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Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

jueves, 27 de febrero de 2025

CARTA AL CIELO PARA NUESTRA AMADA, ANA CAROLINA VELASCO HURTADO

 Nota: Después de mucho tiempo, vuelvo a escribir en este blog. Lamentablemente después del fallecimiento de mi hija Ana Carolina Velasco Hurtado, ocurrido el 29 de diciembre  del 2024.

A continuación, una carta que dirigí a ella, pasados 30 días de su tránsito a la mansión celestial. 

El autor

 

QUERIDA CARO: Han pasado más de 30 días desde que casi inesperadamente, emprendiste ese viaje sin retorno, al que todos estamos convocados. Nunca había sentido tanto una separación, como esta vez contigo.

En estos días, me he preguntado muchas veces, ¿por qué tuvo que suceder así?, ¿Por qué tú y no yo que ya viví bastante?; ¿Por qué tan rápida tu partida?; ¿Por qué las personas tan buenas como tú, tienen que marcharse tan pronto?... y no encuentro las respuestas… Lo único que nos consuela es que como creyentes sabemos que has ido a un sitio mejor y que si fuiste tan buena y tan justa en la tierra, Dios te ha premiado con su gloria para toda la eternidad. También hemos llegado a pensar como familia, que viviste tan intensamente tu vida, que a tu corta edad habías alcanzado una gran madurez emocional y llegaste a cumplir varias de tus metas de vida y de realización profesional como normalmente lo alcanzaría una persona con una edad mayor.

Y es que fuiste un ser humano excepcional, así lo escuché de varias personas que me saludaron  la noche de tu velación. Allí estaban gran parte de tus amistades: algunos maestros tuyos de coros, colegas artistas con quienes cantaste tantas veces, jóvenes que recibieron tus enseñanzas como alumnos, niños que se nutrieron de tus consejos y de las técnicas para cantar bien, madres de familia que constataron los cambios actitudinales  y de aprendizaje en sus pequeños hijos bajo tu dirección… y es que naciste con ese don maravilloso de enseñar y de disfrutar lo que cantabas.

Decías en broma, que tú naciste unos decenios antes de tu venida al mundo, pues te identificabas con los grandes  maestros y cantantes de los años pasados. Recuerdo que les decías con cariño: “mi tío o mi tía”, pues los considerabas parte de tu familia.

Tu sola presencia infundía tranquilidad, cercanía, confianza, amistad y vibras positivas. Por eso si alguien llegaba a ser tu amigo o amiga lo era para largo tiempo o para siempre.

Por las mañanitas al despertarme casi siempre pienso en ti, pero lejos de pensar en cosas bonitas de los días tan agradables que vivimos, la mente me traiciona y te veo en la situación de tus últimos días y no puedo menos que llorar tu ausencia. Pero tengo que seguir aprendiendo poco a poco a vivir sin ti…

Eras una joven integral que vino al mundo para dejar huella con tus buenas obras. En verdad tus principios y valores marcaron el rumbo de tu vida, pues la sinceridad, la honestidad y el buen tino te hacía tan completa. En cualquier ambiente marcabas la diferencia de chica madura y llena de cualidades. Siempre te decía “que te habíamos mandado a hacer a Ilobasco”, una frase muy salvadoreña… Pero no sólo porque eras bonita, sino porque habías desarrollado tu inteligencia intelectual y emocional al máximo.

Cómo nos haces falta… Eras maestra en tu disciplina “el canto”, pero también en las actuaciones normales del hacer cotidiano. Cuántas veces al pedirte una opinión era la más certera y aconsejable. Dios te había dado esos dones que compartías sin ningún egoísmo, eras excepcional….En otro escrito describiré sobre tus habilidades y capacidades especialmente para la música y lo haré para honrar tu memoria y para que muchas personas que no te conocieron se hagan una idea más completa de ti.

Termino mi carta de hoy para decirte que poco a poco aprenderé a vivir sin ti. Y que si Dios quiso llevarte a tan corta edad, él te dará el premio merecido, como lo dice Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.

Un abrazo, a Leonor, a tus abuelos, a tus tíos y tías y a tantos familiares y amigos que gozan de la vida eterna.

Saludos de tus hermanos, de tu esposo, de tus sobrinos y cuñadas. Y de toda la familia.

Hasta luego, te amo para siempre.

Nota: Te mando las flores que hoy adornan nuestro jardín de la casa.