo, las
declaraciones de agresión, la apelación al Consejo de Seguridad, el bloqueo
económico, la ruptura de relaciones diplomáticas. Y entre las militares previas
a un ataque, la vigilancia militar estricta en la zona y la amenaza militar.
La compra
de aviones A 37 a Chile, aunque sea de la época de la Guerra de Vietnam, como sostienen algunos, pudiera interpretarse
tal vez, como pasos hacia una mayor vigilancia militar y hacia una amenaza
militar encubierta ante la prepotencia del gobierno de Honduras de instalar en
la isla la bandera nacional y realizar actos provocativos de supuesta soberanía,
como los llevados a cabo el 15 de septiembre pasado.
Pero lo
importante, en un análisis de política exterior, es saber que toda medida no
diplomática conlleva efectos o consecuencias graves o de gran impacto, como
pudieran ser: la pérdida de transacciones comerciales entre los beligerantes,
el retiro de las inversiones, la salida de los nacionales de los países en
conflicto, etc., etc.
Y no es que
pueda faltar patriotismo para hacerle frente a una amenaza externa, es que
utilizar medidas de fuerza, frente a la provocación del Gobierno de Honduras
por la Isla Conejo, para el caso, puede acarear consecuencias muy graves para
la población salvadoreña que constituye también otro de los objetivos básicos
de interés nacional a defender.
Frente a un
caso como éste, pudiera ser que no le quede otro recurso al país agraviado por
el momento, que hacer valer lo establecido en el derecho internacional y la vía
diplomática para lograr un entendimiento con la contraparte. Pero de no
encontrar una solución pacífica a la acción expansionista de Honduras
comprobada históricamente no sólo contra El Salvador, sino también contra
Guatemala y Nicaragua en otros casos, pasará a ser parte de una lucha pendiente
de El Salvador hasta encontrar una solución satisfactoria para los intereses
nacionales.
Esa es la
triste realidad de un país pobre y subdesarrollado como el nuestro. No poder
responder en la forma que lo haría una potencia y recurrir a otras instancias
creadas por el derecho internacional que no necesariamente le darán la razón a
El Salvador.
ALGUNAS MUESTRAS
DE AUTONOMÍA DEL ESTADO SALVADOREÑO FRENTE A OTROS ESTADOS, EN LA HISTORIA DE
LA REPÚBLICA
La
historia de El Salvador muestra algunos hechos importantes de respeto a la
soberanía y autonomía nacional que merecen ser considerados por la ciudadanía y
especialmente por los gobernantes de turno de nuestros tiempos.
En 1857, durante
la Administración de Francisco Dueñas, El Salvador siendo un estado recién
constituido, envío un contingente militar al mando del General Ramón Belloso y
se unió a la lucha del ejército hondureño, guatemalteco y costarricense contra los filibusteros estadounidenses
dirigidos por William Walker que habían invadido Nicaragua.
Walker que
tenía el apoyo del Gobierno norteamericano, ante la derrota, fue capturado y
llevado prisionero a los Estados Unidos; pero ante nuevas expediciones para apoderarse
de Nicaragua, terminó fusilado en Honduras.
Otro
suceso importante, acaeció durante la gestión liberal de Manuel Enrique Araujo,
Presidente de El Salvador de 1911 a
1913, quien impulsara reformas importantes a favor de pequeños y medianos
agricultores. Aquel Presidente mantuvo una verdadera oposición contra los
empréstitos y la intervención de los Estados Unidos en los asuntos
centroamericanos cuando ese país emergía como potencia económica. Por lo que
algunos sospechan que la muerte de aquel Presidente, asesinado en 1913, tuviese
que ver con sus rivales políticos vinculados a grupos de poder internos y a los
intereses norteamericanos.
Más tarde,
bajo la Administración de Carlos Meléndez, iniciador de la Dinastía Meléndez y
que fuera Presidente de la República de 1913 a 1914 y de 1915 a 1918, se
declaró la neutralidad de El Salvador en la Primera Guerra Mundial. Esta fue
una decisión de elevado nivel de autodeterminación de un pequeño estado como El
Salvador frente a la influencia de los grandes poderes europeos y de los
Estados Unidos de América.
Debe
decirse, que por aquellos años el capital estadounidense había desplazado
completamente al capital inglés en los diversos rubros de la economía
salvadoreña y se hallaba en plena conquista de la región centroamericana.
Además los
Estados Unidos venían interviniendo en Nicaragua y habían logrado llegar a
arreglos, desde 1856 cuando se firmó el Tratado Dallas- Clarendon que dejaba en
manos de los Estados Unidos la construcción de un Canal. Y el 9 de febrero de 1913, cuando se firmó el
Tratado Chamorro-Waitzel que le otorgaba a Estados Unidos a perpetuidad, los derechos de construcción y usos del Canal a
favor de aquella Potencia.
El
Presidente Meléndez, se opuso al Tratado Bryan-Chamorro, suscrito en agosto de
1914 entre Nicaragua y Los Estados Unidos de América por considerarlo violatorio a la soberanía
salvadoreña. Mediante aquel tratado, Nicaragua ponía a disposición de la gran
potencia, los territorios del Golfo de Fonseca para la construcción de un Canal
interoceánico, sin consultar a El Salvador y a Honduras. El Salvador presentó la
denominada Doctrina Meléndez e interpuso un recurso ante la Corte
Centroamericana de Justicia, ganando un fallo de dicho tribunal en 1917, en el que
se declaraba que Nicaragua debía de abstenerse de cumplir con aquel tratado.
Por otra
parte, en marzo de 1934, el Gobierno de El Salvador reconoció al Estado de Manchukuo
creado por Japón dentro de territorio chino, lo que para bien o para mal, demostraba un acercamiento con aquella
potencia asiática que formaría junto con Alemania e Italia el Grupo del Eje; y representaba
una especie de desplante a la posición de Los Estados Unidos y a otras
potencias de Europa.
Se dice
que el Presidente Maximiliano Hernández Martínez se sentía atraído por los
éxitos de los gobiernos de Hitler y Mussolini y además que mantuvo varios
asesores militares y financieros alemanes e italianos en su gobierno.
En 1939, comenzando
su segundo período de gobierno e iniciada la Segunda Guerra Mundial, Martínez mantuvo
una posición neutral al principio de aquel conflicto, por varias razones. Una
pudo haber sido, su simpatía por algunas potencias del Eje; otra la situación
interna tan convulsa en que se vio
envuelto su gobierno; y la tercera, la
falta de reconocimiento como presidente democráticamente electo por parte del
Gobierno de Los Estados Unidos.
Pero
después del Ataque de Pearl Harbor, el Gobierno Salvadoreño se vio obligado a
declarar la guerra a Japón y a Alemania por razones de tipo económico y la
presión de los Estados Unidos, como el resto de países centroamericanos.
Se dice
que a partir de entonces, Martínez tomó acciones como la expropiación de las
tierras de alemanes e italianos radicados en El Salvador, lo que le valió el
reconocimiento diplomático definitivo por parte de los Estados Unidos.
Otro hecho
donde se puso a prueba la soberanía salvadoreña fue en 1969, cuando se llevó a
cabo la Guerra de El Salvador -Honduras.
Sin ir a
las causas estructurales del conflicto, se puede señalar como causa inmediata
del mismo, la situación limítrofe y los vejámenes de los grupos paramilitares
hondureños contra la población salvadoreña radicada en Honduras y que fueron
avalados por el Gobierno Hondureño de Oswaldo López Arellano.
Ante tal
situación, el Gobierno de El Salvador presidido por el General Fidel Sánchez
Hernández tomó la decisión de ordenar la defensa de la población salvadoreña
invadiendo buena parte del territorio hondureño.
Lo que se
pretende destacar acá, independientemente de las causas y de los efectos de
aquella decisión, es que se utilizó la guerra como último recurso, para
defender un objetivo básico del interés nacional que constituía la población salvadoreña,
atacada por grupos hondureños.
Pero como
muestra de respeto al derecho internacional, el Gobierno de El Salvador junto
con el Gobierno de Honduras recurrieron a la Corte Internacional de Justicia,
para poner fin a su diferendo limítrofe y acataron la sentencia de aquella
instancia en 1992.
Aunque el
fallo de la Haya fue probablemente más lesivo para El Salvador, las ansias
geopolíticas de Honduras continúan ahora y se centran en proclamar como propia
la Isla Conejo y el mar territorial adyacente.
Ojalá que
las pretensiones del Estado Hondureño en este caso, se solucionen utilizando las
buenas prácticas de la diplomacia y que no se provoque más a nuestro país que
ha dado suficientes muestras en el pasado, de luchar con todas sus fuerzas por
la soberanía nacional, cuando se lo propone.
¿SE CUMPLEN LOS SUEÑOS?
He leído
alguna vez sobre el significado de los sueños y ese es un tema muy interesante.
Los
tratadistas de sueños se refieren a la “oniromancia” como la capacidad para la interpretación
de los sueños y la adivinación de su
significado. Un ejemplo clásico de esta facultad se le atribuye en la Biblia a
José, hijo de Jacob que fue vendido por sus hermanos y que llegó a ser administrador
del Faraón de Egipto, gracias a que adivinó el significado del sueño de las
vacas flacas y de las gordas.
Pero lo que
trato de demostrar acá es que mediante los sueños, en algunos casos se puede establecer lo que puede suceder en
el futuro. Pues de eso he tenido al menos dos experiencias que quisiera
compartir con mis lectores.
La primera
experiencia, sucedió allá por octubre de 1969, cuando mi compañero Víctor y yo,
todavía vivíamos en el centro de San Salvador; pues siendo seminaristas
habíamos suspendido los estudios teológicos para conseguir un empleo y vivir en
carne propia lo que afrontan los jóvenes pobres en el mundo laboral. Sin
embargo, hacía unos dos meses que yo había decidido abandonar la idea de seguir
en el seminario, debido a problemas con el Obispo para aceptar aquel nuestro
experimento.
En aquel
ambiente, platicábamos con Víctor de muchas cosas. Fue en una plática de
aquellas que me contó que su padre, se había sacado un premio de la lotería hacía
algún tiempo. Por lo que concluimos que sacar un premio tal vez no sería algo
imposible. Así que hicimos un pequeño acuerdo firmado entre los dos, que
consistía en que compraríamos un número determinado de vigésimos de la Lotería,
gastando dos colones cada uno, como
máximo y el que ganara un premio importante lo compartiría dando al otro, un
25% de lo obtenido.
Habían
pasado algunas semanas, cuando un día me desperté muy contento y le conté a
Víctor que había soñado con el número ganador de la lotería y justamente en ese
día se realizaría el sorteo de la Lotería Chica. El número soñado terminaba en 111. Víctor me aconsejó
que fuera a buscar el número a la calle. Y así lo hice. Salí a la calle y me
encontré con varios billeteros, pero nadie tenía ni siquiera el 11. Por lo que
regresé un tanto desilusionado a nuestra habitación.
Por la
noche en el pupilaje al que acudíamos para hacer nuestros tiempos de comida, a
la hora de la cena, pude ver en un diario vespertino, el número ganador que
efectivamente terminaba en 111. El sueño se había hecho realidad.
La segunda
experiencia, sucedió allá por 1988. Yo realizaba un breve contrato de
consultoría en el PNUD en San Salvador. Aquella madrugada me desperté de pronto
y tenía en la mente el número ganador de la lotería que acababa de soñar, tomé
un papel y lo anoté.
En la
mañanita me levanté con aquella idea, pues sabía que en la tarde se realizaba
el sorteo; sin embargo, era más
importante ir al trabajo. Camino a la oficina pasé en vehículo por la Iglesia
de la Ceiba de Guadalupe y recordé que allí había visto vendedores de billetes.
Les pregunté si por casualidad tendrían aquel el número; y como era de esperar, no lo tenían.
Al día
siguiente, el periódico publicaba los números ganadores. Y el primer premio era
justo el número que yo había soñado, sólo con un dígito diferente en medio de
la cifra. Aquella pequeña falla la atribuí a un lapsus de memoria a la hora de
copiarlo en el papel. Es más no lo recuerdo, pues boté aquel papel que mantuve guardado por
algún tiempo.
Después de
aquellas experiencias, nunca más volví a soñar con el número ganador de la
lotería. Y creo que ha sido mejor que así
haya sucedido, pues nunca lo hubiera encontrado entre los billeteros y peor aún,
probablemente hubiera estado en la mirilla de los amigos de lo ajeno.
Desde otra
perspectiva, yo sí creo que muchas veces los sueños son reveladores; pues en
muchos casos han significado para mí, una gran ayuda para la toma de
decisiones.
Cuando he
tenido problemas serios, antes de tomar una decisión, trato de acostarme
tranquilo por la noche y en más de una ocasión en mis sueños he encontrado la
respuesta más apropiada.
Y a ustedes
¿no les ha sucedido algo parecido?. Si les ha sucedido algo similar, ¿por qué
no lo comparten con nuestros y nuestras lectoras, haciéndome un comentario en
esta página?
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