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Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

lunes, 31 de agosto de 2015

EN EL ÚLTIMO DÍA DE AGOSTO 2015




IMÁGENES DE NUESTRA GENTE























¿Y QUE SE HAN CREÍDO LOS DIPUTADOS DEL FRENTE Y DE ARENA?

La Constitución de la República de El Salvador, en su artículo 186 establece que “los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia serán elegidos por la Asamblea Legislativa para un período de cinco años, y por ministerio de ley continuarán por períodos iguales, salvo que al finalizar cada uno de los períodos, la Asamblea Legislativa acordare lo contrario, o fueren destituidos por causas legales”.
Para junio del año 2015 se esperaba elegir a dos magistrados para lo Contencioso Administrativo, uno para lo Civil y dos para lo Penal.
Lo anterior significa que antes de que  los magistrados entraran en funciones, es decir como fecha límite el 30 de junio pasado,  tales funcionarios deberían haber sido electos en la forma que también establece la constitución.
Significa que han  pasado más de dos meses y los diputados de la Asamblea Legislativa siguen tan campantes y frescos; siendo los principales responsables de tal incumplimiento los diputados de los dos grandes partidos, el FMLN y ARENA que son los que tienen mayor nivel de decisión, según la cantidad de votos para alcanzar la mayoría calificada.
Los partidos citados se han pasado en dimes y diretes, con falacias que esconden lo que hay a la base que es el interés del partido que representan, antes que el interés del pueblo salvadoreño.
Uno de los puntos principales de la discordia es la carta principal del Frente en la persona del Licenciado Jaime Martínez, como si no hubiera más personas competentes dentro de los candidatos presentados por el Consejo Nacional de la Judicatura y la negativa rotunda de ARENA de no aceptar a tal candidato en la nómina de los considerados mayormente elegibles.
Junto  a los diputados de ambos partidos están las cúpulas partidarias que se suman a una posición rígida para sostener que “este macho es mi mula”, olvidándose que el principal mensaje del pueblo salvadoreño en las elecciones pasadas de diputados de este mismo año al darles unos resultados bastante parejos , fue que los dos partidos grandes deberían ponerse de acuerdo en los temas de interés nacional en la forma más honesta y transparente que sea posible.
En rigor, la Asamblea ha transgredido la ley del más alto nivel que es la Constitución de la República y en sentido estricto deberían ser sancionados, sin que haya argumento que les libere de culpa.
¿Y dónde queda tanta promesa de los candidatos a diputados en las elecciones pasadas, especialmente los “nuevos” que nos vendieron la idea en las elecciones que ellos estaban listos para hacer política de manera diferente?. ¿En qué se diferencian de los diputados de siempre plegados a línea del partido, es decir al interés de las cúpulas partidarias?
Sería bueno, que la ciudadanía les demostremos nuestro repudio por el incumplimiento de la ley y que hagamos una campaña a lo mejor en las redes sociales o por otros medios, para decirles de manera contundente: “Diputados de ARENA y del FMLN: acaben de una vez por todas con la polarización y elijan lo antes posible a los magistrados de la Corte Suprema,  y en tiempo, a los funcionarios del Concejo Nacional de la Judicatura y del Fiscal General de la República que deben ser electos en este año. Recuerden que no están manejando su finca y que la institución del estado que representan debe manejarse con la seriedad y respeto debidos, de acuerdo a los intereses del pueblo salvadoreño y no de acuerdo a los intereses de su partido.
Si el pueblo no se manifiesta, estos señores seguirán haciendo de las suyas.











A CUÁNTOS HA INSPIRADO EL AMOR

Son incontables las canciones, los poemas, las pinturas y tantas otras manifestaciones del arte que se han inspirado en el amor.
Pero centrándonos sólo en la música, las canciones de amor de ayer y de hoy son innumerables. Y como en el pasado los hombres eran mayoría en lo que a compositores e intérpretes de música se refiere, pues las canciones estaban dirigidas especialmente al amor de un hombre por una mujer.
Desde el punto de vista de la teoría de género habrá sus argumentos y se dirá que los hombres se expresan así de un ser como la mujer, con el fin de proyectar su sentido machista y de dominación sobre la mujer.  Pero yo no comparto ese punto de vista. Creo que en la mayoría de casos, las canciones de amor reflejan el sentimiento por alguien que viene a ser un complemento en la vida y que en un momento en que se elevan las emociones, lleva a los autores a expresar cosas muy bellas y hasta fantásticas, según el grado de inspiración del momento.
Yo diría que en España y en América Latina por decir un número, más de un 90 por ciento de las canciones tienen de fondo el tema del amor. Y es que los latinos somos tal vez más sensibles o tenemos más desarrollada esa parte de la personalidad llamado dominio afectivo.
Eso lo pude comprobar mientras estudiaba en el Instituto Internacional de Planificación de la Educación (IIPE) en Francia. Al instituto llegaban estudiantes de países en desarrollo de los cinco continentes para el curso anual de nueve meses y al menos en la promoción de mil novecientos ochenta- mil novecientos ochenta y uno, se fijó una semana determinada para tener la noche cultural de cada continente. 
De América Latina, los participantes al curso eran tres mujeres y yo de hombre. Ellas casi que descargaron en mí la responsabilidad de la organización de la noche latinoamericana. Por lo que gustoso tomé la iniciativa de organizar la velada dándole un giro musical. Por gestión de una colega boliviana, se unió a nosotros un grupo de música andina que le dio mucho realce a nuestra presentación.
Me tomé el trabajo de arreglar algunas estrofas en francés para la ocasión con música de “Guantanamera”, de “Panameña, Panameña” y de “Cielito Lindo” y me convertí en el animador de la noche, haciendo cantar al menos a la mitad de participantes del curso y miembros de la administración, pues la otra parte del grupo sólo entendía inglés. Aquella noche proyectamos imágenes de varios países, escuchamos música andina y al final terminamos todos, bailando música alegre latinoamericana.
En los días siguientes de aquel evento, algunos africanos francófonos me hacían ver tarareando un poco las canciones latinoamericanas, que les parecían muy llenas de sentimiento y me daban a entender que los latinos somos muy románticos, contrario a lo que advertí de ellos que son menos sentimentales.
Y es que lo romántico se ha desarrollado en nuestros ambientes impulsado más por el lado de la música.  Así los abuelos que vivieron en los años de mil novecientos veinte, treinta y cuarenta, se vieron impactados por la música de marimba y la música mexicana en las inspiraciones de Agustín Lara, de Fernando Valadés, de Roberto Cantoral y de tantos otros compositores latinoamericanos; así como con la ejecución musical de tríos como Los Panchos, Los Tres Ases, los Tres Caballeros, etc.
Los que somos mayores de cincuenta y sesenta años, crecimos también arrullados por la música de tríos y en la época de los sesenta y setenta, denominada por algunos, como la época de oro de los grupos musicales populares, cantamos y bailamos con tantas canciones románticas de origen latinoamericano y español, cuyo tema principal era el amor.
Y en la época actual muchos jóvenes y niños influidos por sus padres, escuchan sobre todo los fines de semana, especialmente en la radio, canciones de tipo romántico de esas que llamamos viejas pero buenas que no pasan de moda y que también se han encargado de revivir algunos cantantes jóvenes contemporáneos.
Con esa influencia musical, no se puede esperar más que seamos románticos y que para nosotros el amor de pareja sea parte importante de nuestras vidas y siga inspirando a tantos artistas.
Y para demostrarles que yo también soy romántico, les dejo recomiendo leer el poema “Qué es el amor” que escribí hace algunos años y que publiqué en este mismo blog. Acá la dirección del artículo: http://ramirovelasco.blogspot.com/2010/02/otra-pagina-sobre-lo-nuestro.html











¿POR QUÉ ALGUNOS HOMBRES SALVADOREÑOS SE ORINAN EN LA CALLE DE LAS CIUDADES Y PUEBLOS?
Estuve a punto de titular este escrito: ¿Por qué algunos hombres campesinos salvadoreños se orinan en la calle de las ciudades y pueblos?. Pero lo mantengo así, porque esa mala costumbre la he visto también en personas que se dicen citadinos.
La primera respuesta a la pregunta que se formula, pudiera ser por la falta de servicios sanitarios al alcance de la gente. Y eso fue cierto hace unos veinte y cinco años, especialmente en las ciudades y pueblos, cuando ni en las iglesias, mercados, gasolineras y menos en los comedores y otros negocios privados se contaba con tales servicios a pesar de las grandes aglomeraciones.
De ahí que especialmente en las esquinas de las iglesias y parques especialmente por las noches los malos olores y otras sorpresas al caminar fueran algo muy común.
Sin embargo, a la fecha, se puede decir que se cuenta con una disponibilidad mínima de sanitarios en los cascos o centros históricos de los pueblos, como iniciativa especialmente de las municipalidades y de algunas iglesias; pero para un país tan poblado como el nuestro, hacen falta todavía más servicios sanitarios e iluminación, especialmente en los lugares en que más se aglomera la gente.
Pero hay un dato revelador y es que aún en los tiempos de mayor atraso en cuanto a disponibilidad de sanitarios, eran los hombres los incontinentes, mientras que las mujeres por lo general se aguantaban hasta llegar a su casa.
Y es que todo se debe a una mala crianza o visto de otro modo, a la falta de educación, o mejor,  a una fea costumbre que se ha ido arraigando desde tiempos inmemoriales.
Por supuesto que el grueso de los que cometen dichos actos son campesinos llegados a la ciudad buscando mejores oportunidades y trabajadores de diversos servicios que se desempeñan  en la construcción, motoristas, vendedores informales y tanta gente que deambula de un lado para otro. Este tipo de gente, no perdona lugares como los postes de la calle, los árboles y la entrada a un jardín o a un predio baldío para hacer de las suyas.
A ese tipo de personas las he encontrado varias veces in fraganti, a pocos metros de la entrada de mi casa en una pequeña esquina que da hacia un predio baldío o cerca de alguna planta en la misma acera. Por su puesto que ante un grito de mi parte, pidiéndoles que no lo hagan allí, ya no quedan muy dispuestos de volverlo a hacer y hasta me piden disculpas.
Y es que la costumbre se adquiere desde que los niños varones van por la calle y se les antoja que desean hacer pipí. En ese caso, muchas veces los padres o madres se lo permiten como una cosa natural, mientras que a las niñas se les restringe y se les indica que lo harán hasta llegar a la casa o a otro sitio donde haya un sanitario.
La costumbre es tan común, que los gobiernos municipales al menos en San Salvador, quisieron implantar multas para los culpables que se encontraran cometiendo tal falta, pero que yo sepa, tales disposiciones son letra muerta, porque tales ordenanzas no se cumplen en nuestro ambiente.
Para evitar esa fea costumbre, no hay mejor remedio que la educación, que debiera comenzar en casa y continuar en las escuelas. Si desde allí los niños y jóvenes tomaran conciencia sobre lo inadecuado de tal comportamiento, los cambios los veríamos en las nuevas generaciones.
Me dirán que en otros países el problema casi no existe debido a leyes más fuertes y a la acción de la policía. Yo les contesto que en países como el nuestro, las leyes se aplican muy poco y la policía se enfrenta a problemas tan serios que faltas como las expuestas, pierden toda importancia a la hora de castigar a los incontinentes.
Lo que sí puede ayudar en el mientras tanto, es el castigo de la misma comunidad. Es decir, que la ciudadanía debe recriminar a los incontinentes abusivos, puesto que la desaprobación social ante un comportamiento inadecuado, puede en muchas ocasiones, ser tan fuerte para el transgresor de una norma que una acción punitiva.
En otras palabras, con educación y el convencimiento de los grupos sociales contra esas malas costumbres, ese tipo de comportamiento puede cambiar para una convivencia más civilizada.
En todo caso, las municipalidades, los centros deportivos, las gasolineras y las iglesias deberían contar con servicios sanitarios abiertos y gratuitos al público. Y no debiera permitirse que se abra un almacén, ferretería o negocio grande, sin sanitarios disponibles para el público. Y a nivel educativo, los maestros deben de insistir en los estudiantes sobre lo feo de tales costumbres.
Si después de esas medidas continúan los incontinentes haciendo de las suyas, es la ciudadanía decente la que les debe reprobar tales comportamientos.