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Soy profesor universitario. Trabajo por el desarrollo de Cabañas, un departamento de El Salvador, muy bello, pero también donde hay mucha pobreza, especialmente en lo educativo y cultural. Soy planificador educativo y trabajé por muchos años como director y coordinador de proyectos sociales. Me considero una persona con una visión amplia que trata de valorar lo positivo de cada quien.

martes, 12 de julio de 2011

CAMINATA POR EL SALVADOR DE AYER Y DE HOY


GUARUMOS DE NUESTROS CAMPOS


(Con un click aumenta la imagen)













MUNDILLO POLÍTICO
PARODIA DE LA PARTIDOCRACIA
ACTO I
*Pertenecen todos, a la misma calaña.   
Muchos nacieron y vivieron antes en 
lugares un tanto atrasados, pero ahora
viven como señores, en las mejores 
zonas residenciales.
* La mayoría son políticos “hechos a
machete” o forjados con el sudor de la 
famosa camiseta. Algunos la han sudado
tanto, que ya les echa un olor a rancio
que molesta.
* Andan siempre custodiados con 
guardaespaldas o con policías, mientras 
que el pueblo que paga  los impuestos, 
sufre la inseguridad cada día, sin que
nadie lo  defienda.
*Comen a toda hora y “frito”, como 
dicen los campesinos, y beben caros 
licores con cargo a las partidas del 
presupuesto nacional. Mientras la gente
de a pié  lleva sus pancitos a la 
oficina o unas tortillas para tostar, a la
hora del improvisado almuerzo.
*Los de la Asamblea prefieren que
las sesiones se alarguen, pues entrada 
la noche, todos los gatos son pardos
y es mejor para dar los madrugones.
*Su filosofía política es hacer pisto a 
costa del pueblo a “quien se deben y 
por quien lucharán toda su vida” claro, 
haciendo sus marufias y retorciendo 
las leyes a su favor.
*Para ellos, la política es ganar las 
próximas elecciones, tal vez no 
llenando las urnas de “tamales” como 
en los tiempos de Conciliación, sino
comprando las voluntades de los más
humildes, con los recursos públicos
a través de la deuda política y 
gavetazos en las alcaldías y otras 
entidades del estado.
*Algunos pasaron de revolucionarios
a robolucionarios y otros,  pregonan 
que se mantienen en la línea más 
derecha (pero no tan recta), que les 
trazó su líder histórico.
*La mayoría tiene su cuerpo cubierto 
con cuero de lagarto para poder vivir 
en un entorno  lleno de rivalidad, de
intrigas y de hipocresía. Y parece
que la nariz les crece a diario, por 
tanta media verdad con que tratan de 
engañar al pueblo.
*Otros pasaron a engrosar la familia 
de los dinosaurios, pues se quedaron 
atrapados en el parque jurásico de la 
asamblea y de las municipalidades, 
debido a los buenos sueldos y 
prestaciones jugosas. Fuera de aquel 
ambiente parece que ya no pueden 
vivir. Pero si se retiran algún día, 
llenarán antes sus maletas de pisto
con buenas bonificaciones por 
“haber trabajado tanto” como dijera
un conocido señor.
*Prefieren estar juntos en la
manada, para oírse sus discursos 
y arengas, siguiendo por supuesto
las instrucciones de su dirigencia.
*Juegan muy bien al  teatro, cuando
tocan los temas ideológicos, pues 
parece que se van a dar de balazos. 
Sin embargo, todo se queda en puras
palabras, pues “chucho no come 
chucho y si come no come mucho”.
*Se exaltan y vituperan cuando se 
les recuerda su pasado durante la 
guerra, cuando se vieron envueltos 
en escenas de sangre que dejaron 
tanto dolor. Pero después de 
la ley de Amnistía, muchos de ellos
son personas honorables.
*La mayoría son verdaderos
borregos que siguen a ciegas a su 
jefe de fracción. Ellos no tienen 
criterio propio como les manda 
la Constitución, al contrario, se jactan 
de ser disciplinados y obedientes.
*Antes se les llamaba “chivos” porque 
sólo agachaban la cabeza cuando 
debían votar; ahora parecen estar 
programados como robots no para 
levantar la mano, sino para apretar el 
botón a conveniencia de la cúpula,
a la que se deben y la que siempre 
tiene la razón.
*Algunos son expertos para 
ajustar las leyes no por la vía 
del derecho, derecho, sino del 
torcido;  toda vez que responda
a sus intereses y a los dirigentes 
del grupo del que forman parte.
ACTO II
*De pronto cuatro magistrados, 
se salen del guacal de más de 
ciento ochenta años y tratan de 
responder a lo que el pueblo
demanda, en el marco de la 
Constitución que históricamente 
ha sido violentada.
*Los políticos de siempre, 
maquinando y tirando nuevos 
decretos, como tantas veces lo 
hicieron, tratan a toda costa 
de salvar las prebendas y 
privilegios de la llamada 
“partidocracia”.
*En la tarea de mantener 
ese predominio partidario, 
enrolan al presidente, que de 
pronto se convierte en hacedor 
de leyes y defensor del sistema 
tradicional partidario.
* El presidente mide su 
entorno y encuentra que puede 
perder los votos de partidos 
reaccionarios vestidos con traje 
de progresistas.
*Parece que el hombre ha 
quedado atrapado en las fauces 
del Frente y de GANA  que 
ahora son los verdaderos 
partidos de gobierno.
* Olvida el gobernante que se
encuentra en ese puesto, 
gracias al apoyo de la clase 
media que esperaba verdaderos
cambios en la cosa pública.
*Pero los cambios han resultado 
sólo cambios de calzoncillo.
* De continuar así las cosas, 
no quedará otra, que la 
sociedad civil salga a las calles 
para lograr de una vez por todas, 
una reforma política de verdad, 
en la que el pueblo decida su porvenir.-





Nuestros cielos de julio






AMOR ETERNO 

Más allá del cerro
y de aquella nube blanca
en la inmensidad del espacio,
hay un sitio especial
hecho de quietud
de sueños y de ilusiones.

Y lejos de la nube negra
cargada de insólitos presagios,
aún quedan tramos de cielo
descubiertos
colmados de esperanza.

Hasta allá trepan mis ansias
y mis anhelos.
Hasta allá extiendo mis brazos
para poder alcanzarte,
a pesar de la distancia.

A fin de lograrlo,
navegaré sin descanso
los días y las noches,
a la par de las estrellas.

Y cuando estemos juntos
tan cerca de la gloria,
seguiremos volando
con las alas del viento,
hasta perdernos abrazados
en el azul eterno.
Ramiro Velasco, julio de 2011
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CAMINANDO POR SENDEROS ESTRECHOS

Eran mis años de infancia. Cómo me gustaba cruzar el camino real desde el Carao hasta llegar a las faldas del  Cerrito o seguir el camino a  la Aserradera, sitios todos un poco alejados de la casa y dedicados por la familia, al cultivo de maíz y de frijol.
Pero resultaba más fascinante continuar por la vereda hasta la  Montañita que era un pequeño bosque primario, refugio de aves y animales silvestres. En la parte baja de aquel santuario natural, había un terrero con mucho barro blanco, donde mi padre cultivaba arroz; lindando con éste último, había una huerta de guineos majonchos y guineos manzanos. A poca distancia, donde pasaba el arroyo,  un sembradío de zacate camalote para las bestias; y casi entrando a la parte boscosa, varios árboles de mango muy altos y gruesos.
Para llegar hasta lo más alto de la Montañita, había que tomar otra vereda que casi bordeaba la propiedad y subir entre rocas y pequeñas lajas movedizas; lo que para mí resultaba muy divertido, pero a la vez muy agotador.
Al tope del bosque, se encontraba el nacimiento de agua pura que brotaba del propio centro de una gran pared hecha de roca. Hasta aquel refugio escondido llegaban a menudo mis tías (Fide e Inés) para llenar los cántaros y poder tener en casa del abuelo, donde yo vivía, el agua más pura y sabrosa de la zona.
Mientras las tías llenaban los cántaros, yo aprovechaba para bañarme en una especie de pequeña piscina hecha de laja. Desde aquel pequeño paraíso, escuchaba diversidad de pájaros y oía los chillidos de otros animales que seguramente protestaban al verse invadidos en su propio  hábitat. Al observar el agua cristalina, más de alguna vez pegué un grito al ver caminar un cangrejo con aquellas largas tenazas que  amenazaba con atacarme.
Hasta aquel sitio escondido regresé muchas veces ya de  preadolescente y de joven, en mis meses de vacaciones. Y siempre me llamaron la atención los grandes árboles incrustados entre las rocas antiquísimas. Al preguntar por su nombre me dijeron que unos eran de “aguacate mono”, porque sus frutos eran un plato preferido para aquellos pequeños animales que vieron de niñas, mi madre y mis tías. Había también muchos guarumos  y chumuros.  Pero el árbol más peculiar era un guaycume, uno de los pocos frutales, metido entre aquellas rocas de tamaño considerable. Aquel árbol servía de referencia para la familia dentro del pequeño bosque; y sus frutos maduros, color amarillo intenso eran dulces y empalagosos. No vi de aquella especie, otro árbol en ningún lugar de la comarca.
No sé si los guaycumes eran comida favorita de los mapaches y tepezcuintles. Pero por ahí caminaban con frecuencia aquellos animales, según me contó mi padre, mientras caminábamos entre las rocas desde el nacimiento de agua hacia los árboles de mango. En aquella oportunidad, el me mostró una especie de túnel que rodeaba una gran roca, con una pequeña puerta de entrada movediza hecha también de piedra. Ahora lo asocio con esas pequeñas pistas de los trencitos eléctricos. Me explicó que era una trampa que él mismo había construido para cazar tepezcuintles. Pues aquellos animalitos al ver las semillas que él les depositaba, se metían en el túnel, pero al intentar salir, se disparaba otra laja que impedía su salida.
Nunca estuve solo dentro de la Montañita. Mi mayor temor al caminar por aquellas grandes rocas, era que nos saliera una serpiente, aunque sabía que el sitio en donde habían visto víboras mis hermanos mayores, era entre las hojas secas, debajo de los árboles de mango.
En cuanto a los garrobos, en verdad no les tenía miedo, pues me había acostumbrado a verlos en todos los cercos de piedra del Cantón, ya que nadie en aquella época los cazaba para comerlos, como lo harían unos veinte años después. Pero dentro del bosque, vi varios de gran tamaño, con crestas de color amarillento o rojizo que parecían retarme o sentenciarme al menear sus cabezas.
En la parte oriente de la propiedad, colindando con la montañita, en donde mi padre también sembraba maíz,  vi en varias oportunidades gatos de monte y mapaches. Y en las rocas planas, las señales de sus heces.
En la parte del zacatal pegado a la huerta, mi padre me contaba que de joven, vio pequeños grupos de venados y sus crías. Lastimosamente, tal especie se fue acabando por la cacería indiscriminada emprendida por mis propios tíos y otros cazadores furtivos.
Bastante lejos de la montañita, en la parte baja de aquellos terrenos, se llegaba al Crucital. Le decían así, porque la vegetación en su mayoría era de crucito; una planta que no pasaba de unos 3 metros de altura y que tenía espinas en sus ramas. Hasta allá llegamos una noche, pues mi padre me ordenó que le acompañara a cuidar la milpa recién sembrada, de los mapaches y de los gatos de monte que rascaban la tierra y se comían los granos de maíz recién sembrados. Eran como las diez de la noche. Mientras estábamos sentados en una piedra, en medio de la oscuridad, vimos como brazas encendidas, los ojos de por lo menos dos de aquellos animales. Yo sentía que venían hacia nosotros. El silencio era profundo. Mi padre tomó la escopeta y estaba listo para dispararles. Dejó que se acercaran y estuvieran al alcance para no fallar. Yo en verdad tenía mucho miedo, en parte por los animales, pero más por el ruido que hacía aquella vieja escopeta llena de pólvora y de perdigones. En aquel momento, tal vez por el nerviosismo, me vino un ataque incontenible de tos que espantó a los animales. Mi padre seguramente se puso bastante enojado pero dejó ir siempre su descarga. Al menos, me dijo, los espantamos. Nunca en adelante, me volvió a llevar de cacería.


 POR FAVOR, CONTESTE LA PREGUNTA QUE SE FORMULA A CONTINUACIÓN. SU OPINIÓN ES MUY IMPORTANTE. GRACIAS.